Saúl González Castro es un joven agricultor santanero. Desde pequeño ha vivido de cerca la tradición de la huerta en nuestro municipio. Este año, en el que debido a la actual situación sanitaria, no contaremos con el tradicional Concurso de Hortalizas, es él quien nos acerca a este mundo de la horticultura que tanta relevancia alcanza en Alcalá la Real. Desde su huerta de La Cruz de Montoro, nos habla de tradición y experiencia, y del trabajo del hortelano, no siempre bien conocido por aquellas personas ajenas a esta práctica agrícola.
“No solo veo la huerta como una afición, sino también como una profesión que se está extinguiendo poco a poco. En mi caso, mi contacto con la huerta comienza cuando yo tenía cinco o seis años, ya que me apasionaba irme con mi padre y mi abuelo al campo, sobre todo a la huerta en verano, y a las fanegas de patatas que sembraban para la freiduría. A partir de ahí, hasta el momento, todos los veranos van ligados a la horticultura. Pero en realidad, es una ocupación que se extiende a todo el año, ya que siempre hay labores que hacer en la huerta. Como curiosidad, decir que a partir de los diez años, ya puse mi propia huerta, de la que saqué todos los productos con mi propio trabajo”.
Saúl nos habla de la importancia de la huerta en nuestra comarca. “Estamos en una zona en la cual la huerta ha desempeñado un papel fundamental en las alacenas de las casas. Todas las familias, antiguamente, tenían un trocito de huerta o tierra de regadío como se suele decir, para abastecer a las casas de productos de primera necesidad, para hacer conservas para tener durante todo el año y para echar las talegas en la temporada de la aceituna. También para proveerse de frutas, ya que en estas huertas siempre solía haber árboles frutales que producían en los distintos meses del año, desde cerezas y peras hasta granadas y caquis, que eran las ultimas frutas que se recogían. Con el tiempo, esta tradición ha perdido fuerza, ya que los supermercados nos han ido abasteciendo durante todo el año de esos productos de primera necesidad”.
Respecto a la experimentación y exploración de nuevos productos en la huerta alcalaína, Saúl opina que “Si se está avanzando bastante con respecto a encontrar variedades que sean más resistentes a distinto tipos de inclemencias meteorológicas y plagas. Ahora se pueden encontrar tomates de distintas maneras, y también de distinto color como es el tomate azul; pantas injertadas de distintas variedades, ya sea en sandias, berenjenas o patatas que tengan un tipo de calibre determinado. Todo esto lo veo importante ya que con estas plantas está visto que tienen un desarrollo más rápido cuando se traspasan a la tierra y por tanto una recogida de productos más temprana. Yo intento preservar variedades autóctonas que he heredado de mi familia ya que con estas variedades están también más adaptadas a nuestra climatología, que a veces es adversa. También es importante sembrar semillas autóctonas, que aunque tengan un desarrollo más lento a veces, creo que le da esa esencia de nuestro terreno y le transmite al sabor de los productos que lo caracteriza tanto y se nota con respecto a las nuevas variedades”.
Saúl reconoce la importancia, como foro para impulsar y dar a conocer la huerta, que en los últimos años ha tenido el Concurso de Hortalizas. “El concurso ha favorecido la incorporación de personas que participen en él y también la edad de esos participantes ha bajado de adultos a jóvenes e incluso niños, a los que, como en mi caso, sus abuelos les están transmitiendo ese cariño y afecto por la huerta y por tener sus propios productos”. Con respecto a posibles aspectos a mejorar, Samuel afirma que “Se podrían tener unas bases consolidadas y que fueran consensuadas tanto por parte de los hortelanos como de la administración que lo organiza y un abanico más variado de categorías y productos a concursar como ya hacen en distintos concursos que se celebran cerca de nuestra comarca”.
Saúl es un defensor de la producción de proximidad. “En los productos que se crían en la huerta, el hortelano ve todo el proceso, desde que selecciona las mejores semillas para sembrar el próximo año, hasta el trasplante de esas plantas desde la almáciga hasta la huerta y su desarrollo; ve crecer los productos y madurar en la planta hasta que los recoge y después disfruta de ese producto y de la satisfacción de haberlo criado por uno mismo. Las personas que no pueden disfrutar de todo esto, ya sea porque no disponen de una huerta o no disponen de tiempo, pueden en muchas ocasiones adquirir estos productos a hortelanos de la comarca y que son criados de esta forma y también ecológicamente. Todo este proceso creo que varía cuando se compran estos productos en un supermercado ya que la mayoría son criados artificialmente, con plantas transgénicas y en muchas ocasiones con celeridad para que la producción sea rentable. Eso se nota mucho cuando se come un tomate del terreno y uno adquirido en un supermercado”.
Como agricultor, Saúl aprovecha para referirse a algunas demandas por parte de este sector tan importante de nuestra economía. “A veces nos sentimos olvidados por la Administración y se acuerdan de nosotros en contadas ocasiones. Creo que se debería de ayudar más a los jóvenes e incentivarlos con algún tipo de ayuda para que este trabajo no quede en el olvido y pueda haber un relevo generacional para que esa esencia de la horticultura y lo tradicional no se pierda en el municipio. Este año hemos visto como los agricultores han ayudado desinteresadamente a combatir este virus. Creo que se le puede devolver ese agradecimiento poco a poco con más medidas que le ayuden a tener un sueño o una prosperidad mejor”.