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Cádiz

“El bocadillo es una excusa para llegar a las personas sin hogar y entablar una relación”

Cádiz es una ciudad con muchos recursos sociales y se ha volcado con este colectivo en riesgo de exclusión social

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Las épocas de crisis logran acentuar la vulnerabilidad de los colectivos en riesgo de exclusión social. No obstante, estos periodos delicados también funcionan como motores de visibilización social.

En Cádiz, uno de los colectivos de mayor riesgo es el de las personas sin hogar. El sinhogarismo ha sido un problema creciente en los últimos años y es, además, uno de los más difíciles de abordar. La crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus ha variado la situación de las personas sin hogar que, de cara a la nueva normalidad, se enfrentan a un futuro incierto.

Desde 2010, en la capital gaditana se viene realizando cada dos años un censo de personas sin hogar, propuesta que se aprobó ese mismo año en una Mesa de Trabajo del Consejo Municipal para la Inclusión Social. El último estudio se realizó el 12 de noviembre de 2019 y el próximo tendrá lugar en el mes de octubre de este año.


El estudio contó con la colaboración solidaria de un total de 67 voluntarios gaditanos procedentes de las siguientes organizaciones: Calor en la noche, Caballeros Hospitalarios, Despertares, Comedor Virgen Poderosa, Virgen de Valvanuz, Iguales en Acción, Albergue del Centro de Acogida Municipal y Albergue de Caballeros Hospitalarios.

Los datos determinaron que en Cádiz había un total de 103 personas sin hogar, superando el número del censo anterior (2017) de las cuales un 62,1% duerme en la calle y el 37,9% en albergues.

A pesar de las mejoras en la atención realizadas por el Ayuntamiento, como la apertura del Centro de Día, que constituye un punto de encuentro y de desarrollo de habilidades sociales para las personas que carecen de un techo, los recursos de que se dispone siguen siendo insuficientes para proporcionar una solución a la situación de este colectivo.

Para ahondar en la situación actual y real de las personas sin hogar, hemos accedido a personas que luchan en primera línea por facilitar el acceso a los derechos humanos de las personas sin hogar.

Lucía Reinado, trabajadora social del Comedor Social María Arteaga, aporta datos actuales sobre las personas que se atienden en el local. En este comedor, gestionado por la Fundación Virgen Poderosa, no solo se atienden personas en situación de sinhogarismo, sino a colectivos afectados por situaciones de pobreza. El número de personas diarias que se atiende oscila entre las 110 y las 115, de las cuales 55 son personas sin hogar. Antes de la crisis sanitaria, el número diario de personas en riesgo de exclusión social atendidas por la fundación era 80.

El funcionamiento del Comedor se vio modificado cuando, por razones sanitarias y de seguridad, se pasó de prestar servicio en las instalaciones a repartir bolsas de picnic en la puerta de las mismas. Ante esta situación, han sucedido casos en los que algunas personas sin hogar no han accedido a la atención social por vergüenza. En algunos casos, estas personas se negaban a guardar cola por ser de la ciudad o del barrio y correr el riesgo de ser reconocidas.

Si bien es cierto que Lucía Reinado no se atreve a proporcionar datos exactos sobre las personas sin hogar, asegura que ha aumentado el número de mujeres que se encuentran en esta situación, así como el número de jóvenes y de personas extuteladas que se han visto en la calle. Del mismo modo, la trabajadora social asegura que en verano aumenta la situación de sinhogarismo. “Cádiz es una ciudad fácil con recursos centralizados de atención social. En verano se verá otra realidad con el levantamiento de las restricciones de movilidad”, asegura Lucía.

De manera aún más directa y cercana al sinhogarismo habla Rocío Urbano, trabajadora social de la Asociación Calor en la Noche. Esta organización sin ánimo de lucro hace salidas de noche una vez por semana en Cádiz, Jerez, San Fernando y El Puerto de Santa María, proporcionando atención directa a pie de calle a las personas que carecen de hogar. A las personas atendidas en estas rutas solidarias se les ofrecen bocadillos, caldos, café y ropa interior limpia, siendo todo lo anterior una vía para proporcionarles compañía, charla y cariño. Según Rocío Urbano, “el bocadillo, si bien les viene bien y lo necesitan, es una excusa para llegar a ellos y entablar una relación”.

