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Arcos

Una medalla en el corazón

El Ayuntamiento le concede este año la Medalla de la ‘Velá’ Flamenca de las Nieves. Su gran labor ha sido la difusión del flamenco en Radio Arcos

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  • Miguel Durán es sobre todo una buena persona. -

La elección del Ayuntamiento de Arcos para conceder este año la medalla de la ‘Velá’ flamenca de las Nieves no ha podido ser más acertada. Lo raro es que no se le hubiera concedido anteriormente a Miguel Durán ‘Cambayá’, pues solo su apodo dice mucho de su larga historia en el mundo del flamenco y de la estirpe a la que pertenece.

Nació en abril de 1941 junto a la plaza de Las Aguas, en un lugar que siempre ha dado buenos artistas y aficionados. Hoy día es conocido sobre todo por su colaboración en la radio pública de Arcos, donde nunca ha faltado con sus comentarios y programas flamencos. Hijo del legendario cantaor Miguel ‘Cambayá’, ha recibido la noticia de la concesión de la medalla con toda la ilusión del mundo, pero también con la humildad que le caracteriza.
Sus primeros recuerdos en el flamenco se remontan a los años en los que El Alambique fue buque insignia para la afición; un bar situado en la calle Hoya que era lugar de habitual encuentro de la afición. El establecimiento tenía por norma cerrar relativamente temprano, pero en ocasiones ‘la juerga’ continuaba hasta altas horas de la madrugada con los hermanos poetas José y Jesús de las Cuevas, con amigos que venían de fuera de Arcos, cantaores más o menos conocidos...

Como aficionado, es el socio número veinte de la Peña Flamenca de Arcos, que durante unos años fue la encargada, precisamente, de organizar la ‘Velá’ flamenca de las Nieves. Miguel ayudaba en la elección de los cantaores y en el protocolo. Después llegó un periodo de rivalidad con la entonces Tertulia Flamenca, hasta que el Ayuntamiento tomó las riendas de la organización del evento. Miguel conoció los tiempos en los que la Peña Flamenca de Arcos estaba en el Barrio Bajo y después junto al puente San Miguel.


Aunque de niño prometía maneras para el cante, se dedicó de lleno al oficio de talabartero arreglando carros y aperos,  y, con el paso de los años, a la construcción. Trabajó en lugares como Jerez, San Fernando, etc. con una empresa privada.   Pero de alguna manera tenía que seguir con su gran afición, y así, desde prácticamente el inicio de Radio Arcos, comenzó a realizar programas de flamenco. La emisora estaba entonces en Las Canteras. Así han pasado los años, y ahí sigue, aunque ya la cueste subir el repecho de nuestra Cuesta de Belén. Su gran orgullo vital es tener a una hija como Nieves, buena bailaora, y a su hijo Miguel, no menos buen guitarrista.  También una sobrina suya tiene madera para el cante. En fin, la casta.

Todavía emocionado, recuerda los años más gloriosos de la ‘Velá’, por la que desfilaron figuras entrañables como Antonio Mairena, y los tiempos en los que las tabernas eran los templos del cante, de los cantes de gañanía que se decía. Y lo hace con nostalgia y una cierta rabia, porque sabe que los cantes más puros se han ido desvirtuando en favor de las nuevas corrientes y de la fusión entre culturas.

Como buen aficionado, no se pierde ni un recital, estando la mar de contento estos días con la recuperación del flamenco en las calles y plazas de Arcos. Siempre lo hace con su inseparable esposa, doña Juana Serrano, persona que siempre ha acompañado a Miguel en su afición y en sus viajes.
Ahora, en 2018, su Ayuntamiento -su ciudad- lo reconoce otorgándole la medalla de la ‘Velá’ flamenca y, con ello, entregándole su cariño y respeto.

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