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Sevilla

La Olavide será la primera en testar la docencia académica en tiempos del Covid

Es la primera universidad pública de Sevilla que volverá a abrir las facultades tras el cierre en marzo por el estado de alarma, con 10.000 alumnos matriculados

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  • Se va a pasar lista todos los días y se va a apuntar el número del asiento en el que esté ubicado cada alumno para hacer un “registro de rastreo”

En el campus de la Pablo de Olavide (UPO), a caballo entre Sevilla y Dos Hermanas y rodeado de árboles y parcelas agrícolas, desde el pasado mes de marzo que se cerraron las aulas por el estado de alarma, se escuchan los pájaros más que nunca. En el enorme pasillo central, columna vertebral de esta universidad, no hay ni un alma. El viento sopla con fuerza pocos minutos antes de que descargue una fuerte tormenta. El silencio en la Olavide tiene, sin embargo, las horas contadas. Las aulas ya están listas para empezar el próximo lunes 21 de septiembre un curso en el que, como ya aprobó el Consejo de Gobierno antes de las vacaciones de verano, la enseñanza será “multimodal”. Esto se traduce en que cada una de las siete facultades que hay en el campus habrá podido diseñar una formación presencial, telemática, semipresencial o asincrónica (actividades no presenciales que el alumno puede realizar en cualquier momento, no necesariamente en la hora de la clase).

Los alumnos van a recibir sus clases en su horario, asegura la vicerrectora de Estudiantes de la Olavide, Mercedes de la Torre

La vicerrectora de Estudiantes de la UPO, Mercedes de la Torre, enseña a Viva Sevilla el resultado de meses de trabajo para tener el campus preparado para que los 10.000 estudiantes que están matriculados este curso reciban su docencia. Porque ésa es la clave: “Esto no se va a convertir en la UOC o la UNED –universidades a distancia y con formación íntegramente online-. Esta situación es circunstancial. Los alumnos van a recibir sus clases en su horario”, explica De la Torre, que recalca que han sido las facultades las que han diseñado cuál es el modelo de formación más adecuado en función al número de alumnos que tienen y de las características específicas del grado.

En este sentido, y tras confirma en agosto la Junta a las universidades que la distancia mínima en las aulas tiene que ser de un metro y medio, hay facultades que este lunes sí podrán empezar a recibir a alumnos, caso de Experimentales y Ciencias del Deporte. En cualquier caso, la UPO se ha dado un plazo de tres semanas para testar cómo funciona la organización del curso y poder así ir ajustando. “La presencialidad va a venir marcada por los espacios y el número de alumnos. Debe imperar la prudencia”, apostilla la vicerrectora.

Las aulas de la Olavide -121- son en un porcentaje amplio espaciosas. Pero los aforos y las medidas de seguridad mandan, por lo que donde en “condiciones normales” cabían 85 alumnos, ahora entran 23. “Esa es la capacidad Covid”, manifiesta De la Torre.

En todas esas aulas y después de una inversión de 150.000 euros, hay instaladas cámaras con las que se garantiza que los estudiantes reciben la misma formación aunque sea en espacios diferentes (unos en clase y otros en casa o en espacios habilitados en la UPO para que puedan seguir telemática la clase). Ochenta y ocho aulas cuentan con un sistema de cámaras para clases más estáticas, en las que el profesor, desde su mesa, da sus explicaciones al tiempo que puede mostrar documentos o incluso escribir notas adicionales.

Pablo de Olavide.

En las 33 aulas restantes, las cámaras que se han instalado permiten al docente moverse por la tarina y que, en ningún caso, se salga del plano. Además, en este tipo de aulas, los profesores llevan un micrófono de petaca para que se les escuche con nitidez. La universidad ha editado tutoriales que ha colgado en su página web para que los docentes vayan familiarizándose con los nuevos medios tecnológicos. De la Torre aclara, no obstante, que en la UPO hay “experiencia” en formación online, ya que hay un porcentaje importante de profesores que imparten másteres telemáticos.

Pablo de Olavide.

Las clases no se van a grabar, aclara la vicerrectora de Estudiantes, en una de esas aulas que en poco más de dos días empezará a recibir alumnos. Gel hidroalcohólico a la entrada, que será de uso obligatorio, y separación de un metro y medio. No se tomará la temperatura y habrá listas de rotación que han elaborado los centros para evitar “aglomeraciones”. Aunque la asistencia a clase en la Universidad no es obligatoria, sí que se va a pasar lista todos los días y se va a apuntar el número del asiento en el que esté ubicado cada alumno para hacer un “registro de rastreo”. En caso de que haya un caso positivo o contactos, se facilita así el cerco al virus con rapidez. Las ventanas y las puertas permanecerán siempre abiertas durante la clase y, entre clase y clase, habrá 10 minutos de ventilación sin nadie dentro del aula.

Para aquellas clases que se vayan a dar en modo semipresencial, la Olavide ha habilitado espacios para aquellos alumnos que tengan que recibirlas online pero prefieran hacerlo desde el campus antes que en sus casas. En estas aulas, habrá un auxiliar que entregará a cada estudiante un número que le asigna un asiento. A su salida, ese asiento será desinfectado. La limpieza será uno de los elementos claves en este curso. Se ha reforzado el servicio con 200 horas más respecto al curso pasado, lo que se traduce en una treintena de personas más en plantilla. Se harán tres limpiezas por la mañana y otras tantas por la tarde.

Mercedes de la Torre asegura que la obsesión de la UPO ha sido garantizar la “seguridad” de toda la comunidad universitaria, especialmente, de los alumnos, que ella está convencida de que están “ilusionados por volver”. Desde marzo, en la Olavide sólo se escucha a los pájaros. A partir del lunes, los trinos se mezclarán con el trasiego lento y paulatino de estudiantes, profesores y personal de servicio. Hasta que el virus quiera y deje.   

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