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Jueves 18/04/2024  

Sindéresis

Los derechos de los trabajadores

El PP está muerto si no se transforma, pero para eso necesita talento y patriotismo real, y sus dirigentes actuales carecen de ambas cosas

Publicado: 13/02/2022 ·
20:32
· Actualizado: 13/02/2022 · 20:32
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

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Escribo esta columna sin tener ni idea de cómo han quedado las elecciones en Castilla y León. Para lo que nos interesa, es casi lo mismo. El horizonte ha cambiado radicalmente para la derecha porque, a diferencia del PSOE, al PP se le han acabado los socios aceptables por una Europa que jamás va a comulgar con la falsa idea de que Podemos y VOX sean dos extremos que se tocan, máxime cuando las propuestas de Podemos son tan europeas que, algunas, hace años que se han instaurado en sus principales democracias o ciudades más progresistas.

El PSOE no necesita destruir a Podemos para gobernar. Más bien al contrario, le puede dar uso para lavarse la cara frente a sus mecenas liberales: defendí los derechos de los trabajadores porque los de Podemos me obligaron; como se larguen, entra en el poder la extrema derecha. Podemos ya está en el gobierno de la nación y no se ha caído el mundo; mal que le pese a muchos de ellos, los trabajadores han visto mejorados sus derechos, que estaban cayendo en picado con los anteriores gobiernos liberales. Sin embargo, un cogobierno del PP con VOX sigue teniendo la misma pinta que tenía desde un principio: suprimir los juzgados de violencia de género (la violencia es violencia, dicen, menos cuando se trata de terrorismo), suprimir los derechos de las las minorías y arrinconar a los inmigrantes en una suerte de régimen cuya bandera sea la xenofobia, lo que sin duda los haría caer en una marginalidad de consecuencias nefastas. Todo pueblo tiene un límite de resistencia a las humillaciones, incluso aunque esté en tierra extraña, y la estrategia de los fascistas es seguir humillando a los extranjeros y arengando a los neonazis contra ellos hasta que salte una chispa de tres pares de cojones. Lo que no se les da tan bien es cuidar de la clase trabajadora, ni de las personas que necesitan una seguridad pública y una educación pública fuertes. Escribo esto sin saber qué resultados habrá en Castilla y León este domingo por la noche, pero lo que sí conozco son las pocas jugadas que le quedan a una derecha que todavía es capaz de participar en un minuto de silencio como repulsa por un asesinato machista. Su única opción es la mayoría absoluta en todas partes, porque aquí hasta el más tonto sabe que las medidas que propone VOX son anticonstitucionales y, las que no lo son, durarían poco tiempo el escrutinio de una Europa que tiene que velar por los intereses de sus ciudadanos cuando viajen o se instalen en España; Salvini enfrenta 15 años de cárcel.

El PP solo puede hacerse hegemónico defendiendo de verdad los derechos de los trabajadores, pero jamás podrá pactar con un partido que le obligue a ello, como Podemos obliga al PSOE. No le quedan socios viables. Ciudadanos está extinguido y los mecenas de la derecha española son tan reptilianos que les mandatan cargarse el ecosistema, por lo que el PP tampoco podrá pedir ayuda a formaciones más políticamente asépticas como ecologistas o animalistas. Un solo pacto de gobierno con VOX en cualquier comunidad autónoma provocaría el más absoluto rechazo del PNV o del PdCat, porque cuando te casas con quien quiere destruir las autonomías, no puedes pedir ayudar a los nacionalistas. El PP está muerto si no se transforma, pero para eso necesita talento y patriotismo real, y sus dirigentes actuales carecen de ambas cosas. Hicieron del robo su esqueleto y solo se han dedicado a radicalizar a sus votantes que son, en su mayoría, de clase trabajadora. Y, al final, estos lo entenderán todo.  

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