Turquía entra hoy en la recta final de la campaña antes de las cruciales elecciones del domingo, sumida en la tensión y con la oposición acusando al Gobierno de acallar a los medios críticos.
La presión que el Gobierno de Turquía ejerce contra los medios de comunicación críticos se ha convertido así en la mayor piedra de toque en la recta final de la campaña para las elecciones generales adelantadas este domingo.
El incidente más llamativo ha sido la toma de control estatal hoy de dos diarios y dos canales de televisión, todos críticos con el Gobierno del partido islamista AKP, después de que un tribunal ordenara intervenir el holding "Koza Ipek Holding".
Los diarios Bugün y Millet no salieron a la venta y Bugün TV y Kanaltürk dejaron de emitir este jueves, después de que la policía turca se presentara el miércoles en su redacción compartida en Estambul.
Los administradores fiduciarios nombrados por el Gobierno, acompañados por la policía, expulsaron a los periodistas que no aceptaron adaptarse a la nueva línea editorial favorable al AKP.
Formalmente, la empresa está intervenida en el marco de un proceso contra Koza Ipek por "financiación y propaganda a favor del terrorismo", en referencia a los vínculos del conglomerado con el predicador turco Fethullah Gülen, exiliado en Estados Unidos.
Los fiscales turcos describen la red de seguidores de Gülen como "organización terrorista", pese a no conocerse actividad violenta y no existir sentencia judicial al respeto.
El líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, lamentó hoy la intervención como una señal de que "no existe ley ni democracia" en Turquía, cuando un fiscal puede apropiarse de una empresa privada sin necesidad de sentencia.
Pero la presión gubernamental contra la prensa crítica en Turquía no es asunto de esta campaña electoral.
Uno de los periodistas más conocidos de Turquía, Ahmet Hakan, fue gravemente apaleado el pasado primero de octubre por parte de cuatro sicarios, en parte vinculados al AKP en el poder desde 2002.
En septiembre, el diario Hürriyet, el periódico de referencia en Turquía y crítico con el Gobierno, sufrió dos ataques por parte de un grupo de personas enfurecidas que apedrearon la fachada e incluso realizaron dispararos contra sus instalaciones.
Uno de estos ataques lo encabezó un diputado del AKP, Abdurrahim Boynukalin, que pertenece a los rangos superiores del partido y sigue apareciendo en los actos públicos junto al primer ministro, Ahmet Davutoglu, denuncia Hürriyet.
Según prometió otro diputado del AKP, Aydin Ünal, un exconsejero del presidente, Recep Tayyip Erdogan, las acciones judiciales contra la prensa se intensificarán después de las elecciones.
"Les pediremos cuentas después del 1 de noviembre. Si les decimos algo, el mundo nos acusa de interferir con la prensa, así que ahora no tenemos margen, pero después del 1 de noviembre arreglaremos cuentas con todos", dijo Ünal en una entrevista.
Agregó que para ello es importante que el AKP recupere la mayoría absoluta que perdió en junio y pueda formar gobierno en solitario.
La difícil relación del AKP y especialmente de Erdogan con la prensa crítica tiene una larga historia.
En 2013, durante las protestas populares de Gezi, el entonces primer ministro Erdogan llamó desde Marruecos, donde estaba de visita oficial, al canal privado "Habertürk" para eliminar unos subtítulos con declaraciones de la oposición.
La llamada fue filtrada a la prensa y el propio Erdogan acabó explicando que era su deber "enseñar a los periodistas cómo trabajar".
Según denuncias de la oposición, las llamadas desde el palacio presidencial también fuerzan el despido de periodistas críticos.
Media docena de diarios y varios canales de televisión privados se conocen en Turquía como la "piscina" de medios cercanos al poder que únicamente difunden versiones favorables al Gobierno.
Son precisamente altos cargos de esta red de empresas mediáticas los que han sido nombrados administradores fiduciarios del conglomerado intervenido Koza Ipek y sus diarios y emisoras.