En Juego de Tronos los personajes masculinos lideran el abultado y siniestro ránking de muertos pero los femeninos acumulan cuotas de poder que la mujer del medievo sólo podía lograr a través del matrimonio, según un estudio académico que ha abordado la ficción de HBO desde la perspectiva de género.
La irlandesa Dawn Klos, de la Universidad de Dublín, y la española Mayte Donstrup, de la de Sevilla, han presentado este viernes, en un congreso internacional celebrado en la capital hispalense, las conclusiones de su estudio "Todos los hombres deben morir... pero nosotras no somos hombres".
Lo cierto es que desde que el patriarca de los Stark pierde el cuello (sin querer) nada más empezar la serie, ser hombre en Juego de Tronos es casi es sinónimo de tener un contrato de corta duración con la productora.
Ante un auditorio formado por seguidores capaces de recitar de memoria diálogos que han ido escuchando durante las ocho temporadas de la serie, que llega a su fin en España en la madrugada del lunes tras casi una década y ocho temporadas, Klos ha llevado al medievo el debate para comparar la situación de las mujeres de la época “que adquirían poder al casarse”, con las que manejan la situación en la pantalla sin necesidad de llevar anillo.
Y es que en la serie se dan casos de mujeres que “no están casadas, se casan, y adquieren valiosos poderes cuando la compañía masculina desaparece”, con lo que “realmente tienen mucho poder lejos de los hombres”.
Eso, por no hablar de Daenerys Targaryen, la reina de dragones a la que da vida la británica Emilia Clarke, que sólo tiene relaciones esporádicas con hombres, nunca se ata a ninguno, y maneja un poder absoluto sobre el resto de los protagonistas, con altibajos, quizás, pero poder y al fin y al cabo.
Mayte Donstrup va más allá, y elige directamente el Trono de Hierro como elemento de fondo para argumentar que “el poder, junto con la gloria, sigue siendo la recompensa más alta de los hombres y mujeres que aspiran a conseguir esa sustancia metafísica”, y ubica en sus argumentos a Cersei Lannister, de la que dice que “lucha por tener poder y que sus hijos lo tengan también”.
“Ella nace en una casa en la que su poder proviene de la traición, aunque es verdad que el poder debe provenir de alguna fuente, así como debe proveerse de algunos elementos para su gestión”, y la califica como alguien que aplica “el poder condigno, a base de castigos e imposiciones duras a aquello que no se plieguen a sus amenazas”.
A pesar de que su padre "solo le tenía asignada la dedicación de mantener la dinastía través de la concepción de vástagos", consigue dominar a todos los hombres que le rodean y hacer “que hagan todas las tareas sucias”.
Y ahí entra en liza Daenerys Targaryen, quizás el verdadero elemento de poder femenino de la serie, porque, según Donstrup, "al principio no la respetan, porque en su pueblo no es costumbre aceptar órdenes de féminas”, pero el personaje evoluciona de tal forma que “se dan circunstancias como su condición mágica”, y a todos “inculca una convicción firme sobre su persona y su derecho al trono”.
A partir de ahí, la conferencia ha entrado en mucho destripamiento de contenido, ante las sonrisas cómplices del auditorio, y la resolución final de que George R.R. Martin quiso reflejar en su obra a distintas mujeres con distintos estatus de poder, aunque siempre con esa premisa que se le da a los que comienzan a ver la serie por primera vez: “no te encariñes con ningún personaje”.
Aunque a ellas parece que, al menos, un poco sí se les puede coger cariño, porque… bueno, no se puede contar (todavía)
Sevilla
Ellas, las que mandan en Juego de tronos
El autor de la saga literaria quiso reflejar en su obra a distintas mujeres con distintos estatus de poder, aunque siempre con una premisa: no cogerles cariño
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