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La historia de la menor con la que Brenan tuvo una hija

El periodista Antonio Ramos Espejo (Granada, 1943) ha recreado en ?Ciega en Granada? (Centro Andaluz del Libro) la historia de Juliana Pelegrina, la joven de 15 años que sirvió de criada a Gerald Brenan y con la que tuvo una hija que, posteriormente, le arrebató.

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El periodista Antonio Ramos Espejo (Granada, 1943) ha recreado en “Ciega en Granada” (Centro Andaluz del Libro) la historia de Juliana Pelegrina, la joven de 15 años que sirvió de criada a Gerald Brenan y con la que tuvo una hija que, posteriormente, le arrebató.

Ramos Espejo, con este libro “se trata de hacer justicia a una mujer maltratada por la historia, a una muchacha de 15 años, de una familia pobre de Yegen, que entra a servir en la casa del inglés y que, un año después, tuvo una hija.”

“La niña crece en un ambiente de pobreza hasta que Brenan vuelve, casado ya con la poetisa americana Gamel Woolsey, para llevarse a la pequeña, Elena, a la que cambian el nombre por Miranda Helen”, relata el periodista.
Juliana Pelegrina “mantuvo en su corazón el amor por su hija; vivió siempre con la esperanza de encontrarla entre alguna de aquellas inglesas de ojos claros que perseguía por el laberinto turístico de la Alcaicería granadina
hasta que, ya ciega, sólo podía imaginarla”, según cuenta en este libro.

También autor de Crónica de Gerald Brenan, Ramos Espejo ha seguido como reportero la obra de Brenan; pese a lo cual se muestra crítico con este episodio que ensombrece la figura del hispanista, dejando al descubierto al hombre que buscó, además de paz y autoformación como escritor en la Alpujarra, “emular las hazañas de los caciques en el medio rural”.

Ramos Espejo cuenta en estas páginas la historia entre Brenan y Juliana dando la palabra a la familia de esta alpujarreña, a la que Brenan “dejó muy malparada en su Memoria personal, desvelando sin pudor aspectos de las relaciones íntimas que mantuvo con ella cuando era una menor”.

“¿Qué podía hacer una joven de quince años que se queda embarazada de un hombre, en cuya casa es sirviendo?” se pregunta el autor, para concluir: “Eran otros tiempos”.

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