Bolsos de la marca Chanel tiroteados, uñas postizas y horquillas gigantes, un mono de piloto de Fórmula 1 femenino, letreros de neón o neumáticos y carritos de hipermercado dorados son algunos de los objetos que Fleury ha utilizado en sus instalaciones.
La creadora admitió ayer, en una conferencia de prensa, que desde sus primeras exposiciones surgió una “controversia” por utilizar productos del mundo del lujo, aunque aseguró que la elección de esos objetos “fue espontánea”, ya que están en el modo de vida actual y en la sociedad.
“Siempre he querido mostrar las cosas con la máxima libertad, sin perseguir ningún tipo de moralismo en esa crítica”, subrayó Fleury, quien destacó que sólo pretende emplear “elementos que son importantes en nuestra sociedad”, pero “sin buscar ninguna reivindicación ni activismo, ni a favor ni en contra”.
La frecuente utilización de cromados y espejos está relacionada con la idea de “reflejar la realidad” que tiene la artista suiza, quien prefiere que el espectador llegue a sus propias conclusiones y que cada uno se encamine hacia la respuesta que le sugieren sus obras.
Fleury (Ginebra,1961), que desea dar “un toque de divertimento y humor” a sus composiciones, ha considerado que sus obras reflejan asimismo que “el mundo está lleno de contradicciones”, y es que, en su opinión, “si todo siguiera unas pautas, el mundo sería muy aburrido”.
En el CAC de Málaga se exponen también una serie de cuadros rectangulares decorados con pintura para coches y llenos de abolladuras y rayaduras, conseguidas al hacer chocar un vehículo contra las obras, algo con lo que la artista suiza deseaba demostrar “que los accidentes existen”.
Cuando a Fleury se le pide que defina su arte, remite al título de una de sus primeras obras, C'est la vie (Así es la vida), o a uno de los letreros de neón que se muestran en Málaga, que con grandes caracteres reza Yes to all (Sí a todo).