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Enrique La Rosa: “Somos unos privilegiados por poder ayudar a quien lo necesita”

Guinea Ecuatorial, Haití, Guatemala, Perú son algunos de los destinos en los que este bombero alcalaíno ha participado en misiones humanitarias y de cooperación

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  • Enrique La Rosa, en Guatemala.

Acaba de llegar de su última misión en Perú y atesora una admirable trayectoria como miembro de Bomberos Unidos Sin Fronteras. Hoy conocemos más de cerca la faceta más solidaria de Enrique La Rosa.

Eres un ejemplo de compromiso en labores humanitarias. Acabas de llegar de colaborar en la capacitación de equipos de rescate y salvamento en el Parque Arqueológico de Machu Pichu, en Perú. ¿Cuándo y por qué decides compaginar tu trabajo como bombero con esta faceta solidaria? Por el año 2012, con la ayuda de compañeros cordobeses, comencé a formarme como guía canino junto a mi perra en la detección de personas sepultadas. La mayoría de ellos pertenecían a la ONG BUSF (Bomberos Unidos Sin Fronteras), organización que lleva más de 20 años participando en proyectos de emergencia y cooperación por todo el mundo. En septiembre de 2015 participé en un proyecto formativo para la creación de los primeros bomberos civiles en Guinea Ecuatorial y dos meses después me desplace a Haití para realizar tareas de reconstrucción en un orfanato, tras el huracán Matthew. Ambas intervenciones fueron para mí una gran experiencia. A partir de ese momento entendí lo útiles y necesarios que eran estos proyectos para proporcionar ayudar a quien lo necesita y carece de recursos.

Ahora asistimos a un verdadero drama humanitario, como es el terremoto de Marruecos, en el que ya está participando Bomberos Unidos Sin Fronteras, la ONG de la que formas parte. Se trata de uno de los desastres más duros en los que ha participado la ONG, por la gran destrucción de las edificaciones muy precarias y las escasas posibilidades de rescatar a personas con vida, ¿no es cierto? Al igual que ocurrió hace unos meses en Turquía, el terremoto que ha sacudido Marruecos ha sido de gran intensidad. La gran diferencia es el tipo de construcción. En el caso de Turquía, las estructuras de las viviendas crearon esos huecos de vida que hicieron posibles rescates de personas, incluso después de bastantes días. En Marruecos gran parte de las viviendas carecen de estructura, están construidas con tierra, arena y piedras. Tras el temblor se han desmoronado y no han ofrecido esa posibilidad de vida, quedando sepultados.


Cuentas con una dilatada experiencia en colaboración humanitaria. ¿Cuáles son los escenarios más duros a los que te has enfrentado? Cuando se interviene en una gran catástrofe sabes que vas convivir con momentos difíciles. En el año 2018 participé en labores de potabilización de agua tras la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala. Se improvisó un albergue en una parroquia. En la puerta de la iglesia había unas hojas que se utilizaban para anotar el nombre de las personas que aún no habían sido localizadas, muchas familias incompletas que tuvieron que huir de los flujos a la carrera y con lo puesto. Las viviendas de todas estas personas estaban construidas en un valle y quedaron totalmente sepultadas

¿Qué experiencia te traes de Perú, en donde has estado ya colaborando en varias ocasiones? Me traigo la satisfacción de haber aportado nuestro granito de arena, ayudarles a que tengan más materiales y el conocimiento de nuevas técnicas con las que puedan desarrollar mejor y de una manera más segura su labor. Convencidos de que la respuesta que van a ofrecer a los ciudadanos que requieran sus servicios será de mayor calidad. Ese es el objetivo principal de estos proyectos.

Tu día a día como bombero supone ya una labor para la que no toda persona estaría preparada. ¿Qué es lo más difícil de tu trabajo? En nuestro trabajo nos encontramos muchísimos escenarios. La mayoría de ellos se resuelven con éxito y nos generan la satisfacción de haber ayudado o solucionado una situación crítica. Pero hay otros en los que por desgracia esto no ocurre. Son situaciones irreversibles, no puedes hacer nada. Hay ocasiones en las que las personas afectadas por un siniestro son cercanas a ti, son momentos muy difíciles.

¿Compensa siempre el sentimiento gratificante de ayudar a pesar de tener que enfrentarse a situaciones de sufrimiento que pueden marcarte? Por supuesto, nuestro trabajo es así. La mejor recompensa es regresar al parque de bomberos sabiendo que has podido ofrecer una solución o has minimizado una situación de riesgo. En general, la ciudadanía valora muy bien los servicios de emergencia. Somos unos privilegiados, ayudamos a quien lo necesita y eso es gratificante.

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