Salvador Vivo (Jaén, 1952) es uno de los nombres del Carnaval de la capital, miembro de la Peña El Cigarrón, la comparsa que representa un época dorada de agrupaciones, con una trayectoria marcada por primeros premios, pero sobre todo, por llevar el Carnaval a la calle, por dedicar letras a una ciudad de la que recibió la cercanía del público.
A finales de la década de los ochenta, de forma casi inconexa, Salvador Vivo y otros jiennenses que habían formado parte de la Tuna Universitaria de Jaén se animaron a participar en el Carnaval, dando vida a la comparsa El Cigarrón en el año 1988.
Él lo hizo como voz y durante muchos años con percusión (bombo). “Nos inquietaban las actividades musicales. Fruto del academicismo y el buen gusto musical que nos dio la Tuna, nos formamos como comparsa, a diferencia de lo que entonces eran las murgas, abandonando las letrillas tradicionales. Nos fijamos en el Carnaval de Cádiz. Adoptamos la forma gaditana, con salvedades. Hemos cantado en Cádiz y no se creían que fuéramos de Jaén”, recuerda. Y por qué se llamaron El Cigarrón: “Nos hacía gracia lo que representaba ese bicho. Surgió como una de tantas bromas con los amigos”, responde.
Un grupo de entre 13 y 18 hombres se convirtió en la comparsa de Jaén, con méritos propios. Hasta 2005, durante 17 años de Carnaval, siempre fueron primer premio de agrupaciones, salvo un año. “Para nosotros, la época dorada del Carnaval han sido todos los años que lo hemos vivido como El Cigarrón”, valora.
Esta comparsa ha contado “con grandes nombres” como como Rogelio Rojas (compositor y músico); Luis Delgado (Flamencubeando) y el tenor Miguel Ángel Ruiz. “No había jefe de coro, ni director, pero cuando se incorporaban personas de peso, dejaban su impronta. La comparsa brilló mucho”, agradece. Personalmente, reconoce que es “una forma de conectar con tu ciudad, de cantarle al pueblo”. Y es que “te implicas y, socialmente, el Carnaval te hace más rico”.
Pero, y ¿cómo lo vivía la ciudad? “El Carnaval en el parque reunía a mucha gente. Fueron años de mucha participación en la calle. Si ibas a locales nocturnos, había una cantidad enorme de gente disfrazada”, asegura. Como comparsa han sonado en el Felipe Arche, el Auditorio de La Alameda, el teatro Asuán y el Darymelia, que se quedó pequeño. “El Carnaval es de la calle. Cantar en un escenario es interesante artísticamente, pero cantar a la gente hace que notes cómo lo viven, por la cara de sorpresa o la gracia que ves en el público. Cantar teniendo a la gente a dos metros de ti, dedicar un tema a una señora mayor o alguien que conoces, esa cercanía del público es lo que hace que el Carnaval tenga vida”, explica.
Recuerda que “decir que el Chiricoro del Goya o El Cigarrón cantaban en la ciudad, era un revulsivo para los jiennenses”.
Que vuelva el desfile de Carnaval es “muy importante”. Dice: “El Carnaval entra por los ojos y, luego, se vive, te agrada y te engancha. Tiene que ser un desfile vistoso, de forma permanente y no un año sí y luego nos escondemos porque no hay presupuesto”. Señala que “a las agrupaciones hay que apoyarlas porque organizar un Carnaval es un esfuerzo enorme” y que “a los munícipes debería interesarles más el Carnaval como factor de animación cultural, no sólo en febrero”.
Como capital, “Jaén tiene que tener muchos ribetes culturales y artísticos” y el Carnaval es “tradición, no deja que se olvide lo que pasa en la vida ciudadana, tiene esa memoria interesante”, además de que “reúne a la gente y la hace estar viva”.
Aconseja a “todo el mundo” a participar. “El Carnaval es divertido. Si entras, sigues y de forma constante”, termina.