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El gran bluf

En qué cabeza cabe que Mamen Sánchez vaya a utilizar la noticia para desacreditar al gobierno (socialista) que abrió las puertas del Ayuntamiento a Zahav, como tampoco reconocerá que la reversión de los terrenos es también una “herencia del PP”

La primera persona a la que escuché referirse a la palabra “bluf” fue Jesús Ruiz, por aquel entonces presidente de la Diputación de Cádiz. Lo hizo para aludir a un fichaje del PP. Todos sabíamos con qué intenciones la utilizó, pero la mayoría tuvo que ir al diccionario para saber qué quería decir exactamente, incluido el propio aludido.

Ahora ha sido Mariano Rajoy quien se ha propuesto recordarnos una de las definiciones de “bluf”: “Montaje propagandístico destinado a crear un prestigio que posteriormente se revela falso”. Hay quien considera que evitó pronunciar una de las otras dos para no verse retratado igualmente: “Persona o cosa revestida de un prestigio falto de fundamento”; pero para el caso que nos ocupa tampoco tiene importancia. Quedémonos con la primera acepción, porque es la que define a la perfección el quiero y no puedo en que terminó convertido el último gran proyecto estrella presentado por el Ayuntamiento de Jerez en el ocaso de los buenos tiempos: la fábrica de automóviles de Zahav.

Este viernes, más de seis años después de su presentación en sociedad, escribió su epitafio definitivo en sede judicial con el acuerdo de devolución de los terrenos cedidos en la Ciudad del Transporte. Fue, no conviene olvidarlo, la gran apuesta personal de Pilar Sánchez, y también le salió bastante cara. Primero, porque logró enemistarla a nivel interno con pesos pesados del partido, ya que el proyecto iba a ubicarse inicialmente en otro municipio de la provincia de relevante calado socialista. Y, segundo, porque la iniciativa empresarial llegó a la campaña electoral de las municipales plagada de sospechas -hasta el candidato de UPyD, Martín de la Herrán, se acercó a los terrenos a grabar un vídeo, móvil en mano, como precursor del género, con el que denunció la ausencia de actividad-.

Hay que entender el contexto, es cierto. Tras el cerrojazo a la fábrica de botellas, que convertía en un páramo el tejido industrial de la ciudad, la posibilidad de implantar una fábrica para el montaje y ensamblaje de vehículos a motor, con una inversión de más de 20 millones de euros, acompañada de la creación de entre 500 y 600 puestos de trabajo directos, eran argumentos más que suficientes para pelear por el proyecto.

Pero, una vez cerrado el acuerdo, empezó a dar la sensación de que en el prospecto no se habían tenido en cuenta las contraindicaciones, y no hizo falta mucho recorrido para que lo que iba a ser la tabla de salvación de Jerez y del proyecto socialista de Pilar Sánchez acabara sirviendo de modelo para retratar el fin de una época, la de los años del exceso, que fueron los de los pactos y las grandes presentaciones; los años en los que se disparó la deuda municipal con una progresión tan alarmante que apenas hubo tiempo para tenerla en cuenta; los años, también, con 17.000 parados en Jerez, pero vinculados a una burbuja tan sobredimensionada que su onda expansiva sigue causando estragos a día de hoy después de su inevitable estallido. Ese tiempo, como digo, pasó a la historia, se acabó, c´est fini, y lo ocurrido este viernes no fue sino el epílogo certificado por un juez.

El Gobierno local ha celebrado la resolución. Tiene ahora a su disposición 50.000 metros cuadrados de suelo industrial que ofertar a otras empresas o emprendedores dispuestos a invertir, generar empleo y riqueza, todo lo que no supo hacer Zahav en seis años.

Y, hombre -por Antonio Saldaña-, en qué cabeza cabe que Mamen Sánchez vaya a utilizar la noticia para desacreditar al gobierno (socialista) que abrió las puertas del Ayuntamiento a la empresa. No lo hará, por supuesto, como tampoco hará, y ahí sí le puedo dar la razón, por reconocer que la reversión de los terrenos sea también una “herencia del PP”. Ése sí que habría sido un gesto para poder hablar de un “tiempo nuevo”, como lo ha sido esta semana el encuentro en Madrid entre Gobierno central, Junta y Diputación para poner orden en el desconcierto de la ITI; claro que, en ese caso, han hecho falta más de mil millones de euros para que lo tuvieran en cuenta.

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