“Entre Aldonzas y Alonsos” sigue cumpliendo años como colectivo literario, ¿hay que ser un poco Quijote para pertenecer al colectivo, cuál es vuestro santo y seña?
En general, la cultura no atraviesa un buen momento. Hay muchas influencias, las modas van por otros derroteros, se vive en general a una velocidad excesiva. No es un problema exclusivo de la literatura y un poco Quijote hay que ser para nadar en esa especie de contracorriente. Pero en nuestro caso tenemos la ventaja de no tener que presentar, por así decirlo, beneficios. Escribimos, nos ponemos retos, jugamos a crear y lo exponemos sin vergüenza y sin tapujos. Para nosotros es una distracción más, nos sugerimos concursos y talleres para participar y de vez en cuando nos abrimos más allá del blog en nuestros “Café y Letras” en Casablanca, para enseñar al resto de aficionados lo que hacemos y lo que ellos también pueden hacer.
Se dice que en el mundo literario sigue habiendo muy pocas Aldonzas, ¿qué podéis decir vosotros a ese respecto?
La verdad, que nosotros estamos actualmente muy igualados en proporción con respecto a colaboradores femeninos y masculinos se refiere. La literatura necesita de esa visión más honda, sentida y envolvente que la mujer aporta. ¿Pocas? Personalmente no creo que haya pocas. Y las que hay se hacen sentir con fuerza. Afortunadamente nuestras “Aldonzas” no son imaginarias, y la interrelación con el resto del colectivo y allegados es total.
Entre los miembros hay ya varios premios literarios. ¿Qué experiencia tenéis dentro del colectivo en relación con el mundo de los concursos?
Los concursos son alicientes positivos, refuerzos. Un premio, más allá del valor material (generalmente escaso) que conlleva, tiene la carga emotiva del reconocimiento expreso. Todo el que se sienta a hacer algo, ya sea música, literatura o teatro quiere que en algún lugar haya alguien que, públicamente, le diga: “lo estás haciendo bien, mereces un premio”. La experiencia, como dices, es muy positiva, porque un premio siempre es señal y refrendo de un trabajo bien hecho. Pero, insisto que nuestro mayor premio, sobre todo el de los miembros que echaron a rodar este proyecto, es el de haber conseguido sacar ese pepito grillo escritor que todos llevamos dentro, y allanar el miedo a compartir, a ser leído y mejorarnos los unos a los otros.
Se dice que en España se lee más bien poco, pero, ¿y en Alcalá? ¿Cómo veis el tema?
Es verdad que se compra poca literatura, pero no es menos verdad que hoy se lee mucho por internet. Es difícil encontrar a alguien que no lea nada. Alcalá no es distinta en ese sentido... Digamos que no nos podemos quejar, aunque siempre se puede ir un poco más allá. En concreto nosotros, y siguiendo consejos de eruditos en el tema de la escritura, recomendamos leer mucho como rodaje previo, para que a la hora de relatar, las palabras vayan surgiendo con tan solo una pizca de imaginación y ganas. Esperamos que, en ese sentido, estemos dando un buen ejemplo.
Casi todos los clubes literarios tienen sus dioses, ¿cuáles son los vuestros?
Yo pienso que en eso cada uno tiene una opinión muy personal, y la religión literaria es especialmente politeísta. Tomar de aquí y de allí, ser profeta cuando toca y hasta sentirse ateo en momentos puntuales ayuda.
Aunque nuestros templos originarios surgieron de conversaciones de barras de bar, como no podía ser de otra manera, cada cual tiene sus costumbres y creencias literarias. Al final, tenemos casi treinta dioses, que son las letras de nuestro abecedario, y a ellos se encomienda para darse el gusto de realizarse a su amparo.