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Torremolinos

Chiquito de la Calzada, gracia de Torremolinos

Pocos humoristas habrán sido tan imitados como Chiquito de la Calzada, un fenómeno social sin precedentes.

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Con la soberana gracia de su cante y sus palmas animó durante años el espectáculo flamenco del tablao El Jaleo, en la torremolinense Plaza de la Gamba Alegre. Entre cante y cante espolvoreaba algún chiste. Eran los tiempos del eufórico Torremolinos, cuando, como dice la ocurrencia popular, “se ataban los perros con longanizas y los gatos llevaban collares de sardinas”. Chiquito de la Calzada ya venía con el carnet de embajador de la gracia cuando la matrona le atizó la primera nalgada, allá por el año 1932, justo cuando el mes de las flores daba los últimos tumbos.

Hijo de un humilde electricista, nació nuestro personaje en el castizo barrio malagueño de la Trinidad. Como Gregorio lo bautizaron. Con ocho primaveras dio los primeros pasos por los escenarios flamencos, enrolado en la compañía “Capullitos Malagueños”. Como era aún “muy chico” y había nacido en la Calzada de la Trinidad, de ahí le quedó el sobrenombre artístico de “Chiquito de la Calzada”. Hasta los madriles llevó su jovencísimo arte. Allí le aplaudieron a rabiar los espectadores del Teatro Calderón, el Price y La Latina. Con el tiempo volaría hasta el Japón, donde la cartelera lo mantuvo en alza durante dos espléndidos años.

Implacables cayeron las décadas hasta que asomó la fulgurante estrella en el cielo de Chiquito. Cuando el estío de 1994 apenas había comenzado a soltar sus rigores, al productor Tomás Summers se le ocurrió colgar en Antena 3 Televisión el programa “Genio y Figura” y ahí acomodó a Chiquito de la Calzada, entre otros excelentes humoristas. Fue Chiquito aquel año la bomba del verano. Se llevó todas las audiencias. Se metió a los telespectadores en los bolsillos y hasta en el morral. Pocos genios del humor habían calado hasta entonces tan hondo en los corazones de los televidentes y pocos habían hecho alargar tanto las sonrisas, literalmente hasta las orejas.

Quien bien aprecia la original fraseología de Chiquito, popularizada en todos los rincones celtibéricos, concluye que es digna de un tomo aparte en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Pocos humoristas habrán sido tan imitados como Chiquito de la Calzada. Aquel año y los muchos que le siguieron “tó er mundo” quería ser Chiquito de la Calzada. Se había convertido el humorista malagueño en un fenómeno social sin precedentes. A Cervantes se le olvidó incluir el personaje de Chiquito de la Calzada en su Quijote.

Único en su género, interpreta Chiquito la gracia, la vive, la concentra en movimientos salerosos y pasitos juguetones y la dispara como con escopeta, alcanzando la diana del oyente, que se derrite en carcajadas espontáneas. La crítica periodística lo encaja con cierta sátira. En el periódico El Mundo garrapatea Javier Villán, con respecto a la imitación que del artista malagueño hace el pueblo: “Un país que se empeña en imitar a Chiquito es un país inquietante. El futuro de un país cuyos adolescentes van a remolque de Chiquito, no es futuro”. Tal vez nuestros periodistas no cayeron en la cuenta de que mucho menos futuro tendría el país si a los ciudadanos les diera por imitar a ciertos políticos.

Inquieto el personaje de Chiquito, que se mueve arrullador de acá para allá. “Te mueves más que un garbanzo en la boca de un abuelo”, como lo expresa él mismo. Ese innovador y característico “moverse a lo Chiquito” constituye de por sí un auténtico clásico del humor. Las ingeniosas frases que salpimientan los chistes les confieren a éstos efervescencia. Son su salsa brava. De entre las menos conocidas hemos escogido algunas al azar: “Tengo más trabajo que el psiquiatra del pájaro loco”. “Tienes más peligro que un mono con un hacha”. “Está más claro que la sopa de un asilo”. “Trabajas menos que el fotógrafo del BOE”. “Saltas más que una pulga con hipo”. “Rajas más que la navaja de un melonero”…

Tiene el arte del humor una gran deuda con Chiquito de la Calzada. Le ha dado nuestro simpático malagueño un titánico empuje al humorismo hispano, además de renovado brío. Con sus geniales y despreocupados aportes lingüísticos ha enriquecido el vocabulario del humor. Populares se han hecho expresiones como: “Fistro”, “¡Pecador!”, “¡Hasta luego, Lucas!”…

Ocupa Chiquito de la Calzada un lugar de honor en Torremolinos, donde forjó él la herramienta del éxito, en los años inolvidables en que el Jaleo trepidaba bajo su cante y sus palmas. Que estas breves líneas, cuyos ocho párrafos principian con una letra de CHIQUITO, le sean homenaje en nombre del pueblo.


CHIQUITO DE LA CALZÁ
(Rumba. Letra y música: J. A. San Martín)

I

Un chistecito, un cantar,
pasito viene que va,
se mueve con gracia y sal
Chiquito de la Calzá.


Ay, “amol”, ¿”te das cuén, te das cuén”?
¡Qué “pecadol”, qué “cobalde”!
¡Ay, que “no puedo,
no puedo, no pué,
por la gloria de mi madre”!

ESTRIBILLO
Con ese arte del “arrumaquito”,
que “no se pué,
que no se pué aguantá”,
cómo te mueves tú tan graciosito,
Chiquito de la Calzá.
Con alegría todos te saludan
y te dedican con sinceridad
una sonrisa,
un “hasta luego, Lucas”,
Chiquito de la Calzá.

II

Derrochas por donde vas
tu simpatía sin par,
malagueñito del mar,
Chiquito de la Calzá.

Ay, “amol”, ¿”te das cuén, te das cuén”?
¡Qué “diodenal hamatoma”!
¡Ay, que “no puedo,
no puedo, no pué,
qué “guarrerida española”!


(Al estribillo)

(Del libro “Torremolinos, mi sol, mi amor”)

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