Como destaca un estudio realizado por del Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha, la prevalencia de sobrepeso y obesidad está aumentando en los niños de muchos países del mundo. Diferentes estudios señalan que los niños españoles muestran una prevalencia de sobrepeso superior al 25 por ciento y de obesidad de un 5 por ciento. En el ámbito europeo, España tiene la segunda mayor tasa de obesidad infantil de la UE. Esta tendencia creciente de la obesidad infantil ha sido asociada con cambios económicos, sociales, demográficos y de estilos de vida. Las dietas tradicionales han sido reemplazadas por otras con mayor aporte calórico y un menor consumo de carbohidratos complejos y fibra.
Las principales causas de estas cifras en España son el cambio de hábitos alimenticios (abundancia de dietas poco saludables) y el abandono de la actividad física. Ello supone que se consumen más calorías de las necesarias y no se realiza actividad física suficiente para consumir este exceso. A ello contribuye el desconocimiento de que los niños deben aprender a comer como respuesta al hambre y a parar de comer cuando éste está satisfecho y por otra parte, en cuanto al qué de la alimentación, es tarea de los padres elaborar una variedad de alimentos razonablemente sanas, listas y al alcance. Si la casa está repleta de galletitas, tortas, caramelos, papas fritas, gaseosas y helados, eso será lo que los niños querrán comer.
A este respecto, la Oficina Municipal de Información al Consumidor del Ayuntamiento de Torremolinos entre las actividades programadas para el año 2009 ha incluido la divulgación de la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), estrategia puesta en marcha a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) con el objetivo de sensibilizar a la población del problema que la obesidad representa para la salud, y de impulsar todas las iniciativas que contribuyan a lograr que los ciudadanos, y especialmente los niños y los jóvenes, adopten hábitos de vida saludables, principalmente a través de una alimentación saludable y de la práctica regular de actividad física.
La OMIC de Torremolinos quiere destacar que en el trabajo del Centro de Estudios Sociosanitarios de la Universidad de Castilla-La Mancha se incide en que la obesidad a edades tempranas está asociada con problemas ortopédicos provocados por sobrecarga en el aparato locomotor, alteraciones metabólicas, problemas de sueño, disneas de esfuerzo ante el ejercicio físico, problemas en la piel, hipertensión, etc. No menos importante, es la repercusión sobre el desarrollo psicológico y la adaptación social de los niños con sobrepeso/obesidad. Se ha comprobado que éstos tienen una pobre imagen de sí mismos y expresan sensaciones de inferioridad y rechazo. La discriminación por parte de sus compañeros desencadena actitudes antisociales que los conduce a la depresión y al aislamiento.
Hablar de obesidad infantil es hablar de la obesidad del adulto en el futuro. La obesidad en la infancia tiende a mantenerse en la vida adulta, lo que aumenta significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II, hipertensión, hipercolesterolemia, osteoartritis e incluso algunos tipos de cáncer (como el de mama o de colon).
Decálogo de hábitos alimentarios saludables.
Estrategia NAOS
1. Cuánto mayor variedad de alimentos exista en la dieta, mayor garantía de que la alimentación es equilibrada y de que contiene todos los nutrientes necesarios.
2. Los cereales (pan, pasta, arroz, etc.), las patatas y legumbres deben constituir la base de la alimentación, de manera que los hidratos de carbono representen entre el 50% y el 60% de las calorías de la dieta.
3. Se recomienda que las grasas no superen el 30% de la ingesta diaria, debiendo reducirse el consumo de grasas saturadas y ácidos grasos trans.
4. Las proteínas deben aportar entre el 10% y el 15% de las calorías totales, debiendo combinar proteínas de origen animal y vegetal.
5. Se debe incrementar la ingesta diaria de frutas y hortalizas hasta alcanzar, al menos, 400 g/día. Esto es, consumir, como mínimo, 5 raciones al día de estos alimentos.
6. Moderar el consumo de productos ricos en azúcares simples, como golosinas, dulces y refrescos.
7. Reducir el consumo de sal, de toda procedencia, a menos de 5g/día, y promover la utilización de sal yodada.
8. Beber entre uno y dos litros de agua al día.
9. Nunca prescindir de un desayuno completo, compuesto por lácteos, cereales (pan, galletas, cereales de desayuno…) y frutas, al que debería dedicarse entre 15 y 20 minutos de tiempo. De esta manera, se evita o reduce la necesidad de consumir alimentos menos nutritivos a media mañana y se mejora el rendimiento físico e intelectual en el colegio.
10. Involucrar a todos los miembros de la familia en las actividades relacionadas con la alimentación: hacer la compra, decir el menú semanal, preparar y cocinar los alimentos, etcétera.