Llega el verano y las fuentes ubicadas en ambos extremos de la conocida Cuesta de la Cinta se han convertido en balnearios urbanos para muchos adolescentes que residen en las inmediaciones del citado espacio público.
Esta práctica de diversión veraniega, que no deja de ser vandálica, es muy habitual en otros puntos de la ciudad y, al margen de la simpatía que puedan ocasionar dichos bañistas, se debe tener en cuenta que bajo el agua hay mecanismos eléctricos que pueden ocasionar daños graves, pues los saltos y juegos que realizan dentro de las fuentes pueden romper las lámparas y ocasionar cortes o descargas eléctricas en horas nocturnas.
Otro de los incidentes, que se puede llegar a prever con este tipo de actuaciones, es la afluencia de tráfico que ronda constantemente por dichas fuentes.
Y es que, el juego de los adolescentes puede llegar hasta la calzada, provocando accidentes importantes, tanto para los conductores como para ellos mismos.
Es curioso, pero cada año se incrementa el número de chicos que abordan las distintas fuentes para convertirlas en sus particulares piscinas, aprovechando, en cierta medida, las carencias que Huelva puede tener en recursos para ofrecer a sus adolescentes este tipo de divertimentos veraniegos. En estas situaciones deberían incidir varias cuestiones importantes que se deben tener en cuenta. Por un lado, mayor control familiar, pues obviamente, las familias lamentarían si llegase a ocurrir algún incidente. También, un mayor control policial, para que se aborde con seriedad dicho vandalismo. Y, por supuesto, dotar de alternativas a los adolescentes para evitar que sigan utilizando zonas urbanas como meros elementos de juegos, con las pertinentes consecuencias.