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Antes alumnos universitarios, ahora mecenas de nuevos estudiantes

Terminar la carrera y desvincularse de la Universidad ya no se lleva y, ahora, los graduados contentos con la formación recibida prefieren mantener el contacto e involucrarse hasta el punto de convertirse en los nuevos mecenas de la educación.

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Terminar la carrera y desvincularse de la Universidad ya no se lleva y, ahora, los graduados contentos con la formación recibida prefieren mantener el contacto e involucrarse hasta el punto de convertirse en los nuevos mecenas de la educación y subvencionar a estudiantes brillantes que carecen de recursos.

Estos antiguos alumnos y algunas fundaciones son quienes financian las denominadas "Becas Alumni", un programa de ayudas económicas para estudiantes de clases humildes, con gran tradición en Estados Unidos, pero que todavía no está muy extendido en España.

El primero de estos sistemas de ayudas en nuestro país comenzó hace siete años en la Universidad de Navarra (UN).

El objetivo fundamental del programa, según asegura a Efe la directora de "Becas Alumni" de la UN, Beatriz Castillo, es conseguir que los chavales con buen expediente académico no tengan que renunciar a estudiar en esta Universidad privada por motivos económicos.

Por eso, esta ayuda (6.555 euros anuales de media, variables según las necesidades de cada aspirante) no sólo tiene en cuenta el coste de las tasas académicas, sino también el del alojamiento, "muchas veces el más difícil" de asumir por las familias, según Castillo.

Para optar a una de estas becas de la UN, los estudiantes deben cumplir varios requisitos, tanto académicos como económicos: la nota media de Bachillerato tiene que ser superior a 8,5 y la renta familiar per cápita igual o inferior a 15.000 euros.

El alumno debe obtener unas calificaciones mínimas en cada curso universitario y mantener las condiciones económicas para poder renovar la ayuda cada año.

Para Castillo, estas becas también buscan que los ex alumnos recuperen el "sentimiento de pertenencia a la comunidad universitaria" de la que formaron parte y que, en cierta medida, "devuelvan el favor" de la formación que recibieron.

En el mismo sentido se manifiesta el gerente de la Fundación Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), Ignacio Sesma, quien avanza a Efe que esta institución pública también promoverá las "Becas Alumni" a partir del próximo curso.

Por el momento, se ha lanzado una campaña de captación de fondos entre antiguos alumnos, de los que ya se ha recibido alguna donación, y se ha puesto en marcha la iniciativa "Amigos de la UC3M", dirigida a "no alumnos y empresas", con la que también se pretende conseguir fondos para este fin.

Todos los donantes podrán beneficiarse de desgravaciones fiscales sobre las aportaciones, tanto en el IRPF como en el Impuesto de Sociedades, según la UC3M.

Sesma espera que las "Becas Alumni" resulten un éxito y que sigan la estela del programa de la UN, del que asegura que es "la referencia" en España por su experiencia, su aceptación y su evolución en estos últimos años.

Desde el curso 2004-2005, los recursos para este programa en la Universidad de Navarra se han multiplicado prácticamente por nueve (han pasado de 183.478 a 1.632.300 euros anuales) y el número de becas otorgadas ha crecido de 33 el primer año a 249 en este último curso, con la intención de llegar a las 500 a medio plazo.

Tanto los antiguos alumnos como las empresas pueden elegir entre varias modalidades de colaboración económica con este programa.

El director de la Oficina de "Desarrollo Alumni" de la UN, Javier Trigo, admite que el número de antiguos alumnos donantes crece año tras año, aunque sus aportaciones suponen el 20 por ciento de lo recaudado, frente al 80 por ciento aportado por las fundaciones.

Javier Arregui fue el primer donante de la Universidad de Navarra; estudió Derecho allí gracias a una beca de una aseguradora hace más de cincuenta años y durante mucho tiempo (ahora está jubilado) fue un importante directivo de la Caja de Ahorros de Navarra.

"Es de bien nacidos ser agradecidos", indica Arregui antes de precisar que su primera aportación a las becas, en 2004, rondaba los 600 euros.

Según cuenta, la idea de poder ayudar a que jóvenes brillantes puedan estudiar a pesar de tener dificultades económicas le "entusiasmó" y lo "atrapó", así que se convirtió en un donante habitual, que todavía hoy colabora con la UN.

Por parte de los alumnos beneficiados, Raúl Bajo (22 años), que cursa Derecho y Economía, asegura que no podría estudiar en la UN sin la beca de 7.500 euros anuales que recibe, y enfatiza que es "justo" que él también sea donante cuando sus circunstancias sociolaborales se lo permitan.

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