Conrado Rodríguez se ha incorporado este lunes a su puesto de coordinador provincial en el Centro de Apoyo al Desarrollo Empresarial (CADE) de Cádiz. El que fuera número 3 de Cavada cambia a partir de ahora los proyectos del Ayuntamiento de San Fernando, a los que dice que seguirá muy atento, por los de los emprendedores. Lo hace ilusionado, orgulloso de haber participado en la gestión del Ayuntamiento en primera línea para transformar la ciudad y agradecido y “desbordado” por las muestras de cariño de las última semanas. Nos lo cuenta en esta entrevista.
Me gustaría que me recordaran como una persona seria, comprometida y coherente en sus argumentos”Hace casi 15 años que Fernando López Gil fue a buscarte para que te sumaras al proyecto del PSOE en San Fernando. ¿Te imaginabas entonces hasta dónde ibas a llegar?
—Bueno, la verdad es que para nada. Fernando estuvo hablando conmigo desde la preparación del proyecto que el PSOE de San Fernando iba a presentar, encabezado y liderado por él, para participar en la parte de empleo, en el ámbito empresarial, que era donde yo tenía experiencia. Ni se me pasaba por la cabeza siquiera haber participado en una lista electoral y, mucho menos, llegar y haber tenido esta trayectoria, modesta también, pero también muy interesante y satisfactoria.
¿Se han cumplido tus expectativas?
—Sí. En realidad por encima de lo que inicialmente incluso pensaba. Sí sorprende cuando uno entra a trabajar directamente en un Ayuntamiento, en una administración pública, sobre todo en el ámbito local, que cambia mucho a otros ámbitos , lo difícil que es sacar los expedientes; lo complicado que es especialmente cuando se quieren hacer cambios profundos. Hacer las cosas de manera distinta cuesta muchísimo y es verdad que ha sido bastante más complicado de lo que inicialmente pensábamos. Pero también es verdad que la ambición de este proyecto de transformación que teníamos la hemos ido incrementando conforme íbamos cumpliendo hitos, con lo cual al final en realidad el resultado es bastante superior al que inicialmente se podía plantear.
¿Qué ha sido lo más gratificante?
—Son muchas cosas, evidentemente. Pero no sé si por cercanía, pues ha sido de las últimas, por dificultad... la municipalización del Servicio de Ayuda a Domicilio, la incorporación a través de la empresa municipal y que a través de ello podamos mejorar la calidad del servicio de una manera notable, al igual que las condiciones laborales de la plantilla. La verdad es que ha sido muy satisfactorio, especialmente por lo complicado, y el hecho de que esté funcionando ya perfectamente después de cuatro meses. También hay proyectos como Navantia Training Centre (NTC) en un edificio abandonado completamente y que hoy en día sirve para aportar un valor añadido fundamental para nuestra principal industria y la que genera puestos de trabajo con la mayor calidad en nuestra ciudad.
¿Y lo más duro?
—Lo más duro es, probablemente por mi forma de ser, porque soy una persona bastante tímida y discreta, el perder un poco esa discreción a nivel de calle. Ya no hablo solo de la crítica, incluso en muchas ocasiones alguien te comenta alguna cuestión, incluso en positivo, pues la verdad que a uno le da cierta sensación que por timidez me cuesta bastante trabajo. Y eso quizás especialmente en lo personal. En cuanto al resto, es verdad que es una labor que absorbe mucho tiempo y sacrificio de muchas cuestiones en el ámbito familiar, de tiempo que se le quita a los hijos, pero que yo entiendo que se puede compensar de otra manera, que vean que hay que hacer cosas, que hay que trabajar, que hay que esforzarse, que hay que dedicarle mucho tiempo a defender aquello en lo que uno cree. Yo lo he vivido a nivel familiar, por el trabajo de mi padre, no hemos estado muchas veces mucho tiempo con él y, sin embargo, esos valores de indicar la importancia del trabajo marcan también.