Calor en la Noche ofrece servicio de desayuno diario de lunes a viernes. Como en el caso del Comedor Social María Arteaga, Calor en la Noche tuvo que reestructurar las formas de actuación en la pandemia. Durante el confinamiento domiciliario, la organización se vio obligada a pausar sus servicios por cuestiones de seguridad: el comedor es pequeño, no tiene ventilación y para comer es necesario quitarse la mascarilla. Antes de correr el riesgo de tener que cerrar por completo el comedor se decidió, por el bien de los voluntarios y de las personas atendidas, suspender la actividad y derivar el servicio al albergue provisional, cubriendo gastos y envíos para que se pudieran seguir sirviendo los desayunos.

En cuanto a los datos, Calor en la noche no aprecia un incremento de personas sin hogar. De hecho, según cuenta la trabajadora social, se han atendido menos personas que otros años, alrededor de unas 80 personas sin hogar, mientras que en temporadas anteriores han sobrepasado el centenar.

En un balance positivo de la situación, Rocío Urbano destaca que muchas personas han decidido acogerse al ingreso mínimo vital, lo que les ha facilitado un acceso a una habitación de alquiler o a un piso compartido. Esto ha significado un trampolín a unas condiciones dignas y es uno de los factores por los que no se han identificado grandes cambios numéricos. Asimismo, formula la hipótesis de que otra de las causas puede ser el cambio en el tipo de servicio ofrecido porque, según expresa, “falta la esencia del voluntariado, la de darle dignidad a la persona. No es lo mismo dar un bocadillo y un café a una persona para que se lo tome sentado en un escalón, que ofrecerle una mesa, compañía y charla”.

Calor en la noche espera volver a abrir cuanto antes, pero con seguridad. Además, desde la semana pasada se están vacunando ya a las personas sin hogar en Cádiz. Por su parte, la mayoría de los voluntarios, al ser jubilados y mayores de 65 años, también están vacunados, por lo que se prevé una disminución de la incidencia y un escenario más favorable para la reapertura del comedor.

Rocío Urbano coincide con Lucía Reinado en el aumento del número de mujeres sin hogar, aportando datos que sitúan el incremento de este perfil de una o dos mujeres a siete u ocho diariamente. También coincide en el aumento de jóvenes de poco más de 20 años, mientras que la edad media está en los 45/50 años.

En cuanto a la situación durante la crisis sanitaria, se han encontrado con personas que no han querido salir de la calle durante la pandemia y han permanecido sin hogar durante el confinamiento domiciliario. Las organizaciones dedicadas a la atención social, así como los servicios públicos de Cádiz y el Ayuntamiento, intentaron convencer a estas personas para su traslado a las redes provisionales. Si bien es cierto que en la mayoría de los casos accedieron, algunas se siguieron negando y no se les podía obligar a actuar de otra forma.  Estas posturas podrían deberse a un acomodamiento en la forma de vida en la calle, a la pérdida de habilidades sociales, al miedo a la convivencia o la costumbre de vivir sin normas establecidas y en soledad. Aún así, los vecinos de la ciudad han sido muy solidarios y les han ayudado a pasar el confinamiento en las mejores condiciones posibles en una situación tan complicada.

Actualmente, Calor en la noche atiende alrededor de 20 personas en Puerta Tierra y en el centro a unas 30. En la temporada actual y hasta septiembre, el número de personas está aumentando por las buenas condiciones climáticas y por el fácil acceso a la ciudad. La atención va desde las rutas nocturnas hasta las labores de acompañamiento. Los voluntarios llevan a las rondas unas hojas de ruta donde se detallan circunstancias personales, número de personas atendidas, problemas concretos de salud o peticiones específicas por parte de los atendidos, de manera que los voluntarios, divididos en grupos para su actuación, estén siempre al tanto de la situación personal de cada uno.

Finalmente, regocijada en la esperanza, Rocío Urbano habla de la solidaridad de Cádiz: “si algo se aprende aquí, es lo solidaria que es la gente. Hay más gente dispuesta a dar que dispuesta a quejarse; pero lo bueno no es noticia”.

Esa misma mañana, diez minutos después de la apertura de puertas para el reparto de desayunos, una señora aportó de forma anónima cuatro bandejas de bizcocho casero para las personas que acudieran a por el desayuno.

Asimismo, la trabajadora social de Calor en la Noche asegura que hay muchos recursos sociales en la ciudad y eso hay que valorarlo. Se mantienen de las aportaciones de los socios, pero también de las aportaciones en metálico, de donaciones voluntarias y anónimas, de bolsas de supermercados, de donaciones de empresas y entidades, y de iniciativas de los colegios y de AMPAS. Declara que se sienten muy cobijados y así lo hace saber: “el gaditano es solidario, hay que quedarse también con lo bueno”.

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