Feijoo, Aznar, Moreno Bonilla, Díaz Ayuso…son los nombres que barajan los barones populares para un relevo inmediato en su dirección, jaleados por dos periódicos de la derecha madrileña que han ido a degüello contra Casado desde el primer momento del estallido de la crisis del Partido Popular. Que haya poderes económicos detrás de estas presiones buscando el relevo para encontrar un candidato con posibilidades frente a Pedro Sánchez es más que una hipótesis. Pablo Casado, como presidente, y su secretario general, García Egea, están ya descontados por la mayoría de los afiliados populares o, al menos, por los barones con mas peso en el partido. Pero el aparato del partido aún está en manos de la dirección actual y pueden resistir un tiempo porque controlan la presidencia, la mayoría de la junta directiva nacional, los plazos de convocatoria, el grupo parlamentario y algún apoyo mediático.
En las elecciones castellano-leonesas se estrelló la estrategia de encadenamiento de elecciones victoriosas que pretendía Casado para antes del congreso ordinario de julio. Castilla-León y después Andalucía, bloqueo cerril al gobierno de España y asfixia de Díaz Ayuso, principal amenaza de Casado, era la estrategia que ha saltado por los aires en dos momentos. El primero, por los resultados castellano-leoneses, el segundo por el inmediato retorno al pulso por Díaz Ayuso. Todos tenían armas guardadas para el enfrentamiento. Los unos, el espionaje a la presidenta madrileña y su entorno familiar y los otros, los “favores” de la presidenta a los suyos. Las dos bombas fueron arrojadas en minutos porque ambos conocían las armas del contrario. El pacto posterior fue totalmente vergonzoso: Tapamos espionaje por corrupción.
Se ha mezclado la sombra -siempre presente en el PP madrileño- de la corrupción con la lucha ciega por el poder regional y nacional. El resultado es un desastre monumental. La manifestación de afiliados -ya se vio en las puertas de Ferraz - tendrá los resultados que se presumen. Éso ocurrirá, si antes no imputan a Ayuso, con las mismas consecuencias en el cambio de liderazgo. A partir de hoy, el PP tendrá que lidiar con la siempre endemoniada carrera contra el sorpasso, -el adelantamiento- , que el otro partido de la derecha ya ha comenzado. Vox se relame con fruición por el regalo que el PP le ofrece. Feijóo ya calienta en la banda.