¿Te vas con alguna espinita?
—Espinitas muchas. Hay varios proyectos que me hubiera gustado que hubieran quedado completamente resueltos. Casi de los más importantes, que va a ser además inminente, va a ser la puesta en marcha de la empresa mixta del agua, que es uno de los proyectos probablemente más satisfactorios que tenga, y es de los que se me haya quedado. Se ha dilatado mucho más de lo que nos gustaría en esa dificultad de la que hablamos siempre de hacer esos cambios. Después, de los proyectos que teníamos comprometidos para este mandato, muchos están en marcha y prácticamente están cumpliendo la línea en la que tienen que ir : La Magdalena, que en su día fue un problema, se ha reconducido y va a ser un éxito en muy poco tiempo.
La alcaldesa dijo que este y otros proyectos de peso como las obras del estadio, que empezará en breve, llevarán tu impronta. ¿No te apetecía ver la culminación de de estas actuaciones este mandato desde dentro y no desde la barrera?
—A ver, es difícil encontrar el momento para este tipo de decisiones porque siempre va a haber alguna cuestión que te lleva a esperar tres meses, seis meses e incluso un año. Hay muchas personas, y yo creo que hay que darle valor porque es positivo reconocer el esfuerzo que eso supone, que dedican toda su vida a la política, y la política en el ámbito local especialmente, en la que el trabajo, los retos, los objetivos son infinitos, siempre hay algo que queda pendiente por hacer. Por eso te decía de la dificultad de encontrar el momento, pero estos proyectos están ya prácticamente todos encauzados, tienen su senda de financiación, están definidos y uno se siente partícipe. El día que podamos disfrutar en poquito tiempo del nuevo estadio de fútbol yo estaré allí y sentiré que es parte mía también.
El día que anunciaste tu marcha, decías estos años habían sido unos de los más felices de tu vida. ¿Qué pasa para que dejen de serlo?¿Hay un momento concreto en el que deja de llenarte la política?; ¿Desgaste…o hay alguna razón detrás?
—No se puede decir que haya un momento determinado y concreto. Sino que probablemente sea la acumulación del tiempo, llegar a esos diez años ya casi en los que estamos y también un poco por la edad ya que tengo. Tengo que ir pensando en los retos profesionales de mi carrera a lo largo de estos próximos diez y doce años en los que hay decisiones, o cambios en este caso, que o los hago ahora o ya no me va a dar tiempo a hacerlo. Básicamente esa ha sido la cuestión. Si la decisión fuera motivada a nivel únicamente de la gestión municipal hubiera esperado seguramente a final de mandato.
¿Esto es un hasta siempre en tu carrera política? ¿O nunca se sabe?
—Nunca se sabe. Yo no me tengo por qué cerrar puertas a nada, es verdad que yo ahora me marco mi carrera profesional en otro ámbito, pero nunca se sabe. La vida da muchas vueltas y uno no sabe nunca dónde va a estar, ni cuáles van a ser los retos que uno quiere asumir.
¿A quién le comunicas primero tu decisión? ¿Intentan convencerte?
—Yo se lo comenté evidentemente a la alcaldesa, como tenía que hacerlo, y después a Fernando, con el que también tengo una relación de compromiso más allá de lo político. Les planteo mi decisión, y que, sin establecer el tiempo exacto, no se podía dilatar demasiado en el tiempo. Y ya entre los tres hemos intentado buscar la fecha más adecuada y el momento más adecuado. Sí que queríamos, y era una cuestión que era importante, que estuviera aprobado el presupuesto, porque es un presupuesto con el que en este caso prácticamente se puede cerrar si me apuras el mandato. Facilita una continuidad en este sentido, porque es el que plantea el cambio de los retos de inversiones potentes ahora y que tuvieran la senda de financiación los proyectos fundamentales. Una vez que eso se ha dado, probablemente sea el mejor momento para hacerlo.
