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Arcos

Un sorteo sin parangón

Desde febrero pasado, el empresario arcense Luis Escribano intenta vender por todos los medios 100.000 papeletas para el sorteo de una vivienda en Pozo Hondón

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  • La vivienda, en Pozo Hondón. -

A simple vista, sortear una vivienda puede resultar un negocio redondo con un somero repaso a las cifras. Sin embargo, si los números se analizan con la necesaria frialdad, se trata de una empresa tan arriesgada como relativamente pionera en España;  carácter que llevó al arcense Luis Escribano a ocupar algunas páginas de periódico y minutos de televisión.
Unos meses después de comenzar su incierta aventura, Luis vive con la incertidumbre de los números, pues todavía -asegura- no ha conseguido los beneficios que hagan merecedor su proyecto.


La vivienda del sorteo se sitúa en el número dos de Pozo Hondón, en un lugar muy céntrico de Arcos de la Frontera. Ocupa la segunda planta del edificio y dispone de una plaza de garaje en una zona donde el aparcamiento escasea. Cuenta con tres dormitorios, dos baños, salón, cocina, patio propio y entrada independiente, además de trastero. La vivienda tuvo en su día un precio de venta de 150.000 euros, que para una casa de casi 90 metros no es un disparate, teniendo en cuenta la ubicación del piso, sus características y que eran otros tiempos.


Si la vivienda no tenía salida en el mercado, como otras tantas que construyó hace unos años y que hoy permanecen vacías o entregadas al banco, sortearla podía ser una solución. Luis Escribano contactó con un notario para comprobar la legalidad de su iniciativa, que en cierto modo le fue sugerida por unos amigos. Tras comprobar la viabilidad y de consultar los efectos en Hacienda, se puso manos a la obra para intentar distribuir en Andalucía -más allá no lo permite la legislación vigente- un total de 100.000 papeletas al precio de cinco euros, aunque en un principio llegó a pensar hasta en 20.


Para poder realizar la distribución, venta y gestión del sorteo, tuvo que darse de alta en la Seguridad Social como lotero, pagando a este respecto unos impuestos muy elevados.
Luis Escribano conocía de precedentes de sorteos de vehículos, grandes cestas, viajes y todo tipo de cosas, pero no de una vivienda. Al menos, en Andalucía.


Aunque la venta de papeletas empezó muy fuerte, las recientes celebraciones familiares, sobre todo las comuniones y otros acontecimientos, le han pasado factura, bajando el ritmo de forma importante. No por ello el empresario arroja la toalla, a la espera de que, con el sprin final -el sorteo tendrá lugar el 16 de septiembre próximo coincidiendo con el de la ONCE- , se anime el ambiente...


Aunque personalmente no puede vender los números fuera de Andalucía, de manera legal ha conseguido que un hijo distribuya papeletas en Asturias, una hija en Madrid, los amigos en Barcelona..., como también las vende, si se tercia, a través de internet, vía telefónica y en plena calle personalmente.  También mediante el banco ha conseguido vender varias a compañeros y amigos.


Este arriesgado empresario admite que su ilusión es que la vivienda que construyó sirva a alguna familia necesitada para ver cumplido su sueño de un hogar digno, que aunque se construya con amor y ternura, requiere de cuatro paredes.
Como tantos empresarios del sector de la construcción y de la promoción de viviendas, ha vivido en primera persona los efectos de una crisis especialmente virulenta con el gremio, aunque en realidad su campo de trabajo de los últimos años ha sido la autopromoción de casas. Si bien en Pozo Hondón dispone de una promoción de cinco viviendas, las que construyó en Fuente del Río tuvieron que ser negociadas con el banco.


Su curioso sorteo no ha pasado desapercibido para otros compañeros promotores de parecida situación económica, por lo que se han interesado por los pasos legales que son precisos dar. No obstante, le admiten en primera persona que están expectantes con el resultado final del sonado sorteo.


En el currículum laboral de Luis Escribano, figura su paso por la vieja empresa carpintera de los Cayetano, donde comenzó con 16 años; por el sector de la construcción y por el del transporte -fue el primero en traer a Arcos las bateas de camiones-, aunque la actividad que le ha marcado empresarialmente ha sido la de autoconstructor. Si bien continúa de alta como empresario autónomo, como todos sus compañeros está a la espera de la vuelta a la tortilla de la crisis para reiniciarse profesionalmente. Mientras tanto, y pese al ajetreo de andar de un sito para otro vendiendo papeletas, procura llevar una vida relativamente tranquila en su vivienda rural situada junto a El Charcón, que comparte con su compañera y con los hijos de ambos.

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