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Jaén

Una feria de frustraciones

Los políticos que nos gobiernan, tan estrictos y fuertes con los débiles, deberían dar gracias porque la crisis no haya derivado en un estallido social

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Este año entre muchos de los promotores de casetas de la feria, que suelen ser colectivos con experiencia que responden a fines sociales, es comentario obligado el inédito celo que están poniendo los inspectores, que ha obligado a cumplir con todos los preceptos legales, lo que ha movido, en última instancia, a que una buena parte de los concesionarios de las casetas acabaran por desprenderse de ellas y cederlas a manos más poderosas porque el cumplimiento estricto de la norma se hace a veces incompatible con las tareas altruistas por una buena causa, de ahí que algunas experiencias se salden este año con una enorme frustración. Por supuesto que estamos a favor de la legalidad, pero en absoluto de que se haga regla con la excepción, sobre todo cuando cualquiera podría facilitar una relación a esos celosos inspectores, donde distraerse buscando responsables de pillerías y de irregularidades varias, o simplemente que metan las narices en los escándalos de corrupción en los que tanto dinero esconden sinvergüenzas sin escrúpulos. Si lo que se trata es, como siempre, de ir a la caza del desvalido, desde luego en la feria podrían encontrarse con algún parado de los muchos que hay en Jaén, capital del desempleo, tratando de sumar una pequeña extra a un subsidio, el que lo tenga, para comprar yogures para los pequeños de la casa. Esto hay que atajarlo, piensa el Gobierno, porque es economía sumergida y una gravísima estafa. Además de insensibles los políticos que nos gobiernan, tan estrictos y fuertes con los débiles, deberían ser inteligentes y dar gracias a Dios todos los días porque el panorama tan desolador no haya derivado en estallido social.

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