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La madre de Ortiz rectifica y dice que su hijo no tuvo acceso al piso

Asegura que las obras en el piso acabaron en mayo y empezó a llevar ropa en junio

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La madre del presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, ha rectificado su declaración policial y ha afirmado en el juicio que es "imposible" que en abril de 2014, fecha de una de las agresiones, su hijo tuviera las llaves del piso de Santa Virgilia, ya que ha revisado los WhapsApp de estas fechas y no consta conversación que indique este extremo.

"Estaba en un estado que no podía hablar", ha dicho en alusión a su comparecencia ante los investigadores, donde manifestó que el 10 de abril de 2014 sí le dejó las llaves. Así lo ha manifestado Dolores M.R. por videoconferencia desde Málaga en la sesión del juicio que se celebra contra Ortiz por cuatro delitos de agresión sexual, cuatro secuestros y uno de lesiones. Se enfrenta a una petición de pena de entre 77 y 126 años de prisión.

La declaración ha girado en torno a las llaves de este piso, donde el acusado habría cometido dos agresiones; una en abril de 2014 y otra en junio de ese año. La mujer ha insistido en que en abril su hijo no tuvo acceso a las llaves. Tenía tres juegos. Uno lo tenía el portero, otro ella y uno en la caja fuerte.

Sin embargo, la menor agredida el 10 de abril de ese año manifestó que antes de la agresión en esta vivienda de Ciudad Lineal su agresor se paró en una calle --subió a casa de su madre-- y luego fueron al piso.

No es la única contradicción. También ha afirmado, en contra de lo que dijo su asistenta, que limpió, aspiró y paso amoniaco encima del cubre-colchón donde se hallaron numerosos vestigios incriminatorios. La empleada del hogar afirmó que este colchón nunca se limpió.
Y se le ha preguntado sobre si tenía Orfidal en la casa de Montearagón, donde residía junto a Ortiz. Pese a que los agentes hallaron una caja, la mujer ha dicho que tomaba este medicamento hace años, pero decidió deshacerse de las cajas.

Los investigadores sospechan que Ortiz pudo coger de su madre las pastillas que presuntamente daba a las niñas antes de las agresiones. En alguna ocasión, llegó hasta dar tres pastillas de este tranquilizante.

"Lo llevé al punto de la farmacia. Puede que se quedara alguno. Para que mi hija no cogiera nada, los tiraba. Puede que hubiera alguna pastilla caducada en mi mesita", ha dicho y ha explicado que su hijo no toma medicamentos, apuntando que no sabe si tomaba anabolizantes.

LLAVES EN UNA CAJA FUERTE

Su interrogatorio ha comenzado con preguntas sobre el piso de Santa Virgilia, una vivienda que ha tenido alquilada muchos años y en la que ni ella ni su hijo han vivido. Tenía previsto irse a vivir a esta vivienda en agosto de 2014.

Empezó a llevar muebles en mayo o junio de ese año, especialmente en agosto. Los meses anteriores el piso estaba en obras y era su otro hijo el que se encargó de pintar la vivienda. Ortiz tenía previsto ir a vivir con ella en agosto y solía llevar cosas suyas como su ropa.
A preguntas sobre cuántas llaves había, ha manifestado que una la tenía el portero, otra en su llavero y otra en la caja fuerte. En muchas ocasiones iba a llevar cosas con su hijo. "Él iba solo alguna vez cuando había cosas que pesaban. Sobre todo en agosto. Le dejé pocas veces las llaves", ha contado.

A preguntas sobre si le dejó el 10 de abril de 2014 las llaves, la mujer ha manifestado que ese mes no había nada y que es algo "imposible". Sin embargo, sí ha dicho que en junio se las dejó.
"No tengo nada en los WhatsApp de abril. Es imposible", ha recalcado la mujer, algo que contradice con lo que manifestó ante la Policía. "Estaba en estado que no podía hablar. No sé si sabe lo que le quiero decir", ha destacado.

"Yo en mayo había terminado las obras y empecé a llevar alguna cajita. El grosor lo llevé en agosto", ha reiterado a preguntas del abogado de su hijo, a quien ha señalado que limpiaba mucho la vivienda porque tiene alergia al polvo.

En contra de lo dicho por la asistenta, ha manifestado que limpió, aspiró y paso amoniaco en el colchón y cubre-colchón dónde la Policía halló sangre y una huella palmar de una de las niñas. Además, se localizó semen del acusado.

Finalmente, ha explicado que supo que su hijo estaba detenido cuando los agentes llegaron a su casa del número 5 de la calle Montearagón, en el distrito de Hortaleza. En este lugar, los agentes hallaron ropa interior infantil.

También ha prestado declaración uno de los agentes de la 'Operación Candy' que identificó al pederasta a la salida del gimnasio. La filiación se realizó el 27 de agosto de 2014, cinco días después de la última agresión. Los agentes buscaban a un hombre musculoso, de pelo rubio, de media estatura y con una verruga en la mejilla izquierda.

SÍNTOMAS COMPATIBLES

Además, ha comparecido una doctora del Hospital de La Paz que examinó a la menor agredida el 22 de agosto de 2014. La forense ha relatado que presentaba la entrada de la zona genital hematosa, algo que podría ser compatible con una agresión sexual.

Tras tomar muestras a la menor, remitió las mismas a la Brigada Policial de Policía Científica para su examen. Esta niña fue agredida en un descampado situado al final de la calle Alcalá y próximo a la M-40.

Una de las psicólogas del Centro Especializado de Intervención en Abuso Sexual Infantil (CIASI) que atendió a esta víctima ha explicado a la Sala que estuvo un año en tratamiento, yendo a consulta una vez al mes. "Tenía pesadillas, no podía dormir sola y no podía ir con las luces apagadas por su casa", ha relatado la experta, quien ha destacado que sus síntomas eran compatibles con un abuso sexual.

También ha contado que la niña bajó su rendimiento escolar y, de hecho, repitió curso. Otro de los síntomas que presentó es que tenía una relación más regresiva, más dependiente con el padre. "Se colgaba de él como si fuera una niña más pequeña", ha detallado.

Al tiempo, la sintomatología se activó a los nueve meses y la niña se encontraba peor. "Le afectaba que los niños comentasen lo que oigan en la televisión. Y le preguntaban porque sabían que la niña había sido víctima de esta persona. Se agravaron las pesadillas y los miedos", ha dicho.

A continuación, ha testificado un vigilante de seguridad que se encontró a esta niña tras la agresión. La pequeña estaba debajo de un árbol próxima a unas vallas de este descampado. "La niña estaba llorando, muy nerviosa y alterada. Me dijo que estaba con sus abuelos y un señor la había traído hasta ahí", ha narrado.

Tras ello, fueron andando y al percatarse de que la casa estaba lejos, le preguntó cómo había llegado a ese lugar, respondiendo la niña que ese señor le había llevado. "Un señor me metió en un coche. Me dijo que le había engañado", ha contado.

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