La noticia fue corriendo de boca en boca como la pólvora. La dimisión de Ignacio Corzo al frente de la entidad racinguista, cogió a muchos por sorpresa ante tal determinación. Después de digerir su marcha, tocó valorar el presente y, cómo no, el futuro más inmediato. Ése que se mira con cautela y con demasiada precaución desde hace ya demasiado tiempo.
Muchas son las preguntas que merodean en el aire. Lo más preocupante, es que no todas tienen contestación a día de hoy. Y las que la tienen, no son todo lo óptimas que se quisiera oír.
La cita con los socios en la Asamblea Extraordinaria del lunes 1 de abril (20.30 horas en el José del Cuvillo), debiera ofrecer luz ante las innumerables cuestiones que se han quedado sin responder. Al menos, en ella se debiera marcar el camino a seguir de aquí al mes de mayo.
Dudas y afirmaciones interesadas, que han tapado una realidad más dura y cruda de la que se ha querido edulcorar. Una verdad, que sin ser absoluta, a día de hoy, el Racing Portuense es un mar de incertidumbre que navega sin rumbo y sin patrón; sin brújula y sin una bitácora que seguir.
En todas y cada una de las facetas, definir a ciencia exacta su futuro, es cuanto menos complejo e indefinido.
Deportivo
Con la permanencia casi en el bolsillo, el equipo ha sabido abstraerse de todas las noticias extradeportivas y son los que salvan, de momento, una temporada aciaga y compleja como pocas. Si anteriores temporadas, el tema deportivo acuciaba ante las dificultades clasificatorias, en la presente ha sido la tabla salvadora.
Con un equipo joven y mayoritariamente local, el conjunto ha conseguido no dejarse atrapar por el negativismo, imponiéndose a las dificultades que entraña el no saber cómo ni cuando se cobrará. El compromiso con el que el vestuario ha encajado los problemas, es digno de encomio. La reducción en los días de entrenamiento no ha paliado el ritmo o bajado los brazos en la intención de conseguir el objetivo de la permanencia.
Continuar compitiendo es la mejor señal de que, al menos, la temporada deportiva, sí ha estado a la altura de las circunstancias.
Económico
La paupérrima situación económica en la que está sumido el club -va camino del tercer mes de impagos- ha sido en los últimos años, el caballo de batalla y el pilar fundamental, no encontrando el respaldo deseado. Los escasos ingresos en los que se ha movido, las dificultades en la captación publicitaria y la escasa masa social, han ido marcando y maniatando las maniobras a seguir.
Con la reducción del presupuesto no se pudo poner el freno a las pérdidas continuas al final de temporada. Con el propósito de que poco pero de forma fija y continúa se abonarían las mensualidades, la realidad ha demostrado todo lo contrario, a cinco meses de que concluyera la Liga.
Es incuestionable que la gran mayoría del plantel no cobra, pero no es menos cierto que los jugadores foráneos, y todo ello con la reducción de las fichas respecto al año anterior, las dificultades de costearse el transporte, es la mayor de las razones para reducir los entrenamientos.
Concursal
En la recta final del proceso concursal, el dictamen queda a expensas de la resolución que se pueda adoptar por parte del Juzgado de lo Mercantil de Cádiz, de aquí a final de temporada. El informe que la propia administradora concursal, Yolanda Morales, entregó a la juez Nuria Orellana es cuanto menos claro y directo. El futuro de la entidad pasa inexorablemente por encontrar unas vías de ingresos urgentes y que palien y solventen las deudas resultantes en el Concurso, y que deberán ser abonadas, sí o sí, en los años venideros.
¿Única salida?
Las conversaciones mantenidas a tres bandas con el Ayuntamiento y el ex presidente Manuel Lores, y máximo acreedor del Concurso y con una deuda reconocida por valor de más de 1 millón de euros, se antojan decisivas y cruciales. Y tal vez clave porque pudiera tener la llave en una negociación conclusiva. Según avanzamos el 29 de enero, la predisposición de unos y otros es hallar el entendimiento correcto en una resolución satisfactoria.
Ni que decir tiene que la coyuntura económica no invita a grandes desembolsos en una situación generaliza muy comprometida, así como en un megaproyecto en el que se espera el beneplácito de las administraciones. A diferencia de hace cuatro años, el mensaje conciliador ha dado paso a la intención de allanar en la medida de lo posible esas avenencias y que éstas sean una realidad, contando, esta vez, con una mayor recepción de todas las partes.
Las negociaciones mantenidas entre expresidentes, debiera recoger el guante dejado para los que tomen el relevo y reanuden las conversaciones mantenidas.
Muchos frentes abiertos e interrogantes que deben comenzar, más pronto que tarde, a contestarse. El tiempo apremia.