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‘Corazón gigante’: En el buen sentido de la palabra, bueno

Estamos ante una película profundamente sensible, compleja y conmovedora, pero no sentimental, ni ternurista, ni emocionalmente chantajista...

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La firmante ignora si don Antonio Machado calificaría así, como se describió a sí mismo en aquel inolvidable poema, al protagonista de esta película, un enorme -en todos los aspectos, Gunnar Jónsson- pero sí que sabe que ella no pudo verlo de otra manera. No pudo verlo más que como un gigante de corazón bueno, en el mejor sentido de la palabra.

Estamos ante una película nada convencional ni en su fondo, ni en su forma, pese a contener elementos, en uno y en otra, que podrían haber hecho de ella un producto temible. Estamos ante una película profundamente sensible, compleja y conmovedora, pero no sentimental, ni ternurista, ni emocionalmente chantajista.

Estamos ante una película con una historia muy dura, pero que está tratada con la suficiente distancia, para permitirnos sacar conclusiones. Así es, porque muestra ciertos hechos en toda su extensión, pero sin subrayados efectistas o lacrimógenos.


Estamos ante una película que desvela el lado menos ‘fotogénico’ del  presunto paraíso islandés. Estamos ante una película que retrata a cierta clase obrera del país -y ya van quedando muy pocas que lo hagan…- sin épica, ni lírica, ni poética alguna.

Estamos ante una película con un protagonista diferente, de físico y peso descomunales, inadaptado y solitario, pero nada tópico. Con un único amigo y con una pasión hacia el heavy metal y las batallas de la II Guerra Mundial, con las que juega en una maqueta en el comedor de su casa.

Estamos ante una película que narra, entre otras muchas cosas, un incipiente romance entre dos seres marginados, sin autocomplacencias. Con un desarrollo y una conclusión que desafían los clichés. Estamos ante un trabajador al que acosan cruelmente ciertos compañeros matones y, en cambio, respetan e integran, como uno más, otros foráneos.

Estamos ante una película que describe a un hombre extremadamente generoso, sensible, compasivo y respetuoso. Sin habilidades sociales y encerrado en su microcosmos, pero nada estúpido. Por el contrario, eficiente, abierto y receptivo. Con su pequeña vecina, tan abandonada. Con su madre. Con los miserables que le acosan y a los que no denuncia. Con la mujer que despierta su corazón.

Estamos ante una película que muestra a otro tipo de mujeres, a otro modelo de madre, con sus afectos, pasiones, erotismo y vulnerabilidades. Estamos ante una de las películas seleccionadas para debatir en nuestra próxima tertulia del miércoles,  1 de junio.

94 minutos de metraje. Escrita y realizada por el islandés Dagur Kári. La fotografía, gris, desesperanzada y melancólica es de Rasmus Videbaek. La música solo suena cuando debe hacerlo. Su reparto, ya hemos aludido al personaje central, es tan verosímil como excelente.

¿Se ha escrito ya que estamos ante una película que nadie, nadie, debería perderse?

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