En más de cien años de historia, el Tour de Francia no había tenido nunca un equipo africano, algo que este año ha logrado la formación sudafricana MTN, invitada por los organizadores y que además llevará en sus filas a los primeros ciclistas negros africanos de la historia de la carrera.
Un honor que recaerá en las espaldas de los eritreos Daniel Teklehaimanot, rey de la montaña en la pasada Dauphiné, y sus compatriotas Nahael Berhane y Merhawi Kudus.
No serán los primeros negros del pelotón del Tour, pero sí los primeros procedentes de África, un continente que no ha contado en el pasado con una amplia representación en la Grande Boucle.
Serán los primeros representantes del África subsahariana, que se sumarán a los primeros pasos dados por ciclistas de ese continente, aunque con la piel blanca.
Exceptuando a Chris Froome, británico aunque nacido en Nairobi y criado en Sudáfrica, han sido los sudafricanos los que han firmado los primeros pasos en el Tour de Francia.
Robert Hunter logró en 2007 la primera victoria de etapa logrado por un ciclista procedente de esa nacionalidad y seis años más tarde su compatriota Daryl Impey fue el primero en vestirse de amarillo.
En los años 50, en la época colonial, cuando el Tour se corría por naciones, ya había habido un equipo del Norte de África, bajo administración francesa.
De aquella época data la anécdota que hizo entrar a Abdel-Kader Zaaf en la historia de la carrera, cuando tras una monumental pájara se desmayó en la carretera y un campesino trató de reanimarle rociándole de vino, lo que provocó que a su llegada a la meta todo el mundo pensara que estaba totalmente borracho.
Ahora, de la mano de tres eritreos, el África negra entra de lleno en el Tour de Francia y atrae muchos focos y expectativas.
Especialmente Teklehaimanot, que se convirtió el pasado mes en el primer ciclista en ganar un maillot importante en una carrera de peso.
En sus espaldas, y en las de sus dos compatriotas, reposan las esperanzas de un ciclismo africano que pena para llevar al gran nivel profesional la tradición de las dos ruedas que se vive en algunos de sus países.
Es el caso de Eritrea, un país que no conoce el llano, pero en el que la colonización italiana legó una tradición ciclista que pervive hasta nuestros días.
El ciclismo no llega todavía a pesar en el país como el atletismo, su principal fuente de campeones, pero la tradición de las dos ruedas comienza a pedir paso.
Todo ello con un gran apoyo popular, capaz de convertir en estrellas a los autores de las gestas del país.
Teklehaimanot desfiló en limusina por las calles de Asmara cuando en 2011 se impuso en la Vuelta a Ruanda, el país de las mil colinas, escenario perfecto para el lucimiento de un escalador.
Pero no siempre ha sido sencillo destacar en Eritrea, un país amordazado por las guerras y los regímenes dictatoriales.
El largo conflicto de liberación que le opuso a Etiopía y la autarquía impuesta por sus autoridades tras el mismo, cercenaron cualquier deseo de destacar en una actividad, incluida el ciclismo.
A partir de 2003, el horizonte de los ciclistas eritreos encontró una válvula de escape cuando la Unión Ciclista Internacional (UCI) abrió el Centro Mundial del Ciclismo, dedicado a la promoción de talentos procedentes de países emergentes.
Los ciclistas de ese país comenzaron a despuntar a nivel del continente. Eritrea se apuntó cuatro de los cinco últimos campeonatos de África de ciclismo, tanto en ruta como contra el crono.
Además, desde 2010 no han perdido ninguna contrarreloj por equipos en el ámbito continental.
Ahora dan el salto a la mayor carrera por etapas del mundo. Berhane y Teklehaimanot ya saben lo que es participar en una prueba de tres semanas, porque ambos han corrido la Vuelta a España. Para el joven Kudus será un descubrimiento.
"Es algo fantástico para nuestro equipo y para Eritrea. Vamos a abrir la puerta grande del ciclismo africano, mostrar el potencial de sus corredores, como Daniel (Teklehaimanot), que ya lo apuntó en la Dauphiné", afirma el director de la formación, Douglas Ryder.
Para el entrenador, el maillot de la montaña logrado por Teklehaimanot es la prueba de que "si se ayuda a los talentos de África, se les dan las buenas herramientas, pueden estar entre los mejores del planeta".
"Esto no ha hecho más que empezar", avisa el director del MTN, convencido de que el ciclismo africano tiene unos prometedores años por delante.