Cuestión de descarte. Nápoles por dinero sí, pero deportivamente el Sevilla le echa la pata. Y el West Ham, pues como que no. Al final Unai Emery, esperanzado con la llamada que anhelaba desde hace prácticamente un mes, la del Manchester City, ha visto en cuestión de días como su futuro se acercaba más a "su familia" de Nervión.
Además, es curioso como el propio discurso del vasco ha venido variando progresivamente. Si bien, antes del final liguero y del duelo de Varsovia las dudas planeaban acerca de una previsible marcha, como así se podía rescatar de su enigmático discurso, pero luego y, sobre todo, tras la consecución de la Europa League, Emery lanzó el mensaje más esperanzador ante un Pizjuán a reventar: "Vamos a por la Champions". Todos los allí presentes casi que firmaron en ese instante la renovación del de Hondarribia.
Pero como todo tiene su porqué. Aquella noche Emery ya era sabedor que el City había decidido afianzar su confianza en Pellegrini. Claro, sin rey muerto nada había que hacer. Quedaba la bala del Nápoles, que probablemente de haber ganado el pasado domingo su último encuentro ante la Lazio y haberse colado en Champions mucho hubiera podido cambiar el rumbo del técnico a la hora de tomar una decisión en la reunión con el dirigente De Laurentiis. Pero el italiano poco más que mucho dinero, eso sí, podría ofrecerle al vasco para convencerle, porque de aspiraciones deportiva nada tenía que hacer ante el año que se le presenta al Sevilla.
Por lo tanto. Emery ha escuchado y reflexionado todo lo que tenía que oír y pensar. Y si ningún otro coloso asoma en el horizonte Unai completará su contrato con los de Nervión, donde además disfrutará de la Champions, y el año que viene el fútbol proveerá. Eso sí, ahora está por ver como el sevillismo digiere el modus operandi del de Hondarribia en estos últimos días en los que quizás ha traspasado la barrera del respeto en alguna que otra ocasión.
