A La Borriquita se la identifica con los niños. Ese es su principal encanto y su principal tesoro, comentaba su Hermano Mayor, Jesús Álvarez. Ellos representan la pureza, el futuro de la fiesta religiosa, un porvenir que se presenta propicio para una Hermandad orgullosa de su historia y que, 30 años después de reorganizarse, ocupa un lugar de excepción en el plantel de cofradías locales.
Antes, esta hermandad de casi 600 hermanos contó con otro periodo histórico de salidas procesionales, entre 1947 y 1967.
La Borriquita ha cerrado este fin de semana los actos previos a la Semana Santa, salvando, claro está, la Primera Levantá, el próximo 31 de marzo, Viernes de Dolores. Ahí quedará culminado el trabajo de todo un año.
El último ha sido el Pregón del Costalero, que corrió a cargo de Juan León Lozano, capataz titular de la Sagrada Cena de Sevilla. “Fue un pregón magnífico”, resaltó Álvarez Paredes. Su discursó se centró en todos los aspectos de la figura del costalero, proclamando que para ser costalero se tenía que ser cristiano. Tuvo el acompañamiento de la Banda de Música Amando Herrero.
En el recuerdo, durante la celebración de todos esos actos, la figura del entrañable José Marabot, quien fuera Hermano Mayor de la Hermandad, fallecido en coincidencia con la presentación del cartel de esta Semana Santa.
La Hermandad quiere mostrar su agradecimiento al Ayuntamiento, desde cuyo gabinete de restauración han hecho grandes esfuerzos para restaurar a dos de los cuatro evangelistas del paso de misterio. Aparte de eso, “no vamos a estrenar nada, porque en estos momentos hay que atender muchas necesidades sociales”.
En lo que respecta al Resucitado, y como ya es conocido, este año procesionará en la madrugada del sábado al domingo, a modo de prueba, y posteriormente se decidirá su vuelta o no a la mañana del domingo.