La geoda de Pulpí (Almería), la más grande de Europa y segunda del mundo tras la ubicada en el estado mexicano de Chihuahua, ofrece una visita entre impactantes cristales de yeso, que con el fin del estado de alarma vuelve a estar disponible para descubrir esta joya espectacular.
Abrió sus puertas en agosto de 2019 y apenas unos meses más tarde se encontró con la pandemia de la covid-19, que impidió desarrollar su actividad con normalidad, una situación que ahora revierte.
“Ha sido duro para todos los sectores, especialmente para el turístico. Realmente la Mina Rica -en la que se esconde la geoda- ha estado muy poco tiempo cerrada. Había poca gente pero sí que dejamos un mínimo de personal para que la gente que pudiera venir desde Almería pudiera visitar la mina”, explica el concejal de Turismo y teniente de alcalde de Pulpí, Juan Bautista López.
El interés no ha dejado de crecer y el edil revela que cada día recibe artículos en diferentes idiomas sobre esta geoda tapizada por cristales, en este caso de yeso, y que destaca por su dimensión: 8 metros de profundidad por 1,7 y 1,8 de ancho y alto, unos 25 centímetros cúbicos, y por su transparencia.
“Lleva unos meses abierta y a partir de mayo y junio la vamos a tener como el verano pasado. Estamos intentando que la gente pueda venir a visitar esta maravilla. Porque la verdad es que la gente quiere venir a verla, y la tenemos aquí, en el municipio de Pulpí, en el Pilar de Javaría, dentro de la Mina Rica”, incide el concejal.
Ya el año pasado, cuando se relajaron las restricciones por la covid-19, se agotaron las reservas para las visitas. “Durante estos meses hemos tenido tres grupos al día entre semana, durante los fines de semana unos diez grupos. Ahora, sobre todo a partir de junio, esperamos entre 8, 9, 10 grupos por la mañana y otros tanto por la tarde”, incide.
Esto supondrá que alrededor de entre 250 y 300 personas puedan disfrutar al día de este capricho de la naturaleza. Porque cuando se retomaron las visitas, en los momentos más restrictivos, apenas tres personas accedían en cada grupo, subiendo en los últimos tiempos a una decena. A partir de junio esperan que sean de entre 10 y 15.
Los planes de futuro y desarrollo también se vieron “paralizados” con la pandemia. Por ejemplo, este año debían estar en marcha un espacio para recibir a los visitantes y un restaurante. También estaba previsto que se pudiesen realizar “otro tipo de visitas”.
“Queremos otra visita de experiencias, de aventuras, que permita meterse en rincones de la mina que ahora no se ven, con mono, con casco de luz… Una experiencia más de espeleólogo”. La iniciativa sigue sobre la mesa y la pretensión es que sea una realidad entre este año y 2022.
Pero lo que buscan en Pulpí es que la Mina Rica y su entorno se transformen en “un parque temático geominero a nivel mundial”. Algo posible incluso en estos tiempos inciertos porque, como apunta el concejal, existe un interés por “este tipo de visitas bajo tierra, que son bastante seguras, tienen distancia de seguridad y en las que vas siempre con mascarilla, además de ser reducidas, que es algo que la gente busca en tiempo de covid”.
Juan Pedro, guía y responsable de mantenimiento, insiste en que desde el principio siempre se trabajó con una correcta higiene de cascos y demás elementos que ahora, con la pandemia, se ha reforzado.
“Se recibe al público en un arco de desinfección, se les toma la temperatura, se higienizan las manos, con unas alfombras se desinfectan los pies. En la zona de los cascos se les da una redecilla. Los cascos son desinfectados con máquinas de ozono y bactericidas. Una vez en la mina pasan por un pediluvio y pueden encontrar puntos de gel hidroalcohólico por todo el recorrido”, explica.
Este tipo de medidas es una “demanda” de los visitantes, por lo que se ha conseguido un certificado que homologa las buenas prácticas y que la Mina Rica es un espacio libre de covid.
Y al final, afirma Juan Pedro, la experiencia es satisfactoria y supera las expectativas. “Vienen a ver la geoda, una joya de la naturaleza, pero la mina es algo que descubren (…) Acaban por encontrar mucho más de lo que esperaban”, concluye.