La falta de mantenimiento a nivel privado e inversión por parte de las administraciones competentes para recuperar las salinas que rodean todo el entorno de San Fernando pueden tener en los próximos años consecuencias casi catastróficas para la localidad isleña: que la Ronda del Estero se pierda como consecuencia de la desaparición paulatina de las vueltas de fuera.
Y es que toda la Ronda del Estero se encuentra por debajo del nivel de las máximas mareas. Es decir, que si se pierde la actividad productiva y la conservación de salinas que se encuentran en dicha área como son San Cayetano, los Ángeles de San Cayetano o la de Belén, hará que el agua entre hasta la misma ronda, inundando no solo la barriada de La Almadraba sino también una de las arterias principales de la comunicación de la localidad isleña, que además se ha visto colmatada en los últimos años como consecuencia de la construcción de promociones de viviendas.
Así de rotundo se ha mostrado Juan Manuel García de Lomas, biólogo y más que voz autorizada para hablar de todo lo relacionado con la acuicultura y las explotaciones salineras en la Bahía de Cádiz y, en especial, en San Fernando. No en vano ha estado al frente del Centro Tecnológico de la Acuicultura (Ctaqua) durante muchos años hasta su reciente jubilación. Su incalculable labor dentro del sector casi cuatro décadas le ha valido para recibir recientemente en Madrid la distinción de Acuicultor de Oro, que se concede a nivel estatal.
A lo antes mencionado de falta de apuesta económica se une también la Ley de Costas y su interpretación de manera tan estricta. Por ello, Juan Manuel García de Lomas entiende que las modificaciones que se pretenden hacer próximamente de la normativa “serían fundamentales para que no hubiese dudas sobre dicha interpretación a la hora de poder entrar en los aprovechamientos. Lo que no cabe es que una ley que está destinada a proteger un entorno, un medio natural, unas características fisiográficas, topográficas, de biodiversidad o de riqueza natural, esté actuando precisamente en contra de lo que es el mantenimiento de unas instalaciones. Hay algunas que están intentando complementar esa actividad acuícola extensivas con aprovechamientos turísticos, gastronómico, etc… Pues la Ley de Costas va en dirección contraria y, por ejemplo, prohíbe que se puedan restaurar las casas salineras y que alguien se pueda hospedar pernoctando en esa casa. Eso qué lógica tiene…”.
Falta de aprovechamiento
García de Lomas tiene claro que, tanto en la Bahía como en la localidad isleña, actualmente no se está aprovechando el potencial que tiene cuando se habla de un paisaje poblado de salinas y esteros de punta a punta de término municipal. “La capacidad de producción que tiene este entorno natural que nos rodea es infinitamente mayor que la que tiene ahora. Pero no solamente a nivel productivo, sino a la hora de hablar de generación de empleo, biodiversidad y el mantenimiento de un paisaje que es singular”.
Es más, afirma que en los últimos tiempos se está trabajando para que dicha singularidad de esta zona del sur andaluz sea reconocida por la Unesco, “porque es un espacio que no se repite en otro sitio y es capaz de generar productos singulares, característicos y muy apreciados por el mundo de la gastronomía”, apunta el biólogo isleño.
En el caso de San Fernando la situación incluso ese potencial puede ser incluso mucho mayor que el del resto de localidades vecinas, “al tener, digamos, esa carga de haber sido la ciudad que encabezó producción de sal”, indica el ex director gerente de Ctaqua.
¿Cuál es realmente el problema? Lo tiene claro. Y es que ahora mismo los que son responsables de la gestión de dichos entornos, como es el caso de la Demarcación de Costas -que depende del Ministerio de Transición Ecológica-, “no creen en esta actividad”, asevera Juan Manuel García de Lomas, quien añade que además “no están dispuesto a poner ni una sola peseta en el mantenimiento o recuperación del mismo”.
Ello tiene consecuencias de mucho calado, puesto que ahora mismo las salinas que no están siendo explotadas o sus propietarios no les dan los cuidados necesarios, se han quedado “al libre albedrío del mar y perdiéndose”, indica el biólogo isleño.
Llegados a este punto, García de Lomas deja claro una cosa que está demostrado a nivel científico y tras muchos estudios: una salina abandonada no se convierte en una nueva marisma natural, sino en un polvero salino.
Los polveros salinos se entienden como aquellos espacios en los cuales se ha ido colmatando el fango que ha llegado arrastrado por el agua, llegando a perder todo tipo de capacidad productiva, su biodiversidad y las aves dejan de anidar en ellas. “Parece ser que es lo que Costas está propiciando para que esto ocurra”.
Juan Manuel García de Lomas tiene claro que hay que poner pie en pared y evitar que eso suceda y, para ello, apela a la unidad de todos los que tengan algún tipo de relación con el mundo salinero y de la acuicultura de la zona. Al respecto, apunta un dato devastador y que actualmente en la localidad isleña sólo se está aprovechando el torno al diez por ciento de la capacidad productiva que podría llegar a tener. De hecho, sólo hay dos salinas que producen sal como son San Vicente y El Estanquillo, y otros dos que producen pescado como son también San Vicente y Los Ángeles de San Cayetano.
El resto que se localizan en el resto del marco de la Bahía están absolutamente abandonadas, además de encontrarse la gran mayoría sin concesionarios, salvo el caso de Unión Salinera, que cuenta con tres salinas pero carentes totalmente de mantenimiento. “Yo le animo a que reinvierta y las recupere y, en caso contrario, Costas debería de entrar de oficio para recuperarlas y ponerlas a disposición de otras personas”, indica García de Lomas.
En clave municipal
Por último, entiende que, además del papel clave que tienen tanto Junta como Gobierno de la nación en toda esta problemática, que actualmente “están totalmente faltos de sintonía”, “los alcaldes deberían de ser mucho más exigentes en todo lo relacionado con el mantenimiento de su término municipal. En el caso de San Fernando, Patricia, a la que le tengo mucho aprecio, debería de ser mucho más exigente con Costas, la Junta, el Parque Natural, con quien fuera…, debería de poner plazos y tarea para que se recupere todo el entorno y deje de perder valor. Hay alcaldes que se implican más, como es el caso del de Chiclana, José María Román, que ha recuperado algunas salinas y está actuando de manera más certera que otros”.