"Y es que Andalucía es una señora de tanta hidalguía que apenas le importa lo materiá. Ella es la inventora de esta fantasía de comprar y vender y mercar entre risas, fiestas, coplas y alegría juntando a la par negocio y poesía... La feria es un modo de disimular”. La complicada coyuntura económica que padece la ciudad ha llevado a los jerezanos a escenificar sobre el albero del González Hontoria los versos que Pemán dedicara a una fiesta que hoy toca a su fin.
La Feria ha pasado con nota la reválida más exigente de las últimas décadas, de modo que cualquier visitante ajeno a la realidad apenas habrá advertido que la ciudad cuenta ahora con casi catorce mil trabajadores menos que hace apenas cuatro años. La animación no ha decaído en el Real. Sí se ha acentuado aún más si cabe un cambio de costumbre que viene ya de bastantes años y que lleva a los jerezanos a demorar su llegada diaria a la Feria para unir la tarde con la noche, de modo que prácticamente han desaparecido aquellos que se presentaban en el parque con el sol en todo lo alto para abandonarlo a la hora del ocaso. Y a esa tendencia han contribuido -además de la crisis- las altas temperaturas registradas desde la jornada del miércoles.
La Feria que está a punto de finalizar constata también la propensión de los jerezanos a distribuir su presencia en el Real, lo que hace que, en la práctica, los tradicionales días grandes hayan perdido visitantes en beneficio de otras jornadas. De hecho, el fin de fiesta ha quedado prácticamente en manos de los visitantes, que empiezan a ser mayoría en el parque González Hontoria.
El alumbrado ha venido siendo objeto de no poca controversia, dado que el recorte presupuestario aplicado respecto a ediciones anteriores -de 300.000 euros en total- se ha traducido en el estreno de unos paneles en los paseos laterales que no han sido del gusto de la mayoría de visitantes al presentar, entre otras cosas, un fuerte contraste con el diseño del paseo principal, que sí ha mantenido la estética más tradicional. En todo caso, da la sensación de que los jerezanos parecen haber entendido que la situación económica que atraviesa el Consistorio no daba este año para mucho más.
Consciente de que no cabían dispendios económicos, el Ayuntamiento se centró este año en la mejora del albero. Las lluvias torrenciales que se registraron el pasado fin de semana y el flujo de camiones de carga y descarga echaron por tierra buena parte del trabajo previo. Con los daños a medio reparar sería el levante quien se ocuparía de rematar la faena.
Se siguen haciendo esfuerzos para que el caballo y el flamenco se erijan en protagonistas de la Feria, aunque no da la sensación de que se produzcan avances notables ni en uno ni en otro sentido. Del balance económico se ocuparán los caseteros, aunque la prueba del nueve llegará en enero, cuando deban confirmar su presencia en la Feria de 2013. En los últimos años la práctica totalidad de caseteros ha repetido presencia en el Real a pesar de hablar continuamente de pérdidas, prueba de que quizá el negocio no fuera tan malo.
“Negocio y poesía: ¡Feria de Jerez! ¡Rumbo y elegancia de esta raza vieja que gasta diez duros en vino y almejas vendiendo una cosa que no vale tres! La Feria es un modo de disimular” (Pemán dixit).
Jerez
Feria de Jerez, o el bendito arte de disimular
La Feria pasa con nota la reválida más exigente de las últimas décadas gracias al entusiasmo de los jerezanos
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