Cuando se las nombra evocan dulzura. Las conocimos cuando preguntamos por ellas bajo el dedo de un mayor sobre un libro, señalando las partes de la obra donde estaban retratadas. No pudimos verlas en el lienzo hasta doblarles la edad, comprobando que, al margen del significado, su nombre tiene una magia especial y tan emocionante que motiva a quererlas. El tiempo y el arte las han hecho emblemáticas, pero sin perder la identidad que le dimos al verlas por primera vez.

Hemos sido testigos de su evolución, de cómo se han adaptado a las modas, a las corrientes artísticas, a los impulsos incontenibles de los artistas para quienes han sido referentes, quienes las han recreado y reinterpretado respetando su forma y contenido.

No es extraño, por tanto, pasar por una galería de arte y verlas mirando la calle, seduciendo a entrar para ser contempladas con el silencio de la emoción. Son tan fantásticas como las miradas de sus artífices. Tienen tantas lecturas como ojos curiosos. Liberan tantos recuerdos como sus imágenes y sin embargo siguen hechizándonos, más aún cuando del cuadro saltan a las manos para ser modeladas o esculpidas.

Desde hace años son la imagen de Madrid y por cuarta vez se han plantado por las calles para delicia de cuantos visitan la capital. Es como el preámbulo de las fiestas ilusionantes que se avecinan y que este año se van a vivir con más ganas. Las meninas aparecen tuneadas, así se las denomina en las entradas de los artículos sobre el tema, sin embargo el calificativo se les despega por su vinculación con la mecánica. Por lo tanto, elegimos la opción de llamarlas meninas personalizadas por famosos.

Si se ha echado un vistazo a las noticias, son cuarenta y siete las que salen al paso, de un metro ochenta de altura, llenas de color, con el abanico pendiente de la mano, dejado caer sobre la falda, cuyo significado en su lenguaje expresa pertenencia. Es cierto, son nuestras, y hasta mediados de diciembre se pueden disfrutar mientras se practique el noble arte del callejeo.

Todas son espectaculares, sin embargo la peregrina es la más admirada por su coincidencia con el año jacobeo. Como en ediciones anteriores, esta galería al aire libre tiene un fin solidario y en esta ocasión el dinero recaudado será para los damnificados de la Isla de la Palma.

Por si no podemos acercarnos a la capital, nos quedan las fotos de nuestros contactos volando por los móviles. No es lo mismo, pero al menos estamos con ellas, las contemplamos con la misma curiosidad que cuando las conocimos en aquel libro, mucho antes de coronarse como las reinas del otoño.