El pasado 20 de abril, el PSOE defendió en el Parlamento de Andalucía una proposición no de ley en apoyo a la figura del politólogo. La diputada autonómica de Vox Ángela Mulas, que se estrenaba aquel martes en la Comisión de Presidencia, Administración Pública e Interior, rechazó la propuesta al asegurar que “es una frivolidad y una irresponsabilidad pretender en estos momentos comprometer aún más partidas del presupuesto público a gasto político, a análisis, planificación política que, en definitiva, no es más que análisis y planificación partidista”. Estas declaraciones reforzaron la necesidad de los promotores de la iniciativa parlamentaria, miembros de la Asociación de Politólogos de Andalucía (PoliticAnd), de hacer pedagogía sobre una ciencia que, “como tal, es reciente aunque el estudio de la política se lleva realizando desde la antigüedad y se remonta a filósofos tales como Platón, Maquiavelo, Hobbes o Aristóteles, entre otros”. Antonio Conde, presidente de la entidad, solicitó una reunión con el grupo parlamentario de Vox y logró que Mulas admitiera el error de votar no a la iniciativa, reconociera “como justa” la reivindicación del colectivo y hasta se comprometiera incorporar al grupo parlamentario a uno de estos profesionales. “Un polítólogo no es un político”, remarca Conde. “Los politólogos son científicos sociales, profesionales formados y con especiales conocimientos en una variedad de materias tales como Economía, Relaciones Internacionales, Sociología, Historia o Derecho, entre otras”, añade.
“Generamos rechazo porque para los políticos somos una mosca cojonera”, asegura. “Le generamos interés a los partidos, pero también rechazo” porque, remarca, el politólogo no se pliega a intereses partidistas, ni busca titulares ni asume planteamientos cortoplacistas, buscando réditos electorales a su actividad. Si bien es cierto que tanto Conde como Javier Gutiérrez, secretario de PoliticAnd, defienden la necesidad de que las formaciones incorporen un profesional a sus filas, la labor que han llevado a cabo durante el primer año de la organización ha sido, además de dar a conocer la labor que desarrollan, conseguir que las administraciones públicas incorporen la figura el politólogo a sus relaciones de puestos de trabajo con convocatorias específicas con este perfil. Hoy, hay una sobreabundacia de titulados en Derecho y estos copan las oposiciones mayoritariamente. “La Diputación provincial de Cádiz ya ha convocado una plaza específica para politólogos”, celebra Conde. Hay alguna más que se puede consultar en el perfil de Twitter de la asociación. “Ahora estamos analizando posibilidades para la consejerías de la Junta de Andalucía”, agrega Gutiérrez, quien confía que en otoño se puedan celebrar reuniones específicas para abordar este asunto, tanto con la institución como con los grupos parlamentarios. El trabajo de la entidad, que ha despertado interés en otras comunidades autónomas, ha dado su fruto. La Universidad de Granada ha planteado líneas de colaboración que, muy probablemente, se concreten en los próximos meses. La coyuntura también es favorable. El municipalismo está de moda. “No sé muy bien a qué se refieren los partidos que han cogido la bandera del municipalismo, pero el papel del politólogo es fundamental para la segunda descentralización”, apunta Conde.
En la agenda también hay anotados encuentros con grandes ayuntamientos y diputaciones. “El municipalismo es la revolución pendiente”, observa Conde, quien defiende el reparto de competencias y la garantía de su financiación. “No puede ser que un Ayuntamiento tarde en pagar a proveedores más de 200 días”, pone de ejemplo el secretario de PoliticAnd. “El politólogo –defiende Gutiérrez- puede ayudar a reorientar las políticas públicas, reorganizar, en definitiva, recursos”.
Con un protagonismo mayor en Latinoamérica, hasta el punto de que los fundadores de Podemos, señalan, exportaron la práctica de la profesión y la praxis del colectivo en Latinoamérica, “donde están mucho más avanzados que aquí”, tanto uno como otro consideran que la figura del politólogo puede trascender el ámbito político. “Queremos que cuando alguien termine la carrera tenga claro a qué se puede dedicar”, además de la docencia o la investigación. “Hay campo en la actividad privada”, apunta Conde, quien prevé reunirse con empresas privadas para abordar la idoneidad de contar con titulados en sus plantillas. Y, finalmente, Conde también defiende que el colectivo participe activamente en el debate público.
Conservar la independencia, la clave para que su trabajo no se desvirtúe
Un puñado de politólogos participaron en la fundación de Podemos. También tuvieron especial protagonismo en el origen de Ciudadanos. Pero tanto una como otra formación ha perdido fuelle tras la inesperada irrupción en el panorama político. El presidente de PoliticAnd, Antonio Conde, una persona muy comprometida con la sociedad jerezana, que ha liderado numerosas iniciativas relacionadas con el Banco de Alimentos, achaca el fracaso de la experiencia a las exigencias partidistas, que desvirtúan el trabajo objetivo de los profesionales. “El politólogo ha de conservar la independencia incluso si trabaja como asesor”, advierte.