En la agenda del COI, los años impares siempre se han dedicado a lo mismo: elegir la sede de los Juegos Olímpicos.
Y, ya que estaba reunida, la asamblea aprovechaba para renovar sus cargos internos y para celebrar el éxito de los últimos Juegos, los disputados en el año par inmediatamente anterior.
Pero este 2021, ni una cosa ni otra. Será un año impar insólito en el habitual discurrir de la actualidad olímpica.
No se puede elegir la sede de los Juegos de 2028 -hasta ahora se asignaban con un margen de siete años- porque ya está elegida. Y no se podrá hacer balance de los Juegos de 2020 porque se disputarán en 2021.
Estas dos alteraciones van a marcar, pase lo que pase en el futuro, el mandato del alemán Thomas Bach al frente del Comité Olímpico Internacional (COI)., presidente del COI desde 2013. Fue elegido para el cargo en la misma Sesión en la que Tokio ganó la sede de 2020 a Estambul y a Madrid.
El mundo comenzaba entonces a salir de la crisis económica de 2008, que dejó en la familia olímpica una secuela inesperada: de pronto, los gobiernos de todo signo perdieron el interés por organizar los Juegos. Después de años de austeridad, desempleo y ajustes severos, ministros y alcaldes no encontraban manera de justificar que los impuestos de los ciudadanos se dedicasen a sufragar la gran fiesta de los Juegos. Cada vez que convocaban un referéndum sobre una candidatura olímpica lo perdían.
Thomas Bach vio retirarse incluso a una aspirante de su propio país, Hamburgo. Los dirigentes olímpicos, que habían vivido no hace tanto épocas en las que habían tenido que elegir entre más de diez ciudades, se encontraron con las manos casi vacías.
Las pocas ciudades interesadas en los Juegos de 2024 se fueron apartando de la carrera hasta que todo se redujo a un mano a mano entre París y Los Ángeles.
El COI hizo de la necesidad virtud y negoció con ambas ciudades un acuerdo sin precedentes: concedería a París la edición de 2024 y a Los Ángeles la de 2028. Era la primera vez que se asignaban dos Juegos a la vez. La decisión se ratificó el 13 de septiembre de 2017 -año impar- en Lima.
Las dos únicas ciudades fieles a la causa olímpica quedaron conformes y el COI se garantizó dos socios potentes, Francia y Estados Unidos, a la espera de que más ciudades se animen para 2032.
El COI ya no tendrá que elegir, por tanto, los Juegos de 2028 en 2021. Pero a cambio tendrá que sacar adelante otros Juegos, los de Tokio, que acaban de ser aplazados en un intento de esquivar la pandemia de coronavirus. Serán los primeros en celebrarse en año impar, aunque seguirán llevando la denominación de Tokio 2020. Nunca antes se habían pospuesto unos Juegos, aunque sí cancelados los de 1920, 1940 y 1944 por las dos guerras mundiales.
Uno de los asuntos pendientes en "el gran puzzle" que el COI debe recomponer ahora es la organización de la Sesión o asamblea del COI prevista para este año, en vísperas de los Juegos. Se desconoce aún si podrá celebrarse en 2020 y en qué ciudad. La Sesión de 2021 está concedida a Atenas, pero ahora tiene toda lógica que la reunión de ese año vaya ligada a los Juegos y sea también en la capital japonesa.
Cuatro días después de aplazar los Juegos, la agenda que aparece en el sitio del COI en internet no se ha dado todavía por aludida: mantiene las fechas de los próximos 21 y 22 de julio para la Sesión del COI y la del 24 para la inauguración de los Juegos.
Deportes
Un insólito año impar en el ciclo olímpico
En la agenda del COI, los años impares siempre se han dedicado a lo mismo: elegir la sede de los Juegos Olímpicos
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