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"En la comarca, la situación del empleo todavía va a ir a peor"

La secretaria comarcal de CCOO, Inmaculada Ortega, valora el escenario de crisis en la comarca a las puertas de la manifestación contra el paro

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  • Inmaculada Ortega -
La actividad sindical en el Campo de Gibraltar está creciendo en los últimos tiempos como consecuencia del preocupante crecimiento del desempleo. Inmaculada Ortega, secretaria comarcal de CCOO, abandera esa lucha contra la precariedad laboral y el desempleo, que conducirá el próximo jueves a una manifestación, a partir de las 16.30 horas, desde la estación de Renfe.

—La protesta tiene el claro detonante del desempleo, ¿no?
—Nosotros convocamos una manifestación no sólo por la situación de desempleo. Es el desencadenante de una situación que se está viviendo en el Campo de Gibraltar desde hace tres años, donde hemos pasado de un paro registrado sobre 15.000 trabajadores a actualmente 40.000. Yo redondeo, porque los datos del paro registrado están maquillados, porque no se incluye a los desempleados que están dando cursos de formación profesional ocupacional, talleres de empleo. Eso sumado a la situación de déficit de infraestructuras, que no se corrigen a lo largo de los años, de promesas totalmente desatendidas, un olvido del sector agrario y ganadero vinculado al valle del Guadiaro y a la Ruta del Toro y una falta de iniciativa por parte de la clase política de la zona para hacer que las reivindicaciones de la comarca sean prioritarias para la provincia, la Junta de Andalucía y el Estado. Y esa falta de tiempos en las inversiones e infraestructuras condiciona que haya una mayor caída del paro y condiciona que haya mas falta de iniciativa para crear empleo.
—El empleo es un problema endémico de la comarca...
—Es un problema estructural, porque hay un déficit de industrias transformadoras. Cuando hablo de industrias no tenemos por qué imaginarnos una fábrica. Puede ser una industria de logística, que es un valor añadido del puerto, o de comercialización de un producto autóctono como puede ser el corcho o la naranja. No hay una industria transformadora de los productos de la zona, y eso es el déficit, que está condicionado por las políticas del Gobierno. El hecho de no ser capital de provincia condiciona en los repartos de la tarta del presupuesto, el hecho de no ser una zona con el suficiente peso político para que las inversiones vengan aquí. El hecho de que tengamos el primer puerto de España y la primera zona industrial de Andalucía en cuanto a producción industrial viva, y que conviva con un ferrocarril tercermundista no se ve en ningún otro sitio de España. Eso indica mucho los problemas estructurales que tiene esta zona.
—¿Y qué recursos hay aquí que no se aprovechen?
—Tenemos el Estrecho de Gibraltar, que nadie habla nunca de él. Es un logotipo mundial. Es las cataratas del Niágara en Estados Unidos, es el nexo entre dos continentes, y todavía no hemos sabido hacer una economía alrededor del Estrecho, relacionado con el turismo y el espacio geográfico que ocupamos en el mundo. Luego los parques naturales, que tiene que ver con la propia explotación de los parques. A principios de siglo XX la actividad económica de la comarca se distribuía entre la pesca y la explotación del parque de los Alcornocales, como el carbón, que no se explota ahora mismo, la ganadería porcina y vacuna de primera, porque tenemos un entorno muy rico. Y estamos en un enclave de turismo, con unas playas excepciones. Y tenemos a la industria todavía como déficit y no tenemos alrededor de eso un valor añadido, como empresas transformadoras, comercializadoras. Por ejemplo, los tornillos, los lubricantes o el papel vienen de fuera.
—Se habla mucho de proyectos emblemáticos para el empleo, como la ZAL, el Campus Tecnológico... Pero, ¿de verdad son una solución para esta situación en la comarca?
—Eso son impulsos, que pueden facilitar que vengan otro tipo de actuaciones. Ahora mismo la prioridad en infraestructuras del campo de Gibraltar se llama ferrocarril, por una cuestión de generación de empleo a medio plazo, y que tiene que ver mucho con la necesidad que tiene nuestro puerto de diversificar su actividad, de la instalación del Grupo Alonso y de ser un referente logístico a nivel europeo, y de que nuestra zona sea prioritaria en la Red de Transporte Europeo. Eso es empleo. Nosotros ahora no tenemos ningún atractivo turístico para que venga la gente a vernos y aportes un valor añadido. Y otro valor, a largo plazo, es el Campus Tecnológico, porque cuando las sociedades mejoran su formación hay una inercia de mejora de la sociedad.
—El problema de esos proyectos es que no son a corto plazo...
—El problema que tiene todo eso es que estaba prometido hace veinte años, y no se ha hecho. Hay promesas de años y vienen veinte veces a hablar de lo mismo, a inaugurar lo mismo, y eso crea un desánimo también la población.
