La escalada bélica en el Líbano ha provocado que muchos de sus ciudadanos abandonen este país en busca de seguridad, entre ellos Ali Ghaddar un bioquímico y profesor de Salud Pública en la Universidad Internacional del Líbano, que ahora reside en Alhama de Almería junto a su mujer, Ghadier, y sus hijas Nirvana, de siete años, y Alma, de apenas ocho meses.
Esta familia ha vivido su particular hégira y han recabado en este pueblo a la entrada de la Alpujarra almeriense gracias a la que fuera concejal del Ayuntamiento de Huércal de Almería, Carmen Mayoral, y su marido, el militar jubilado Antonio Dionis, que atendieron la llamada de auxilio de su hija Beatriz, amiga personal desde hace 20 años de Ali Ghaddar.
El libanés explica en una entrevista con EFE que estudió para bioquímico en su país y luego hizo un máster de Salud Pública en Granada, obteniendo el doctorado en Salud Pública en Alicante. “Viví en España como cinco o seis años y luego volví al Líbano. Me casé allí en 2015, tengo dos hijas y ahora soy profesor en la Universidad Internacional del Libano”, señala.
“Hace un año la situación ya se fue poniendo más y más tensa. Pensamos en la necesidad de salir pero a mi mujer le gusta mucho el Líbano y pensamos que todavía se podía vivir allí. El bombardeo entonces fue en la frontera. Hace tres o cuatro meses bombardearon nuestro pueblo, Ghazir, que es como una ciudad de grande, y comenzamos a pensar en serio dejar el país”, desvela.
Aunque poco después la situación “se calmó un poco” en la zona en la que residían, no así en la frontera y hace un mes aproximadamente “comenzaron a bombardear todos los pueblos del sur, no sólo los de la frontera”.
“El bombardeo fue muy fuerte, yo estaba en la Universidad y Ghadier en casa. Me llamó y me dijo: ‘Tienes que venir y tenemos que salir a Beirut’, que está a unos 60 kilómetros. El Líbano es my pequeño, de norte a sur tiene 210 kilómetros, y Beirut se encuentra a unos 60 kilómetros de mi hogar”, abunda Ali.
Comienza la huida
Así, en “tres maletas” cargaron lo más importante, los pasaportes, los documentos y algo de ropa, y abandonaron su barrio en pleno bombardeo para ir a Beirut. “En el camino había filas y filas de coches, todo el mundo estaba huyendo. Un trayecto que normalmente se hace en 45 minutos nos llevó siete horas”, rememora.
“Tenemos la suerte de disponer de una casa en Beirut y allí nos quedamos. Cuando llegamos estaban ya bombardeando el camino. Nos quedamos allí tres o cuatro días, pero entonces comenzaron también a bombardearlo. Mis niñas no dormían y mi mujer estaba siempre tensa”, afirma.
Así hasta que un día el Ejército israelí comunicó a través de X que iba a bombardear el área en el que se ubica su edificio en Beirut, por lo que de nuevo salieron a la carrera, en esta ocasión a la casa en la “montaña” de la hermana de Ghadier, y de ahí a la casa de una amiga, también en la “montaña”.
“Mi amiga Beatriz me escribía siempre para preguntar cómo estábamos y qué iba a hacer. Fue entonces cuando decidimos dejar el Líbano y pedir el visado para mi hija pequeña, porque mi esposa y su hermana lo tenían, y yo tengo residencia de trabajo aún vigente por haber trabajado como investigador en la Universidad de Alicante hace un par de años”, manifiesta.
Como inciso, Ali revela que este último periodo en España fue posible gracias a una beca María Zambrano, que le permitió participar en un proyecto sobre el covid-19.
Beatriz le convenció de que su destino final tenía que ser Alhama de Almería, dónde sus padres tienen un cortijo, que ha sido cedido de forma altruista a esta familia libanesa. Hace un par de semanas llegaron a Barcelona, dónde vive la madre de Ali, y de ahí saltaron a la provincia almeriense.
“Llevamos unos días aquí y todavía no entendemos bien lo que ha pasado. Mi hija pequeña ha cambiado cinco o seis veces de cama en un mes. Hasta hace poco no hemos dormido bien y aún seguimos en shock”, afirma Ali.
El futuro
Ali, a sus 47 años, se plantea ahora su futuro y el de su familia. Ghadier tiene 35 y trabajaba en la industria farmacéutica en su país.
Mientras reciben noticias de los familiares que siguen en el Líbano y de la triste situación que mantiene su país, lamentan ver la cantidad de “desplazados que no saben si volver a su casa, si la perderán, o cuándo podrán regresar”.
“En Palestina ya llevan un año -con el conflicto bélico-, así que no sabemos lo que nos puede pasar a nosotros. Ahora estamos buscando colegio para Nirvana. Ya tenemos médico gracias a Antonio Dionis, al que había conocido antes de misión en mi país, y ahora sigo dando clase online”, apunta.
Pese a todo, lo que todos esperan es que llegue el “milagro” y que finalicen los bombardeos, aunque no descartan un plan B en España, un país que “ha expresado su apoyo a Gaza y al Líbano, mientras el resto del mundo mira a otro lado y no le importa lo injusto de lo que está haciendo Israel”, señala.
“Pero la vida sigue y al final hay justicia, si no ahora, la habrá luego”, concluye Ali.