Las elecciones a Secretario General del PSOE duraron 9 meses y han sido algo embarazosas. Finalmente, la criatura resultó ser un niño y se llamará Pedro.
En plena campaña por hacerse con el poder en el PSOE, Susana trató en ocasiones con dureza a su entonces adversario, hoy líder indiscutido –al menos por la mitad- de su Partido. Una de los dardos más violentos que Susana le lanzó a Pedro fue llamarle persona que no es de fiar: “tu problema no soy yo, eres tú, y cuando la gente no se fía de ti deberías hacértelo ver”.
Quizás la fortaleza dialéctica y la seguridad con la que habló Susana durante los días previos a las votaciones a Secretario General le venían por el arrollador número de avales que consiguió en las primarias. Participó casi el 70% de los militantes socialistas en el proceso de avales y Susana obtuvo más de 63.000 apoyos. Con esas cuentas y papel en mano, la candidata pensó que podía autoproclamarse vencedora de las primarias y verse ya como Secretaria General del PSOE además de futura Presidenta del Gobierno de España, sin esperar siquiera a las elecciones. La frialdad de los números garantizaban a Susana que tenía más de la mitad del apoyo de su partido para ser nombrada lideresa indiscutida e indiscutible. Lo que Susana sabía es que esos números le aseguraban una victoria; pero lo que Susana parece que no sabía es que la política no tiene mucho que ver con las matemáticas. Seguro que ha aprendido esta lección después delo ocurrido el 21 de mayo.
Llegó el gran día de las elecciones, aquel en el que, como en la película “los inmortales”, sólo podía quedar uno. Susana recibió uno de los reveses políticos más grandes de su vida, que sin duda dejarán una honda huella en su trayectoria. La derrota no parece un fracaso personal de Susana, sino colectivo del PSOE andaluz. La compostura post-electoral de Susana no fue la de una perdedora. De hecho, además de no felicitar a Pedro por la victoria (que es otra forma de no reconocerla), tampoco se puso a disposición del nuevo Secretario General, ni hizo un reconocimiento explícito de su liderazgo. Simplemente manifestó que estará “a disposición de su partido”, algo que se interpretó como que hay en el PSOE un Secretario General y “un partido”, como dos realidades inconexas, o versos sueltos.Susana tendrá que gestionar su derrota para contribuir a la unidad, ahora que el PSOE está más partido que nunca en no se sabe cuántas facciones. Por un lado queda el PSOE de los barones, a su vez conformado por otras muchas “familias políticas” que siguen enfrascadas en batallas internas obsoletas,atrincherados en diferentes frentes. La sombra del “guerrismo” y el “felipismo”, como la de los cipreses, es muy alargada. Por otro lado está el PSOE andaluz que, aunque hasta hace no pocos años caminaba por nuestra tierra de modo firme, compacto y seguro, ahora parece que también se desmorona como un iceberg.
La derrota de Susana no tiene en sí misma más trascendencia. La política juega estas pasadas. Lo que sí es preocupante, y seguro que es un argumento para los estudiosos y críticos, es la verdadera causa de la derrota de Susana. Eso sí que tiene más enjundia. Para comprender por qué Susana no ha ganado las primarias del PSOE hay que volver sobre los números. Los números cantan. Un dato de mucho interés es que Susana obtuvo más avales que votos. ¿Cómo se explica el fenómeno? Para avalar, hay que firmar con nombre y apellidos; en cambio, el voto es secreto. Para buscar explicaciones a ese hecho tal vez haya que desempolvar la figura del cacique. En la América de la época de la conquista española (s. XVI), los caciques eran líderes regionales, investidos de autoridad para ciertos asuntos, que tomaban decisiones no del todo vinculantes y que debían someterlas a la ratificación de las asambleas indígenas. Los conquistadores españoles encontraron muchas dificultades con todo ese régimen tan problemático, que generaba caos, por lo que trataron de reorganizarlo para controlarlo. No era infrecuente que en tiempos coloniales, los miembros de las tribus mostraran en público pleitesía al cacique de turno, por miedo a perder la vida, pero que luego sus decisiones no fueran aprobadas en las asambleas indígenas. Y así, con este modo de actuar, las relaciones sociales entre las distintas tribus se fueron descalabrando, también por las traiciones continuas del pueblo a los caciques, que en ocasiones no eran personas de fiar. En la vida todos pasamos por muchas derrotas, casi a diario. Susana ha sufrido el varapalo de una derrota, pero de eso se recupera cualquiera. De lo que es más difícil reponerse es de una traición. Pedro demostró que sí se puede, renaciendo de sus propias cenizas, como el nuevo ave Fénix socialista, que dos veces consecutivas ha conseguido el apoyo mayoritario de las bases del partido. Ahora le toca el turno a Susana. Debería hacérselo ver, demostrar que su derrota no ha sido como la traición a un cacique depuesto, y que la gente se fía de ella.
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