—Denunciáis que hay organismos como el Consejo Económico y Social que no terminan de aportar...
—El CES es un consejo que se crea en los años noventa con el objetivo de impulsar y desarrollar económicamente el Campo de Gibraltar, yen los últimos años ha tenido poca actividad. Hace un año, después de la convocatoria de la manifestación del 11 de diciembre de 2009, se activaron una serie de mesas que no se ha concluido el trabajo. Pero más allá del trabajo que pueda hacer el CES es necesario que los partidos políticos y la representación que tienen fuera, el peso del Campo de Gibraltar en esos órganos, sea lo suficientemente importante para que no se pare el ferrocarril.
—¿Cree que existe una pasividad sindical de los parados?
—Yo no creo que sea sindical. Nosotros somos organizaciones de afiliados, porque nuestro modelo es distinto del alemán. En Alemania es obligatorio estar afiliado para trabajar. Que nosotros tengamos una afiliación como la que tenemos en el Campo de Gibraltar, con 11.000 afiliados, siendo voluntario, son datos muy altos. Esa función nuestra de transformación hacia los valores de lo público es mucho más visual en los centros de trabajo. Pero ahora, en épocas de crisis, donde hay una masa amplia de trabajadores desempleados y desesperados, sin que puedan encontrar trabajo, y que no están organizados dentro de organizaciones sindicales… Yo siempre pongo el ejemplo de cuando nos manifestamos en la plaza Alta contra los malos tratos, y a lo mejor hay 40 o 50 personas. ¿Qué pasa, que la gente no se solidariza? Yo creo que sí. Pero lo que ocurre es que entre solidarizarse y reivindicar hay un paso que la sociedad española lo hace en ocasiones contadas. Siempre digo que somos los únicos que convocamos manifestaciones de este tipo. Se nos puede criticar mucho, pero somos los únicos que convocamos huelgas.
—Ahora, además, los parados dicen que van a ir a la huelga, pero por separado, en contra vuestra...
—Yo respeto muchísimo a cualquier tipo de organización. Cuando la gente socialmente se implica en un objetivo sano, bueno y productivo, pueden contar con nosotros, que colaboramos activamente con muchos colectivos, incluso partidos políticos, porque creemos que es el valor de la democracia, en la que creemos firmemente. Obviamente, te llama la atención que se convoque una manifestación el mismo día y a la misma hora. Nosotros tenemos un objetivo, que es que la comarca tenga empleo. No primero quién tiene que tener empleo. Porque creemos que el problema es que no hay empleo, no para mi hermana, que está parada. Tengo dos hermanas paradas. Pero yo no pido el empleo para mi hermana. Yo pido, como organización, que la comarca tenga empleo, y si lo tiene y se genera el ambiente y el suficiente desarrollo económico, el empleo viene de la mano. A mí me hubiera gustado hablar con este colectivo, que nos hemos ofrecido a hablar con ellos. Pero yo creo que hay que apuntar el tiro. Es importante, cuando uno reivindica algo, saber ante quién y cómo lo reivindica. Y nos gustaría que el mismo día y a la misma hora, pues que no hubiera dos manifestaciones. Porque eso, al final, da una imagen negativa. Perjudica al Campo de Gibraltar. No beneficia. Y nosotros no tenemos ningún problema como organización sindical en abrir la puerta a muchas organizaciones.
—¿Pueden ser las elecciones una oportunidad para mejorar la situación?
—Sí. Y, por desgracia, algunas asociaciones que se crean ahora desaparecen, porque mucho tema asociativo desaparece después de las elecciones. Unas elecciones es una fiesta de la democracia, y me gustaría que los que salgan elegidos no sólo tengan una apuesta clara en su discurso, sino que tengan el impulso y la valentía suficientes para que esas reivindicaciones se trasladen a sus organizaciones políticas a otros niveles, y no estén condicionados por decisiones políticas en las que las prioridades las marcan otros.
—¿Son eficaces los recursos de empleo con los que se encuentran los parados?
—Eso depende también mucho del perfil. Depende de para qué. El problema es que no se le da autonomía al orientador. Se ha burocratizado, y a veces no es eficaz para algunos colectivos de trabajadores. Para personas que tienen que volver a cualificarse sí. Una persona que antes trabajaba en la construcción, y con una formación básica suficiente, se recualifica. Para ese tipo de personas, a medio plazo, sí le es eficaz esas políticas activas de empleo. Para trabajadores muy cualificados, a lo mejor no hay su empleo. Si una actividad no está generando empleo, no se va a encontrar empleo en esa actividad. Entonces, nos estamos encontrando con muchas actividades en la comarca que no dan salida laboral.
—¿Esto va a ir a peor?
—Sí. En la comarca sí. En otras zonas de España no. Están remontando porque se han puesto los mecanismos necesarios. Aquí no. Aquí no hay ni control de la Inspección de Trabajo para el fraude de la economía sumergida. Hay muchísima economía sumergida. Un aprovechamiento de las necesidades de la gente.

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