Tuviste problemas de salud serios, ¿han influido en tu decisión?
—La verdad es que no. Eso fue un momento bastante difícil y está más que superado. No me ha afectado en nada. De hecho, mi intención es seguir complicándome la vida, o sea que no aspiro a estar durante muchos años tranquilo, entonces, no es el motivo ni mucho menos. Si hubiera continuado en aquel momento, se hubiera alargado, a lo mejor me hubiera planteado otra cosa, pero como aquello se resolvía y no ha dado la cara más pues tampoco me lo planteado.
Has vivido tu carrera política desde la oposición y ya luego al frente áreas cruciales como Hacienda, Personal, Desarrollo Económico…¿qué ha cambiado en la política de San Fernando desde la llegada del PSOE al Ayuntamiento?
—¿En la política municipal? Yo creo que nosotros hemos implantado, y confío en eso y estoy convencido, en primer lugar un deseo de transformación de ciudad. Cuando llegamos en 2015 había un elemento al que hacíamos referencia en algunas ocasiones: hablábamos del Ayuntamiento, que era un símbolo para la ciudad, que estuviera sin uso, olvidado. Y hablábamos siempre del reloj, que estaba parado, el reloj del Ayuntamiento. Era como un elemento simbólico, el poder dar optimismo, tanto al Ayuntamiento como a los ciudadanos y ciudadanas de San Fernando, el que no nos conformáramos con que San Fernando fuera una ciudad dormitorio en la que estábamos habituados a que cuando queríamos salir a disfrutar, a tener ratos de ocio, nos íbamos a otras localidades de nuestro entorno. Ahora no solo nos quedamos aquí los que somos de San Fernando, sino que viene la gente de fuera, de nuestro entorno, a disfrutar de lo que nos ofrece San Fernando. Sobre todo y especialmente el creernos que eso es posible y digamos que estamos empezando, que esto puede ir avanzando muchísimo más, pero ha abierto una línea de posibilidades de oportunidades tremendas en la ciudad.
¿Dejas a muchos amigos tras tu paso por el Ayuntamiento?
—La verdad es que sí, muchos amigos. Una de las cosas que se consigue con la política, especialmente con la local, es que te da la posibilidad de ir conociendo a un enorme número de personas que, de otra manera, no tendrías ocasión, salvo que seas una persona súper extrovertida, que no es mi caso. He conocido a personas muy diversas, de distintos ámbitos: desde el ámbito económico, social, cultural, en el propio Ayuntamiento, trabajadoras y trabajadores municipales. Y ahí descubres a muchísimas personas que merecen la pena. Y hablando por ejemplo del Ayuntamiento, muchísimos empleados y empleadas que se implican en el Ayuntamiento más allá de lo que sería su obligación desde el punto de vista laboral, una implicación real porque las cosas salgan y que no se miran que sean las tres de la tarde, que si se tiene que hacer algo por la tarde, se hace por la tarde. De esas hay muchísimas personas en el Ayuntamiento y la verdad es que me han dado muy buenas lecciones en ese sentido.
¿Cómo te gustaría que te recordaran?
—Bueno, pues…(risas).. me gustaría…al final todos buscamos el reconocimiento de las personas, especialmente de los que han trabajado contigo. Yo creo que a lo que aspiro primero es a que la consideración sea de una persona trabajadora, comprometida, y coherente en sus argumentos, y hombre, también uno aspira porque tenga algo de conocimiento, también. No se tiene que ser experto en ninguna materia, pero por lo menos que sí se reconozca el ámbito en el que está trabajando. Principalmente eso, una labor de compromiso, que cuando uno dice una cosa la cumple, se tarde más o se tarde menos, pero que al final es serio en lo que dice.
¿Cómo han sido estas últimas dos semanas desde que anunciaste que te ibas?
