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Cádiz

Dos gaditanas y el viaje de sus vidas que acaba en una "montaña rusa"

Elena y Marisa, dos profesoras jubiladas de Cádiz, se fueron el 2 de marzo a Nueva Zelanda. Ahora, tras una odisea, esperan volver el próximo 16 de abril

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  • Fotografía cedida de Elena y Marisa, dos profesoras jubiladas de Cádiz. -

Elena y Marisa, dos profesoras jubiladas de Cádiz, se fueron el 2 de marzo a Nueva Zelanda pensando en hacer el viaje de sus vidas. Confinadas a 20.000 kilómetros de distancia de sus casas, el coronavirus lo ha convertido en una aventura bien distinta, toda una odisea.

"Estamos como en una montaña rusa", explica a EFE por teléfono Elena López Torres, de 67 años y profesora jubilada de la Universidad de Cádiz.

Puede ahora contar su peripecia con el alivio de saber que, tras una infinidad de cambios de billetes de avión, por fin han encontrado la forma de volver a España en un vuelo que, si no hay más cancelaciones, partirá el próximo 16 de abril.

Elena y su amiga Marisa Martínez Lafuente, de 61, profesora jubilada de educación física, llevaban cinco años preparando este viaje, el tiempo en el que la primera esperaba que su amiga también dejara de trabajar.

Dispuestas a disfrutar durante un mes en una autocaravana alquilada de la espectacularidad de los paisajes de Nueva Zelanda, partieron de Cádiz el 2 de marzo, dos días después de que se confirmara el primer caso de coronavirus en España.

"Nunca pensamos que la situación iba a ir a más. Era impensable. No se tenía esa conciencia de que fuera a pasar nada semejante", cuenta.

Por eso nunca se plantearon que aquel virus que había confinada entonces a millones de personas en China, acabaría desbaratando su plan.

Durante los primeros días recorrieron la isla Norte y el día 11 cruzaron en "ferry" el Estrecho de Cook para llegar a la Isla Sur.

Aunque las noticias que llegaban de España "resultaban cada vez más preocupantes" continuaron su periplo hasta que Emirates Airlines les comunicó que cancelaban su viaje de vuelta, previsto para el 3 de abril, pues habían dejado de volar a España.

En la embajada española les aconsejaron regresar cuanto antes a España. "Dijimos adiós a todo lo que ya no íbamos a ver y condujimos hasta Christchurch, la ciudad en la que está el aeropuerto de la isla Sur.

Devolvieron la autocaravana quince días antes de lo previsto y corrieron al aeropuerto para tratar de conseguir un vuelo, sin pensar que aquello se convertiría en una odisea para saltar los cierres de los espacios aéreos.

Con la ayuda de sus hijas, todas en países distintos, consiguieron primero sendos billetes para volar una a Niza el 24 de marzo y la otra a Ámsterdam el 26.

Pero después Emirates Airlines los canceló también y anunció que no volvería a volar a Europa hasta finales de mayo.

Con otra compañía, Qatar Airlines, consiguieron billetes para volar a Madrid el día 27.

Pero ese mismo día, el gobierno neozelandés anunció que en 48 horas habría una restricción total de movimientos, con lo que las gaditanas no podían tomar un vuelo para saltar de una isla a otra y tomar en Auckland el avión hacia Madrid.

Han hecho falta tres cambios más de billetes y rutas hasta que han conseguido el 16 de abril unos vuelos con el que viajarán a Madrid, vía Frankfurt.

"Los compramos con la esperanza de que la presión internacional hiciera mella en el gobierno neozelandés de prohibir los vuelos internos. Aún no sabíamos si podríamos cogerlo pero este jueves (2 de marzo) el gobierno ha anunciado que permite vuelos domésticos para los extranjeros que quieran salir"

Entre tanto les ha tocado hacer el confinamiento en un apartahotel.

Con cinco millones de habitantes que viven muy dispersos, el confinamiento, decretado cuando apenas había detectados cien casos de contagios, es más relajado en Nueva Zelanda que en España.

"Además de salir a comprar, se puede salir a hacer deporte para mantener la salud mental. Dejan ir en solitario o con las personas con las que se conviva a pasear, correr, montar en bici o en patinete. Aconsejan que sea una hora, de forma local y no tocar bancos, barandillas ni nada", cuenta.

"La posibilidad de salir un rato lo cambia todo", dice mientras se imagina la situación del confinamiento en España.

A la espera de que su nuevo plan de vuelta no naufrague, Marisa y Elena tratan de no "asustarse" con las noticias que les llegan de España. "Es terrible", dice Elena.

Tienen claro que cuando lleguen harán por prevención catorce días de aislamiento.

De momento no creen que empleen este tiempo en planificar un viaje. "Sólo queremos llegar a casa y asimilar todo esto, porque ha sido un torbellino".

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