Spider-Man frena a Octopus y logra que un tren lleno de personas no descarrile en pleno centro de Nueva York. Pero, ¿cómo harán frente las autoridades públicas al desastre que el superhéroe ha provocado a su paso, arrasando edificios y vías de tren hasta dejar la ciudad hecha unos zorros?
Esta inverosímil pregunta, basada en una escena de la película "Spider-Man 2" (2004), fue el punto de partida del debate "¿Quién limpia este desastre?", uno de los centenares de pequeños actos con premisas tan apasionantes como extrañas que en la Comic-Con comparten espacio con las estrellas de Hollywood y los megaeventos de los estudios.
Tras cuatro días de celebración de la cultura popular, la Comic-Con cierra sus puertas hoy en San Diego (EE.UU.) después de albergar presentaciones multitudinarias y con gran expectación, como las de Marvel, Warner Bros. o "Game of Thrones".
Pero bucear en el programa de la Comic-Con más allá de los paneles del Hall H, el salón distinguido de la feria para los eventos más mediáticos y con una capacidad para 6.500 personas, es adentrarse en un enorme océano de amor por los cómics y sus ramificaciones audiovisuales, que se concreta en diminutos actos para el público más especializado.
"No me puedo creer que tanta gente haya venido a este panel", señaló, medio en broma medio en serio, David Álvarez, concejal de San Diego y que fue uno de los ponentes de "¿Quién limpia este desastre?".
Partiendo del caos que los superhéroes, sin malas intenciones, causan en las ciudades para salvar a la humanidad, diferentes servidores públicos explicaron cómo se actuaría si eso sucediera de verdad, cómo se podría declarar el estado de emergencia o de zona catastrófica y qué sería lo más urgente para garantizar la seguridad de la población.
Vuelta a un caso de estudio, esta vez con "X-Men: La decisión final" (2006). ¿Qué se podría hacer después de que Magneto eleve y traslade el Golden Gate de San Francisco hasta convertirlo en una pasarela a la prisión de Alcatraz?
Y tras calcular la millonada que costaría reparar el icónico puente, los ponentes del panel, entre los que estaba el tesorero de California, John Chiang, acordaron entre risas que habría que buscar la manera de involucrar a las autoridades federales para que aflojaran fondos nacionales.
La Comic-Con es tan descomunal que no le basta con tomar por completo el Centro de Convenciones de San Diego, sino que también lleva su programación a otros puntos de la ciudad.
Así, el hotel Marriott acogió "El negocio de la moda 'geek'", un debate con profesionales de una industria que diseña y vende joyas de "Guardianes of the Galaxia" y "Twin Peaks", vestidos inspirados en "Star Wars" y camisas con motivos de "Wonder Woman".
Allison Cimino, propietaria de la marca de joya RockLove, aseguró que el objetivo de sus colecciones es dar a los fans artículos de "calidad" que "expliquen las aficiones que aman".
El listado de eventos singulares en la Comic-Con fue interminable: desde una ponencia sobre los dilemas legales de la serie "Westworld" a otro que defendía que 1987 fue el año por antonomasia de la cultura "geek" (locos por la tecnología), pasando por el dedicado a la ciencia de "Star Wars" o al próximo medio siglo de "Star Trek" tras su 50 aniversario en 2016.
No hay ningún lugar en el mundo como la Comic-Con, en el que ese tipo de actos tan peculiares compartan programa con las estrellas de Hollywood que desfilaron por San Diego estos días, entre los que destacaron Chris Hemsworth, Cate Blanchett, Gal Gadot, Ben Affleck, Steven Spielberg o Charlize Theron, esta última reivindicando más papeles femeninos en el cine de acción.
La Comic-Con funciona también como un termómetro perfectamente calibrado de las modas, y "Stranger Things", serie de nostalgia "ochentera" de Netflix, llenó este año el Hall H al presentar el tráiler de su segunda temporada.
Y la convención también se dejó sentir como un terremoto en San Diego, con el distrito de Gaslamp convertido en una fiesta de disfraces, los niños del filme "A Wrinkle in Time" causando terror por las calles, los conductores de Uber haciendo su agosto y con una cervecería en North Park, a más de 10 kilómetros de la Comic-Con, que ofrecía descuentos a quienes presentaran su abono de la feria.
Pese al fenomenal circo audiovisual y económico que la rodea, la Comic-Con todavía conserva el entusiasmo por los cómics con el que nació y abundan los puestos de venta de ejemplares "vintage", de segunda mano o de ediciones exclusivas.
El cómic goza de buena salud y, además, se adentra en nuevas esferas. La Biblioteca Central de San Diego, en otro acto de la Comic-Con, acogió un panel titulado "De Astérix a Zeus, cómo desarrollar una colección esencial de novela gráfica para niños".
Ahí se reunieron varios amantes de las viñetas y Mark Siegel, uno de los ponentes, dio una pista para padres y bibliotecarios: "Hidden" de Loic Dauvillier, Greg Salsedo y Marc Lizano, el cómic con el que comenzó a hablar con su hijo acerca del Holocausto.