El presidente interino de Egipto, Adli Mansur, se dirigirá este miércoles a la nación con motivo del fin del mes sagrado musulmán del Ramadán y hablará sobre la situación en el país y el proceso de conversaciones para poner fin a la crisis política, según ha informado la agencia estatal egipcia de noticias, MENA.
El país atraviesa una grave crisis política desde el derrocamiento del expresidente Mohamed Mursi el 3 de julio después de que el Ejército anunciara la suspensión de la Constitución y pusiera al frente de la Presidencia al Tribunal Constitucional.
Desde entonces, el exmandatario permanece detenido en una instalación militar no desvelada. Asimismo, decenas de altos cargos de la organización islamista Hermanos Musulmanes, a la que pertenece Mursi, han sido arrestados y acusados de diversos cargos.
La decisión del Ejército se produjo en medio de una gran movilización contra el mandato de Mursi, si bien sus seguidores también celebraron manifestaciones masivas para respaldarle, si bien de mucha menor importancia.
Hermanos Musulmanes y sus aliados han acusado a las nuevas autoridades de acceder al poder a través de un golpe de Estado militar y de lanzar una campaña de represión contra los movimientos islamistas.
Entre las medidas más criticadas adoptadas por el nuevo Gobierno está el restablecimiento por parte del Ministerio del Interior de las funciones de lucha contra el extremismo y control de las actividades políticas y religiosas, suspendidas tras la revuelta que puso fin en 2011 al Gobierno del expresidente Hosni Mubarak.
Asimismo, la orden del Gobierno para desalojar las sentadas protagonizadas por seguidores del expresidente en base a motivos de seguridad ha sido rechazada por las principales formaciones islamistas y algunos de los grupos revolucionarios más relevantes del país, entre ellos el Movimiento Juvenil 6 de Abril.
En este sentido, la organización Amnistía Internacional (AI) ha advertido de que dicho llamamiento puede derivar en "nuevos abusos y derramamientos de sangre". Según AI, el Gobierno no ha precisado de momento qué medidas se van a tomar para reducir al mínimo los enfrentamientos, las posibles pérdidas de vidas y las lesiones graves.
Casi 300 personas han muerto debido a la violencia política desde el derrocamiento de Mursi, la mayoría de ellas seguidores de formaciones islamistas. Sólo el 27 de julio murieron unos 80 simpatizantes del presidente por disparos presuntamente efectuados por las fuerzas de seguridad.