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Unos veinte drones sobrevuelan Madrid cada día, la mayoría se sanciona

Este viernes un dron sobrevoló la zona del Congreso de los Diputados, el jueves otro lo hizo sobre el Palacio Real y el sábado pasado otro más en la Plaza Mayor

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  • Drones. -

Bastan unos segundos desde que una persona activa un dron para que salte la alerta a las fuerzas de seguridad en Madrid, donde todos los días se registran una veintena de incidentes con estos aparatos, cuyo vuelo en la capital está por norma general prohibido, por lo que la mayoría se sanciona.

Sin ir más lejos, este viernes un dron sobrevoló la zona del Congreso de los Diputados, el jueves otro lo hizo sobre el Palacio Real y el sábado pasado un tercero en la Plaza Mayor. En todos los casos la Policía identificó a sus "pilotos" en tierra y ha propuesto que sean sancionados por incumplir la normativa.

Pero el incidente más grave registrado recientemente fue el pasado lunes cuando un dron avistado por varios pilotos en las proximidades de Paracuellos del Jarama, en Madrid, obligó a cerrar dos horas el espacio aéreo de Barajas. Policía y Guardia Civil continúan buscando a la persona que lo voló.

CAELUS, EL OJO QUE CAZA LOS DRONES

Bautizado con el nombre de Caelus, en referencia al dios del cielo de la mitología romana, el sistema antidrones lleva operativo más de año y medio. La Policía Nacional lo tiene ubicado en la sala del 091 de las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, situadas en la avenida de Federico Rubio y Gali.

Caelus se nutre de cinco antenas distribuidas por el territorio madrileño encargadas de captar la señal de un dron en el momento en que su "operador" o "piloto" lo activa. En ese instante, el sistema informa a la Policía con precisión del número de serie del aparato, el modelo, la duración del vuelo, la altura máxima que ha alcanzado o la distancia a la que está de la antena de control más próxima.

En el caso del dron de Barajas, el sistema no avisó porque la ubicación del operador y el controlador o mando excedía el alcance de las antenas instaladas. A pesar de que no se detectó, el inspector jefe del servicio de Telecomunicaciones, José Luis Boto, ha apuntado que la búsqueda está acotada y antes o después será localizada esa persona.

El suceso de Barajas es un ejemplo grave y una muestra de que "un dron no es un juguete, aunque se venda en las jugueterías", deja claro Boto, que explica que al día se registran entre 20 y 25 vuelos.

La mayoría acarrea multa que puede ir de la menos gravosa, 60 euros hasta los 4,6 millones de euros, ya que se pueden incumplir varias leyes: la de Seguridad Ciudadana, la de Seguridad Aérea o el derecho a la intimidad.

PROHIBIDO VOLAR UN DRON, NI SIQUIERA DE JUGUETE

Por norma general, volar un dron en Madrid está prohibido. Restricción total en ocho kilómetros a la redonda del aeropuerto madrileño y en otros aeródromos como el de Cuatro Cientos, Getafe o Torrejón. A estas instalaciones se suman otras especialmente protegidas, como infraestructuras críticas, hospitales o las Cortes.

Eso no quiere decir, matiza el inspector jefe, que una persona no pueda usar su dron. Por ejemplo, si pides permiso y cuentas con autorización puedes hacerlo en el Retiro o la Casa de Campo, un lugar donde es frecuente que la Policía identifique a muchos usuarios con aparatos menos profesionales.

Por eso, la Policía aconseja a quien tenga un aeronave no tripulada que consulte la página web de Enaire (www.drones.enaire.es) para planificar su vuelo y saber qué permiso necesita. Y ojo, aunque se cuente con un permiso, nunca se puede volar por encima de los 120 metros de altura.

No lo hizo el pasado año un hombre que activó su dron en el distrito de San Blas para dirigirlo hasta el estadio Wanda Metropolitano donde se disputaba la final de la Copa del Rey. Su objetivo era hacer fotos nada más, pero le salió cara la sesión porque fue multado con 35.000 euros.

Al tratarse de un evento de masas y, por tanto, entrañar riesgo para la integridad de las personas el vuelo de ese aparato, la Policía lo neutralizó con un sistema portátil que distorsiona las órdenes que el piloto le da al dron y consigue hacerse con el control de la señal para devolverlo al origen en coordinación con una patrulla policial. 

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