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Lo que queda del día

Game over, Pedro

La batalla política está servida, y la espera, de momento, perdida para los parados, como para Pedro Sánchez

Acabo de ver unas imágenes del mitin de Pedro Sánchez en Dos Hermanas. Con tantas plataformas rodeadas de agua y planicies de césped, aquello parecía más bien una pantalla del Wii Party que un acto de campaña para las primarias. En el fondo, ambas pueden acabar con el mismo rótulo: game over, porque, pese a insistir en el papel de Pedro el empecinado, sigue actuando como si nada hubiera pasado, y, es inevitable, el rol que mejor se amolda a su discurso es el de Pedro el despechado y el que lo hace al de su trayectoria reciente el de El candidato cadáver.

De momento le vale para mantener el tirón: las mil personas del acto seguro que se le atragantaron a Susana Díaz en mitad del aperitivo de Alcalá, y que alguno pagara hasta 39 euros por decir “yo estuve allí” tampoco ayuda a minusvalorar la insistencia del candidato irreductible. En cualquier caso, lo peor para Susana, para Patxi y para la militancia afín al nuevo rumbo del partido no es que Pedro Sánchez anunciara ayer su presencia en las primarias, sino que no lo haga Javier Fernández, ejemplar en esta arriesgada transición en la que cabe hacerle escasos reproches; si acaso, que no termine por contagiar su sensatez a cuantos pelean por copar el poder en la reconstrucción del partido.

Tuvo que tener su interés haber estado ayer presente en la reunión de asesores de Susana Díaz, fijando discursos y estrategias de fuga para saber cómo responder a la invasión territorial y emocional de Pedro Sánchez en el “corazón de Andalucía” -lo dijo él mismo-, “en el corazón del partido en España”, recalcó con demasiado entusiasmo para tan poco convencimiento. “Qué poca vergüenza”, debieron sisearle a Susana en mitad del camino hacia Alcalá. Alcalá de los Gazules, ahí es nada. Basta con decir el nombre para tener el discurso hecho. La historia, los apellidos, los recuerdos, la lucha, la referencia... todo lo que, en su opinión, estuvo a punto de traicionar el hombre de la camisa blanca de la esperanza... catalana. Pim, pam, pum, Pedro. Game over.

Lo que tampoco podemos perder de vista es que lo mismo hay en juego en la vida política de Susana Díaz que en la vida real del resto de los andaluces. En ambos casos hablamos de aspiraciones, aunque tomen rumbos distintos, y de entre los segundos hay una parte importante con una fijación determinada: el empleo. Ni siquiera a ellos, porque caen del lado negativo de las cifras, les vale la mejora de los datos de la EPA, salvo para constatar una tendencia que sigue sin rozarles. Normal que se mantengan alertas ante el anuncio de la llegada de cualquier nueva empresa a la ciudad, o ante cualquier otra iniciativa relacionada con el empleo.

Esta semana, por ejemplo, se han presentado las ayudas para poner en marcha escuelas taller y talleres de empleo en la provincia, que son nombres que suenan ya a NODO, del tiempo que han dejado de convocarse, casi el mismo desde el que se viene hablando de que la recuperación del mercado laboral depende de la formación y la capacitación de los desempleados.

Lo mismo ocurre con los planes de empleo de los ayuntamientos otorgados por la Junta de Andalucía. Los confirmaron hace un año, los anunciaron para verano, los retrasaron hasta octubre y ahora esperamos que estén en primavera. Mientras tanto, los potenciales beneficiarios de las contrataciones previstas siguen viendo caer las hojas del calendario a la espera de que acabe el nuevo capítulo del culebrón La celebración de la culpa, como si necesitaran un entretenimiento previo a costa de las disputas políticas de unos y otros por rentabilizar su papel.

De hecho, estos mismos planes de empleo, que eran lo más de lo más para los ayuntamientos, ahora parece que fueron firmados sin leer la letra pequeña. Es más, el retraso no se debe a la falta de dinero, sino a la incapacidad de los ayuntamientos para cubrir los puestos consignados sin tener que recurrir a fondos propios -sorpresa-. Obviamente, la batalla política está servida, y la espera, de momento, perdida para los parados, como para Pedro Sánchez.

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