Francisco Javier, el joven de la Ribera Baja que en agosto de 2006 acabó con la vida de su padre, no irá finalmente a la cárcel tras haberse llegado a un acuerdo entre el Ministerio Fiscal y la defensa del joven por el que se condena al chico a dos años de prisión, algo que en la práctica supondrá que el muchacho no ingrese en la cárcel ya que hasta la fecha en la que sucedieron los hechos el acusado carecía de antecedentes penales. En su escrito de calificaciones, la Fiscalía había solicitado dos años y medio de prisión para el joven, que recientemente ha cumplido los 21 años de edad, tipificando el delito como homicidio, aunque en el informe se incluía la concurrencia de la eximente incompleta de trastorno mental transitorio recogiendo que “los dos hijos fueron objeto de un constante clima de violencia y agresividad recibiendo múltiples agresiones, puñetazos o golpes, que a veces llegaron a producirles heridas sangrantes”. “Además -según constaba en el escrito- unos días antes del suceso, la esposa del fallecido tuvo que huir del domicilio conyugal por temor a su propia vida”. Como se recordará, los hechos sucedieron en la sobremesa del 28 de julio de 2006, junto a unas naves abandonadas en las inmediaciones de la Cuesta del Molino, cuando el fallecido, de 44 años de edad, llevaba obligados a sus dos hijos en el coche “buscando a su mujer para agredirla". Al parecer, el hombre llevaba en la guantera del vehículo un machete, arma que consiguió arrebatarle su hijo mayor para evitar que pudiera causar más daño a su madre. Como consecuencia de la discusión, padre e hijo salieron del coche, se enzarzaron y, al enfrentarse, el joven acabó con la vida de su progenitor. Tras su detención y posterior puesta a disposición judicial, Francisco Javier fue trasladado a la Prisión Provincial de Córdoba donde permaneció en un módulo especial por espacio de poco más de dos meses, hasta que finalmente obtuvo la libertad condicional. Durante todo este tiempo, el chico ha venido desarrollando una vida completamente normal, logrando superar las pruebas de selectividad e iniciando posteriormente una diplomatura universitaria. Con este acuerdo, se pone el punto y final a una pesadilla que trascendió a todo el país y que conmovió los corazones de miles de pontanenses.