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Crónica de una jornada electoral tranquila menos para los socialistas

Desde por la mañana de notaba que la participación no sería para tirar cohetes y la incógnita de la jornada era saber qué parte del electorado votaba.

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Las campañas de los grandes mítines han pasado a la historia entre otras cosas porque pocos partidos se atreven a convocar a centenares de personas a un acto político. Además de que es caro porque a escuchar un programa sólo irían pocas personas. Otra cosa es poner música y diversión tras escuchar a los candidatos.    

Sólo el PSOE que logró aglutinar a más de 600 personas en la mayor sala de los Cines Plaza y los andalucistas ahora con la marca Andalucía por Sí se arriesgaron a no llenar, que es lo que se teme. Fran Romero, con un montaje que siguió el esquema del que ensayó en 2015 en el Centro de Congresos, llenó el Real Teatro de las Cortes.    

Los populares llenaron el auditorio del Centro de Congresos y Ciudadanos convocó a un acto más íntimo en el Plaza, con un centenar de personas. Los demás partidos hicieron de la sencillez su principal virtud pero cumplieron con la reglamentaria presentación de candidatos.    

Esta semana pasada, la última de campaña, las despedidas fueron al aire libre en el caso de los andalucistas, en el Parque Almirante Laulhé y con una nómina de artistas bien larga, principalmente flamencos y con el sello de la ilusión que han paseado durante estos quince días.    

El PSOE despedía la campaña en una sala de fiestas y el PP de José Loaiza lo hacía en la calle, entre la gente de los barrios. Eran los últimos momentos de las nueve candidaturas -aunque a Falange Española de las JONS se le ha visto poco- para pedir el voto antes de la jornada de reflexión. No ha sido una campaña reñida porque no ha habido debates y la mayoría de los partidos se ha centrado en presentar sus propuestas dejando las de los demás sin comentarios.

Sólo los que no han presentado proyectos “faraónicos” como nuevos campos de fútbol o la riada de piscinas que andalucistas y socialistas están por construir en la ciudad -y todas con el levante de frente- ha criticado la oferta de los dos partidos del Gobierno en funciones. Los demás se han centrado en presentar a la ciudad una oferta doméstica, “real” que ha sido el término mas usado y con el fin de mejorar el día a día de los ciudadanos. Nada de cambiar un sistema productivo a fondo a pesar de que año tras año se comprueba que ese sistema no funciona.    

En la jornada de este domingo ya se notaba que esa movilización que habían pedido todos los partidos sin excepción en las declaraciones realizadas a pie de urna -em realidad la piden siempre, para parar parar a la izquiera o para parar a la derecha- no se estaba dando y el candidato de Podemos, Ernesto Díaz, daba la voz de alarma.

A las dos de la tarde la participación apenas subía medio punto sobre la de 2015 a la misma hora y a las seis de la tarde, lejos de mejorar, perdía un punto y medio con respecto a hace cuatro años. Apenas había votado un 39 por ciento sobre el 40,60 por ciento de 2015. Más Europa que La Isla Curiosamente todo lo contrario estaba ocurriendo en los dos avances con las elecciones europeas, que a las dos de la tarde en San Fernando arrojaba una participación de 6,59 puntos porcentuales con respecto a 2014 y a las seis sumaba 9,84 puntos.

O sea, que a las seis de la tarde habían votado en las Europeas casi las mismas personas que en las Municipales. Eso, teniendo en cuenta los anteriores comicios, es ganar por goleada. La única esperanza a las seis de la tarde era que la gente estuviera en la playa y finalmente la participación levantara el vuelo, al menos para maquillar las cifras.    

El resultado final no hizo sino ahondar en el problema y al cierre de los colegios eran dos puntos menos de participación en unas municipales tranquilas por parte de los partidos, pero como se ha comprobado, por parte de los votantes que o han escuchado el mensaje y lo han dado por bueno o simplemente no les ha interesado nada.  

Los análisis, con todas las cifras sobre la mesa, tendrán tantas interpretaciones como partidos y todas serán buenas para todos. O casi.

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