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Arcos

La Tertulia Feminista Arcense, contra la sentencia a La Manada

El colectivo se reúne a las puertas de los juzgados para rechazar la polémica decisión que envía a prisión a cinco jóvenes por un delito de abusos sexuales

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Concentración a las puertas de los juzgados.

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Concentración a las puertas de los juzgados.

Concentración a las puertas de los juzgados.

Concentración a las puertas de los juzgados.

Concentración a las puertas de los juzgados.

Concentración a las puertas de los juzgados.

La imagen de las manifestaciones celebradas en toda España con motivo de la controvertida sentencia dictada contra la llamada ‘Manada’ tuvo su reflejo en Arcos. En torno a un centenar de mujeres se concentró a las puertas de los juzgados de la ciudad para protestar contra la decisión judicial que envía a prisión durante nueve años a los cinco jóvenes sevillanos que teóricamente abusaron sexualmente de su víctima durante los Sanfermines de 2016.

La convocatoria se llevó a cabo bajo el lema ‘La Manada somos nosotras’ y fue organizada por la Tertulia Feminista Arcense que está en fase de constitución. Es un colectivo de personas con inquietudes feministas que se comenzó a reunir a principios de febrero para llevar a cabo acciones de sensibilización sobre la igualdad de género y también estar organizado ante los efectos del terrorismo machista y las violencias de género. Ya participaron en el Carnavalito del casco antiguo con canciones reivindicando la igualdad, así como en la manifestación de Jerez el 8 de marzo junto con la caravana feminista de la Sierra de Cádiz. Asociaciones, representantes políticos y autoridades se sumaron a las puertas de los juzgados a esta particular marea de mujeres que se sienten ninguneadas y que creen que hubo violación y no solo abusos sexuales.

En el manifiesto leído por el colectivo convocante junto a la Marea Violeta Sierra de Cádiz expresaba: “Queremos manifestar nuestro rechazo y condena a la avergonzante sentencia emitida por la Audiencia de Navarra para los cinco acusados, conocidos como la Manada, en el delito de violación grupal en las fiestas de San Fermín, a una chica de 18 años. El día de ayer era una ocasión excepcional para demostrar que nuestro sistema judicial defiende a las mujeres en una época en la que las víctimas por violencias machistas van en aumento. Tenía que haberse emitido una sentencia ejemplarizante que disuadiera a los nuevos agresores de sentirse impunes, pero no fue así.

Por el contrario, la justicia española nos ha mandado un mensaje vergonzoso a todas las mujeres: si no nos resistimos y nos jugamos la vida no podemos esperar protección ni justicia. ¿Qué debemos hacer las mujeres cuando seamos violadas para que luego nos crean?

No entender la intimidación que conlleva esta violación grupal, es no entender nuestro miedo, es no entender el mundo en el que vivimos, es no entender nada.  Si el Estado como garante supremo de nuestros derechos como mujeres no nos protege, estamos vendidas compañeras.
Una vez más nos trataron como ciudadanas de segunda. Y no lo vamos a permitir, ya no! Esto es violencia institucional. Basta ya de justicia patriarcal.

Exigimos tribunales especializados en violencia de género y sexual, con perspectiva feminista y de género, para que nunca más se den sentencias tan indignas para el conjunto de la sociedad.

A pesar de la alarma social que esta sentencia está creando, está claro que el poder del sistema patriarcal es inmenso.
No es un abuso sexual lo que cometieron estos cinco hombres, fue una violación grupal, con el agravante que supone y que la sentencia no ha tenido en cuenta. Con esta consideración del delito, se rebaja la petición de la pena, de 20 a 9 años, y ya han cumplido casi dos.
Esta sociedad machista sigue protegiendo a los verdugos, mientras culpabiliza a la víctima por su comportamiento. Manifestamos nuestra repulsa e indignación por esta sentencia que solo demuestra que la justicia no nos defiende ni nos protege. Nos posicionamos radicalmente en contra de los abusos judiciales del sistema patriarcal y denunciamos el cuestionamiento al que somos sometidas tanto por su parte, como por la de los medios de comunicación. Un cuestionamiento sangrante que comienza en el mismo momento en el que denunciamos haber sido agredidas, por cuanto nos sitúa como sospechosas en lugar de hacerlo con los agresores. Cargadas de dolor y rabia hemos tenido que llenar las calles para decir alto y claro ‘Yo sí te creo’.

La cultura de la violación está presente de forma constante en nuestra sociedad y es una muestra más del sistema patriarcal. La cultura de la violación es el entorno en el cual la violencia sexual infligida contra la mujer se naturaliza y encuentra justificación tanto en los medios de comunicación como en la cultura popular. Se perpetúa mediante el uso de lenguaje misógino, la cosificación del cuerpo de la mujer y el embellecimiento de la violencia sexual, dando lugar a una sociedad despreocupada e indiferente por los derechos y la seguridad de las mujeres. Es una señal del machismo que asesina, viola, vende y compra nuestros cuerpos y los mercantiliza. No es no.

Las cifras anuales de víctimas asesinadas son apenas un reflejo de las historias personales que hay detrás. Tres mujeres denuncian cada día una violación. Sin embargo, ésta es sólo la parte visible, la cúspide de la pirámide del machismo, son los casos más graves en nuestra sociedad en la que el acoso sexual está a la orden del día. Estoy segura que todas conocemos casos, ya sean personales, o de amigas, hermanas, primas, que alguna vez nos confesaron haber sido violadas, abusadas o intimidadas sexualmente a lo largo de sus vidas, pero por miedo a ser señaladas no denunciaron e intentaron continuar seguir adelante. Las más valientes, las que alzaron la voz para señalar a los verdugos fueron en muchos casos tachadas de locas, y silenciadas con miradas acusatorias por su entorno familiar.

A las mujeres desde niñas se nos educa en un contexto en el que se nos considera ‘inferiores’, meros objetos de consumo para satisfacer los deseos de los hombres, sin derecho a ocupar espacios hasta hace poco prohibidos como la calle, la noche o las fiestas, donde se pone el acento en enseñarnos cómo no ser violadas en lugar de enseñar a los hombres a no violentarnos. Se entiende perfectamente que en este contexto muchas supervivientes callen durante años, o incluso toda su vida, por temor a ser juzgadas por su entorno próximo y por la sociedad.

La ‘manada’ feminista respondió al aullido. Miles de acciones contestaron al grito común que quería transformar la indignación generalizada en refugio, en sororidad. Nos tocaron a una y respondimos todas tejiendo esa red que busca arropar a cada una de nuestras hermanas, a cada una de nosotras, cuando nos golpea la brutalidad del terrorismo machista.

Nos queremos libres, no valientes. Calle, noche, fiestas, también son nuestras, queremos movernos con libertad en todo momento y en cualquier espacio. Nos hemos concentrado aquí para mostrar nuestro apoyo y nuestro calor a la víctima y superviviente, queremos también destacar su valentía y su entereza por denunciar unos hechos brutales, y decirle que nuestra fuerza y nuestro cariño están con ella, como lo están con todas aquellas que sufren agresiones o incluso fueron asesinadas por resistirse. Queremos que sepas hermana que aquí está tu manada. No es abuso, es violación. Basta ya de justicia patriarcal. ¡Tranquila hermana, aquí está tu manada!”, concluye el manifiesto.

Entre los presentes, se pudo ver al alcalde de Arcos, el socialista Isidoro Gambín, junto a sus delegadas de Igualdad y Seguridad, Juana Valle y María José González, así como a la portavoz de Arcos en Común, Susana Pérez, y al concejal de Ai-Pro Leopoldo Pérez, entre otros. 

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