Función número trece y viernes de clasificatorias. Sin mala suerte, la sesión ofreció un ambiente algo frío, con escasa calidad y con serias dificultades para hallar argumentos que lo diferencien de otro día.
El tramo final sirvió para levantar y encender los ánimos de dos agrupaciones gaditanas que enmendaron la función.
Por un lado, la chirigota de Miguel Choza con ‘Qué penita de Concurso’ que rememora a las agrupaciones que han marcado historia. Una representación con Carli y Subiela, en comparsa, El Lobe y El Cabra, en chirigotas, Antonio Rivas y Julio Pardo, en coros, sobre las tablas.
Desarrollan el concurso, el de la tele, el mítico Un, dos, tres. “
Ya están todos contentos” con el nuevo Patronato ya no habrá colas, ni habrá “colaos”. La crítica y la expectación ante un devenir bien diferente a otros años para “quitar la mala fama” del Carnaval y los chirigotero.
Con un ritmo alegre chirigotero y con una afinación más que destacada, cantan en el segundo pasodoble al maltrato de un hijo a su madre.
Ellos lo tienen claro “se conforman con el 1, con el 2 o con el 3”, con los premios, claro está que engarzan con una vecina cuanto menos alegrota.
Garra con la dupla de Cheza y Zampi
"Sobre un montón de huesos" estos depredadores muestran todo un repertorio bajo el manto de Nene Cheza y Zampi, los autores de esta comparsa gaditana. Buena dupla que debe dar resultado más allá de este Carnaval, como plasmaron en un pase completo.
Gran poderío de voces que amoldan con unas plumas que llegan guerreras y reivindicativas, marca de la casa, por otra parte, y que encantan a un público comprometido con la nueva aventura que se embarca el grupo.
Con garra y con pasión desbordan al Cartero Real. "No creo en reyes ni en Borbones" y Miguel Clares se lleva el tercer pasodoble dedicado y, cómo no, a la noble actuación de Enrique Miranda por ceder su puesto al "Rey de los Pabellones".
En el segundo pasodoble, la intolerancia contra los homosexuales cantado con pasión por estos depredadores.
Cuplés alegres que recuerdan a los payasos asesinos y en el segundo a la importancia de devolver los tapeware a las madres.
Depredan un popurrí con clase e impregnada en una alegoría a la defensión del poder mal entendido. Un paso importante y un plus de calidad el que asume este grupo este año como demuestra la respuesta del público que lo despide con aplausos en una apuesta que convence.
Hay depredadores. Sin duda.