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Los renglones torcidos

A veces no basta con el paso del tiempo y el propio convencimiento para enderezar los renglones torcidos del gobierno de una ciudad, a lo sumo un verso suelto

  • El ministro Zoido con Pelayo adquiriendo dulces navideños. -

En apenas dos semanas se han paseado por  Jerez el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido; el primero, presumiendo de jerezanía, como ya hiciera en Semana Santa, y el segundo, por proximidad geográfica -Jerez queda bien cerca de Sevilla como para aprovechar el fin de semana-. Este viernes lo hacía el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, aunque no para pasear -ésta no deja de ser su casa-, sino para inaugurar las celdas rehabilitadas en el ala norte del claustro grande de La Cartuja, financiadas por el Ministerio de Fomento con 1,6 millones de euros.

Las tres visitas tienen en común a tres representantes del Gobierno del PP, las tres le han brindado portadas e informativos en prime time a María José García-Pelayo y, no los busquen, las tres se han llevado a cabo sin la presencia de representantes del Gobierno local que, salvo en el caso de Dastis, a título privado, tenían motivos para estarlo y no lo han hecho, por exceso o por defecto.

En cualquiera de los casos se junta el hambre con las ganas de comer: en el PP saben cómo escuece el impacto mediático de este tipo de visitas en el seno del gobierno socialista y en el PSOE tampoco pierden la oportunidad de retratarlas como un menosprecio a la principal institución de la ciudad, como si los populares vivieran inmersos en una realidad paralela en la que siguen gobernando en la ciudad.

También, en cualquiera de los casos, está por ver el rédito electoral que puedan reportar visitas de esta trascendencia  en el haber de la presumible candidatura de García-Pelayo a las municipales de 2019, a un lado la oportunidad de acaparar portadas, y del PSOE de insistir en su pretendido victimismo institucional, lo que deviene en una particular reedición de las viejas disputas que tanto aliento suelen reportar a las bases de uno y otro lado: imposible el uno sin el otro, sin las herencias y cuentas de unos y otros, pese a lo concurrido que se presupone el patio de aquí a 2019. Jerez, mientras tanto, bien, gracias, aunque sin entrar en detalles.

Si insisten en la estrategia, será porque les ha venido dando resultado. En Cádiz, el alcalde José María González persiste en la suya, retratada con ocasional ingenio por un meme que circula esta semana por las redes y en el que Kichi aparece como concursante del 50x15 y obligado a elegir entre cuatro respuestas sobre su estrategia para enfrentarse a los problemas de la ciudad: a)cambiarle el nombre a una calle; b)cambiar una bandera en la fachada del Ayuntamiento; c)grabar un vídeo con Teresa Rodríguez; d)cantar una copla de carnaval. Creo que elige la “c”, pero yo echo en falta entre las respuestas la intervención de los guionistas de Ilustres ignorantes para afilar el cuestionario o llevarlo más allá del absurdo, aunque a algunos parezca imposible, de tan reconocible todo; por ejemplo: d)inventar un carné para dar de comer a los gatos. Efectivamente, eso ya se le ha ocurrido también; y por qué no hacerlo, si, méritos aparte, según los sondeos publicados hasta ahora le puede valer con eso para intentar repetir como alcalde.

En este sentido, Jerez y Cádiz parecen discurrir en lo político dentro de un plano existencial que escapa a las previsiones del propio Partido Popular, que esperaba en ambos casos el desastre y las posibilidades de avenencia con parte del electorado que les retiró la confianza. Todavía están a tiempo de que ocurra, pero a veces no basta con el paso del tiempo y el propio convencimiento para enderezar los renglones torcidos, a lo sumo para un verso suelto, como ése que se ha escapado en San José del Valle, donde un acuerdo con el hasta ahora concejal de Izquierda Unida les puede llevar en unos días a recuperar la alcaldía de la antigua pedanía jerezana. Será una alcaldía más que sumar al mapa de la provincia, pero más allá de descolocar la unidad en torno al nuevo líder de IU, Fernando Macías -los renglones torcidos no entienden de siglas-, tampoco aliviará el hecho de que caso de aspirar a recuperar las alcaldías de las grandes poblaciones puede tener que verse obligado a hacerlo con su gran enemiego íntimo, Ciudadanos. 

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