El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aseguró hoy que ayudará a la mandataria Dilma Rousseff a gobernar el país "aunque sea la última cosa que haga en la vida" y aseveró que puede conseguirlo incluso si la Justicia mantiene el veto a su nombramiento como titular de la cartera de la Presidencia.
"Aquellos que piensan que sólo puedo ayudar como ministro, se engañan", dijo Lula durante un encuentro con sindicalistas en Sao Paulo.
Horas antes, el ministro Jefe del Gabinete Personal de Rousseff, Jaques Wagner, al que Lula sucedió el jueves en el Ministerio de Presidencia, señaló que el expresidente podría ayudar al Gobierno como asesor si el Tribunal Supremo decide mantener la suspensión de su nombramiento.
La decisión fue tomada de forma cautelar por el magistrado de la corte suprema Gilmar Mendes el pasado viernes al considerar que Rousseff ofreció a su padrino político la cartera más importante de su gabinete "claramente" con el propósito de "impedir" un posible arresto de Lula.
Esta hipótesis cobró fuerza tras la divulgación de unas escuchas telefónicas entre Lula y Rousseff que, según algunos analistas, dejaron entrever que la presidenta habría tratado de evitar una eventual prisión de su antecesor.
Sin embargo, Lula volvió a negar que hubiese aceptado el cargo para acogerse al fuero privilegiado del cargo, que lo blinda ante los tribunales comunes, y sostuvo que la única razón es ayudar a Brasil "a salir de la crisis".
"Dilma ya me llamó en agosto del año pasado y yo no quise (aceptar un ministerio) porque no caben dos presidentes dentro de un mismo espacio. Pero ahora, con la crisis política y los adversarios cada vez apretando más a Dilma, vengo a hacer lo que mejor sé, que es conversar", señaló.
El exmandatario está siendo investigado en diversos procesos y la Fiscalía de Sao Paulo llegó a pedir su prisión preventiva tras acusarlo formalmente de delitos de lavado de dinero y falsificación de documentos, sobre lo que la Justicia todavía no se ha pronunciado.
Sobre las causas de las que es blanco, Lula apuntó: "el nordestino (por su región de origen), que no murió a los cinco años, que escapó del hambre y llegó a la Presidencia de la República, no va a desistir por una docena de acusaciones... que sigan acusando".
Lula se mostró crítico con la denominada operación que destapó el caso Petrobras, la mayor investigación de corrupción en la historia de Brasil, comandada por el juez Sergio Moro, responsable de conducir de forma coercitiva al exmandatario a declarar y por autorizar las escuchas telefónicas que se filtraron a la prensa.
"La operación es una necesidad, pero ya trajo prejuicios para la economía brasileña. Es bueno que os reunáis y hagáis un estudio, porque, cuando todo esto acabe, puede que haya mucha gente presa, pero también puede haber mucho desempleado en este país", advirtió.
El exmandatario volvió a arremeter también contra la oposición, que impulsa en el Congreso la apertura de un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, e insistió en que no existen argumentos para que la presidenta sea depuesta.
"No hay otra palabra (para describir el 'impeachment'), es un golpe y el país no puede aceptarlo", opinó antes de agregar: "si unos de los que están hablando de mí y de mi familia es un centavo más honesto que yo, desisto de la vida política de este país".