El cantaor flamenco Juan Peña El Lebrijano ha fallecido la pasada noche en Sevilla víctima de una dolencia cardíaca de la que fue operado hace una semana, lo que ha provocado una conmoción en el mundo flamenco, y una manifestación de duelo y homenaje en torno a su figura.
Desde que poco antes de las ocho de la mañana comenzaba a producirse en su pueblo, Lebrija, las manifestaciones de duelo y solidaridad no han parado de llegar a los familiares y amigos del cantaor, que se había afincado en los últimos años en el barrio de La Macarena de Sevilla, donde anoche falleció poco antes de la una de la madrugada.
Pasaban solo dos minutos de las dos de la tarde cuando el coche fúnebre llegaba a la plaza del Ayuntamiento de Lebrija, y allí los vecinos arropaban a la familia hasta acceder a la capilla ardiente, abierta tras un breve recorrido por las calles céntricas hasta llegar a la calle Peña, donde se encuentra el teatro y fue ubicada la capilla ardiente.
El cuerpo llegó en un coche fúnebre blanco a una localidad, donde se han decretado tres días de luto oficial y la bandera del consistorio ondeará a media asta con crespón negro.
Por la tarde, el Ayuntamiento ha celebrado un Pleno extraordinario y urgente en el que se ha homenajeado al cantaor, justo antes de que la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, colocase la bandera de Andalucía sobre el féretro, en presencia de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, y la alcaldesa, María José Fernández, que ha hecho lo propio con la bandera de su pueblo, y Diego Fernández, el presidente del Instituto de Cultura Gitana, que también ha colocado su bandera.
Durante todo el día, el mundo de la cultura, en sus distintas vertientes, está desfilando ante el féretro del cantaor, rodeado de innumerables coronas y presidido por una fotografía de gran formato de una de sus actuaciones.
El tránsito de caras conocidas, como la del cantante jerezano David de María, se alterna con el de personas anónimas que están acudiendo poco a poco a la calle De la Peña de Lebrija, donde se encuentra el teatro.
El torero Curro Romero, el guitarrista Paco Cepero, el cantaor 'Rancapino hijo', su compañera Aurora Vargas, Tomás de Perrate o Inés Bacán son algunos de los representantes del mundo de la cultura que han querido dar su último adiós a El Lebrijano, un cantaor que "mojaba el agua", como lo definió en su día el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, y que respetaba las tradiciones más puristas mientras innovaba en busca de nuevos horizontes.
Biografía
El cantaor, nacido en 1941, era miembro de la familia gitana de Perrate de Utrera, a la que pertenecía su madre María Fernández Granados.
Innovador, pero al mismo tiempo ortodoxo y purista del flamenco, era considerado uno de los grandes del cante "jondo" de la segunda mitad del siglo XX.
Comenzó su carrera artística muy joven, compaginando el cante con el toque de la guitarra, pero a raíz de su triunfo en el concurso de Mairena del Alcor (1964), como cantaor, decidió dedicarse en exclusividad al cante.
Además de protagonizar una intensa actividad investigadora en el mundo del flamenco, impartió cursos de flamenco en universidades como la de Salamanca, la Internacional Menéndez Pelayo de Santander y otras de Francia y Gran Bretaña.
La alcaldesa, en nombre de Lebrija, ha mostrado "su pesar por la muerte de uno de los creadores flamencos más universales de este arte", y ha recordado que en su pueblo natal se siente "profundamente la pérdida, una pérdida irreparable para el cante", ha confesado.
El Lebrijano será enterrado mañana tras un funeral que tendrá lugar en la parroquia Nuestras Señora de la Oliva de su pueblo, la principal de esta localidad que hoy llora la muerte de uno de sus vecinos más distinguidos.