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El cincuentenario de la independencia de Guinea Ecuatorial en el Museo

'La perla de África' fue inaugurada este jueves en el Museo Naval de San Fernando que abre también sus dependencias a las exposiciones temporales.

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El Museo Naval de San Fernando inauguró este jueves su primera exposición temporal tras el acto de presentación en la Blioteca del centro con las intervenciones del director, capitaán de navío Fernando Belizón Rodríguez y la directora técnica, Alicia Vallina Vallina. El acto estuvo presidido por el Almirante de la Flota, almirante Juan Rodríguez Garat, acompañado por el Almirante Jefe del Arsenal de Cádiz y de la Base Naval de Rota, vicealmirante Enrique Torres Piñeyro, el Comandante General de la Infantería de Marina, general de división Antonio Planells Palau,  el general de brigada de Infantería de Marina, comandante del Tercio de Armada, Rafael Roldán Tudela, y otras autoridades civiles y militares.

La exposición temporal En la Perla de África está compuesta por un total de 53 bienes culturales. Estas obras, procedentes del propio Museo Naval de San Fernando y de los museos Naval de Madrid, Museo de América, Museo de Pontevedra y Museo Nacional de Antropología, constituyen un relato esencial que narra la presencia de los marinos españoles en estas costas del continente africano. La directora técnica realizó un recorrido por el salón de actos donde se encuentran expuestas las obras e hizo una explicación de la misma.

El grupo de islas de Fernando Poo, -explicó Vallina- situadas en el fondo del Golfo de Guinea, estaba compuesto por la propia Fernando Poo, conocida como La Hermosa, El Príncipe, Santo Tomás y Annobón, descubiertas, según la mayor parte de la historiografía, entre 1472 y 1473 por famosos capitanes portugueses de la época; Fernando Poo, Pedro de Escobar, Bartolomé Díaz y Juan de Santarem. Portugal no mostró interés alguno por colonizarlas hasta que, tras la breve ocupación holandesa de las colonias durante la guerra entre Portugal y Holanda en 1641, vuelven a formar parte de la corona portuguesa. Esta situación se mantendrá hasta que, por el Tratado de San Ildefonso primero y por el Tratado del Pardo después, firmados en 1777 y 1778 respectivamente, María I de Portugal acepta ceder al rey Carlos III de España las islas de Fernando Poo así como la costa guineana entre el río Níger y el río Oogué.

Tras la primera expedición a las islas comandada por el conde de Argelejos en 1778, le seguirán otras muchas, entre las que destacan la dirigida por el capitán de navío D. Juan José de Lerena y Barry entre 1842 y 1843 acompañado del entonces guardiamarina D. Casto Méndez Núñez, la del capitán de fragata D. Nicolás de Manterola y Manterola en 1845 y la del también capitán de fragata D. Carlos Chacón Michelena, primer gobernador residente de las islas en 1858.

Entre los meses de enero y comienzos de marzo de 1883 se realiza la expedición al interior de la isla de Fernando Poo del teniente de navío D. Francisco Romera y Barreda, acompañado del fotógrafo nigeriano W.J Sawyer, uno de los más destacados del continente negro. El testimonio fotográfico de esta expedición fue publicado en la revista La ilustración española y Americana y se exhibe parcialmente en esta muestra con fotografías procedentes de los fondos del Museo de América de Madrid.

Cuando los marinos españoles llegan a las islas de Fernando Poo, la población que habitaba esas tierras pertenecía a la etnia de los bubis. Sus principales actividades económicas eran la pesca y al cultivo del ñame y la malanga (ambos de la familia de los tubérculos). Los bubis adoptaron, por influencia de los españoles, la religión católica, aunque mantuvieron algunas de sus creencias tradicionales, especialmente en la diosa Bisilia o Esila, creadora de la vida y muy venerada por las mujeres.

Tanto hombres como mujeres bubis adornan sus cuerpos con brazaletes, tobilleras, colgantes, cinturones y amuletos con un claro significado ritual. Además, empleaban gorros y sombreros como símbolo de jerarquía social. Los jefes de los poblados recibían el nombre de cocorocós y estaban supeditados al poder supremo del gran rey al que debían guardar obediencia y pleitesía, explicó Vallina.

La exposición tiene un significado especial en aquellos lugares con tradición marinera, toda vez que la antigua colonia fue destino de padres y abuelos de muchos de los militares actuales y de civiles. En muchos casos, esos mismos militares y civiles viviendo en Guinea cuando eran pequeños, caso del propio Alflot, quien manifestó que no sabía si tenía que estar en el acto de presentación de la exposición o formando parte de la muestra.

 

 

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