—La verdad es que el momento de comunicarlo para mí fue un momento importante que me liberó. Uno tiene que mantener el compromiso hasta el último día que esté aquí, y en reuniones de trabajo hablaba y tenía que ver cosas en la que sabía que no iba a estar. Tenía que decirlas, llegar a ver cómo se hacía, pero sin tampoco decir que no iba a estar, sino a lo mejor hablar en grupo, en plural. Cuando ya se comunicó, me sentí un poco aliviado en ese sentido. Y luego ya estas semana hasta el día de hoy bastante abrumado con la respuesta de la gente, uno más o menos tenía la percepción –siempre hay quien esté más contento o menos contento con uno, lógicamente y eso es normal- de que la sintonía aquí en el Ayuntamiento por ejemplo con los distintos colectivos, entidades o las empresas en el entorno de trabajo era buena, pero es verdad que ha superado lo que yo pensaba enormemente. Y bueno esa reacción, en muchos casos de reconocimiento y de cariño, la verdad es que a uno le abruman notablemente. Son momentos que te lo ponen todavía más difícil. Si tuviera que tomar una decisión hace una semana, digo pues aguanto un poquito más. Lo que pasa es que estas decisiones hay que tomarlas en frío y no cuando esta uno en un momento de alteración emocional. También han sido semanas de recordar aquellos momentos, cuando empezamos, el primer día que estábamos en el despacho de la alcaldesa y decíamos bueno, ahora qué hacemos, (risas).
Ahora te ilusionan los nuevos retos que te has propuesto en el CADE, donde tienes tu puesto, más que gestión municipal pura y dura. Decías en rueda de prensa que lo necesitabas...
—Sí, sí. Es que esto ya depende de cada uno, de cómo sea. Yo creo que he tenido una etapa muy bonita, probablemente la más bonita que haya tenido a lo largo de estos años, por lo que implica de transformación de esa ciudad y de ver, que es lo bueno de la política local, que el esfuerzo diario se ve en cosas tangibles, y lo ves en la gente que te encuentras en la calle, pero ahora tenía que afrontar durante los próximos diez y doce años otro ámbito de actuación. Cuestiones que a mí me apetecen mucho en el ámbito empresarial, especialmente, que es el que más me atrae y el reto que me marco y ahí lo tengo que intentar. Y eso sí es verdad que es lo que más me apetece. Yo siempre he tenido estructurado un poco el desarrollo de mi vida a lo largo del ámbito profesional: de los 25 a los 35 tienes que probar distintas cosas en el ámbito profesional para ver qué sectores más te gustan, tiene que llegar una fase de mínima consolidación en un puesto. Surgió esta parte de la política que no la tenía planteada, inicialmente no entraba en mis esquemas, pero que al final te logra acometer proyectos en los que te sientas desarrollado mucho más allá de lo personal, y ahora sí me queda esta última fase que tenía pensado hacer hace mucho tiempo. Entonces, piensas, ¿me olvido que lo tenía que hacer o lo retomo? Y al final...
¿Cómo se lo ha tomado la familia?
—Yo valoro mucho a los padres, como todo el mundo, porque siempre les tienes ahí y no te piden nada cambio. Y es bastante curioso. Mi madre se llevó un disgusto cuando me metí en política, pero un disgusto. Realmente, no me dijo nada, pero yo sé que se lo llevó. Y ahora se ha llevado un disgusto cuando me voy, me imagino que es por los cambios. Pasó lo miso con uno de mis primeros trabajos en el Banco de Andalucía. Entré en Almería, y al mes y medio me salió un trabajo infinitamente mejor, más bonito, es verdad que no era un banco, era una empresa de supermercado, que no era todavía conocida por aquí. A mi madre le pareció entonces que era una locura: este niño que ha entrado en un banco y al mes y medio se va. Los cambios evidentemente los lleva mal. Sí tengo la suerte de que mi pareja es bastante comprensiva, y es, junto a mis hijos, quien probablemente más ha sufrido el no poder planificar nada, las vacaciones y todo el sacrificio que esto conlleva.