A pesar de que los cuentos se han hecho para dormir, ahora toca otro cuento para todo lo contrario, para no dormir. Estos muchachos ya no saben qué van a hacer para mantenerse en el cargo. Muchas veces me pregunto que a qué viene tanto interés en agarrarse tanto al sillón con la cantidad de problemas que tenemos encima y lo tranquilo que se está en el sofá. Digo yo que alguna ventaja sacarán, pero desde luego hay que tener ganas. Ahora bien, ya que quieren estar ahí, por lo menos deben saber leer, cosa que a muchos diputados les cuesta tela. Sin embargo tienen manías. Ahora les ha dado por la lengua española. Y para conseguir los votos que les faltan no les importa tirarnos de la lengua y dejar que se la coma el gato.
Todavía no se han enterado de que los independentistas del golpe son insaciables, que no hay quien los contente, que todavía no han salido del talego y ya están haciendo méritos sobrados para ingresar otra vez. Hoy le toca a la lengua, pero mañana le va a tocar a cualquier otra parte de nuestro delicado organismo, aunque espero que no lleguen abajo a lo que realmente nos duele, sin entrar en más detalles comprometedores. Tratan de contentar, de suavizar, de ponerle terciopelo al tema, de almidonar, de que parezca lo que no es, de endulzar, de que no se vayan a enfadar…
Y para eso hacen lo que haya que hacer. Se bajan los pantalones y las faldas sin que les importe dar un espectáculo impresentable y poco vistoso. Como están convencidos de que la mayoría de los que están fuera del manicomio son imbéciles y de que los que estamos dentro tenemos el coco averiado, pretenden hacernos ver lo que es imposible ver. Y ya los locos no nos fiamos ni de la madre que nos parió ni a nosotros ni a ellos. Por eso nos hemos ido a la constitución, que para eso tenemos una muy grande en nuestra biblioteca. Allí debe poner algo sobre lo que pasa con la lengua de España.
En cuanto hemos cogido el libro ha saltado en nuestras manos el artículo 3, que dice textualmente: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. Pues estos señores de la camarilla demuestran no saber leer. Por lo visto les rechina el tema y hay palabras que no las quieren ver ni en pintura. Eso de España los pone nerviosos, lo otro de oficial los descoloca y los saca de quicio, lo otro del castellano les supone un calvario y eso del Estado los trae a mal traer. Solución: vamos a ver si quitando de aquí, tapando lo de allá y añadiendo lo de más allá conseguimos que traguen los imbéciles y los locos. Menos mal que lo escrito en el libro está muy claro: el castellano es la lengua oficial del estado.
Pero es que además tratan de ocultar otro pequeño detalle: que todos los españoles tienen el deber y el derecho a usarla. Si tenemos el deber de usarla, alguien tendrá que examinarnos a ver si estamos usando bien la lengua. Y ponernos nota. Me voy a callar. También dice que las otras lenguas de España hay que cuidarlas y respetarlas por la riqueza que suponen y también serán oficiales en cada Comunidad Autónoma, pero en nuestro cofre la perla que más brilla y la que merece los mayores honores es la lengua española. Pues no se quieren enterar estos analfabetos de mando en plaza.
